Tu hijo que está a punto de cumplir los 2 años, o ya los ha cumplido, está pasando de ser un bebé que necesitaba constantemente la aprobación de sus padres a ser un niño con personalidad y carácter propio que es capaz incluso de ponerte contra las cuerdas, en ocasiones.
¡No te enfades con él! ¡No te desesperes! Tu peque está en pleno proceso madurativo y una época complicada en la que todavía no saber gestionar sus emociones, se frustra por cualquier cosa y, sobre todo, le encanta la independencia. Sabemos que es complicado por eso, quizás estos consejos sobre cómo aprender a calmar sus rabietas y conseguir conectar con él para que todo fluya pueden ayudarte a superar esta etapa de la mejor manera posible.
Su primera adolescencia...
Es un término que si eres mami de un peque de alrededor de los 2 años habrás escuchado bastante, los ‘terribles 2’, que hace referencia a las rabietas y pataletas que el peque tiene constantemente por cosas aparentemente insignificante para nosotros pero que para ellos suponen un gran desafío.
Pero existe otro término con el que los expertos definen esta etapa también, la ‘aDOSlescencia’: “Los dos años suponen un salto madurativo muy grande para los peques y un gran desafío para sus familias, que notan como dejan atrás la etapa de dulces bebés y entran de lleno en una especie de adolescencia o, mejor dicho, aDOSlescencia, en la que comienzan a tener opiniones que quieren que se tengan en cuenta, y a la vez no tienen suficiente madurez para regular las emociones, como la ira, que da como resultado que tengan rabietas cuando se enfadan y pierdan el control de sí mismos”, explica la psicóloga, asesora de sueño y facilitadora de disciplina positiva, Lucía García Rodríguez, fundadora de Calma el Caos y que puedes encontrar en su cuenta de Instagram @calmaelcaos o en su web www.calmaelcaos.es.
¡Tomas las riendas!
Sin duda son situaciones que ponen contra las cuerdas a muchos padres y es que el peque monte una rabieta ya sea en casa o en la calle, puede resultar muy estresante a nivel familiar. “Esta frase puede resultar un poco borde, pero es muy importante que recuerdes que quien tiene edad de rabietas es tu peque, no tú. No olvides quién es el adulto, y es cierto que muchas veces es muy complicado, sobre todo cuando estamos fuera de casa y no queremos incomodar a los demás”, comenta la experta.
¿Cómo gestionar una rabieta?
La empatía y comprensión por la etapa en la que está pasando el peque es fundamental para ayudarnos a reencauzar la situación e intentar calmarle . La psicóloga nos recomienda que cuando comience la rabieta “baja a su altura, escucha qué te dice o ponle tú palabras y trata de conectar con él. Después redirígelo a algo que sí sea seguro o pueda hacer”.
Por otro lado, cuando la situación se nos ha ido de las manos casi sin darnos cuenta, y el niño se encuentre en su punto máximo de rabieta “si acepta el contacto, darle contacto, un abrazo puede ser buena idea, si no es así, será mejor esperar a que esté más calmado. No lo dejes solo, estate presente y protégelo si hace falta, en este momento no te va a escuchar, así que lo mejor es mantener la calma”.
¿Qué hacer una vez ha acabado la rabieta?
El momento en el que el pequeño está más calmado tras el desborde de emoción es el más importante para lograr reconectar con él. La experta nos dice que es muy importante “conectar con su emoción y ponerle palabras, a menudo ellos mismos se asustan debido al ‘volcán’ que están produciendo. Será ahora el momento de buscar una solución o dar otras opciones. Si la rabieta la rabieta viene por otro motivo que sí se puede realizar, conecta con la emoción, ponle nombre a lo que le ocurre y calma su necesidad (por ejemplo, si quiere coger un juguete, facilítaselo, o si tiene hambre o sueño, satisfaced esas necesidades)”.
Si has tenido que poner límites… ¡no cedas!
Si, por el contrario, el peque ha tenido una rabieta por algo que no puede hacer porque es peligroso o no es seguro para él “es importante no ceder si habéis puesto un límite. Mantenlo desde la calma, sin enfadaros…”. Y es que estos momentos también son una prueba de paciencia para los padres ya que “a menudo esto supone un esfuerzo muy grande de autocontrol, especialmente cuando nosotros también estamos cansados, tenemos prisa o estamos en público”.
Si las circunstancias te hacen ceder estarás haciendo un flaco favor a tu hijo, puesto que no sacará ningún aprendizaje de esa situación y volverá a repetirla en el futuro. “Ceder y comprarle ese juguete, o reñirle, ridiculizarlo o castigarlo , son conductas nada deseables, ya que el pequeño no estará aprendiendo nada de la rabieta. Así que, ya que va a tener rabietas, lo mejor será que sirvan para algo (para ir conociendo las emociones, los límites y a calmarse)”, asegura la experta
Tras la tormenta…
¡Llegará la calma! Una vez que haya pasado todo es bueno que tanto padres como hijos vuelvan a reconectar haciendo alguna actividad juntos , por ejemplo, de esa manera, estaremos soltando toda la tensión. “A veces unas simples cosquillas ya son suficientes”, sugiere la experta. “También es importante que los adultos nos animemos entre nosotros desde el humor, ya que son situaciones que no son nada nada fáciles, así que pensamientos del tipo ‘¡una menos!’, nos ayudan mucho a poder sobrellevar el día a día”, recomienda.
Cómo conseguir que el niño nos haga caso
Para conseguir que el niño no nos cuestione o realmente sepa que determinada cosa no se hace o lo que está haciendo, no está bien debemos trabajar desde pequeños unas buenas rutinas y establecer límites, ya que por un lado “las rutinas van a ayudar porque si se practican día tras día, llegará un momento en el que las tengan totalmente interiorizadas y será mucho más difícil que las cuestionen. Algo parecido ocurre con los límites, los límites si realmente son importantes para nosotros, deberán estar puestos de forma consistente, es decir, serán inquebrantables, para que nuestro pequeño entienda que no hay otra opción (por ejemplo, se ponga como se ponga, nunca le vamos a dejar tocar el fuego o beber ese café)”, dice la psicóloga.
¡Te pondrá a prueba!
Por supuesto, si todo fuera tan fácil y los peques no traspasaran límites y cumplieran todas sus rutinas, no estaríamos hablando de la ‘aDOSlencencia’ y de cómo gestionarala porque esta etapa implica desobediencia y poner a prueba a mamá o papá para ver hasta qué punto esos límites son reales.
“En estos casos hay que ser conscientes del momento evolutivo en el que están, y de que nuestra labor es ayudarles a seguir madurando y conociendo cómo es el mundo que les rodea. De esta manera deberemos ser claros y coherentes, con firmeza y cariño, comprendiendo a la vez que, es normal que nuestro hijo se enfade porque no le dejamos hacer X cosa, ese enfado se convierta en una rabieta”, insiste la experta.
Dale cierto grado de autonomía…
Ahora así, “cada familia debe elegir su batalla y dar cierto grado de autonomía y de elección a los peques va a ser muy positivo”, asegura. Aunque todavía sean pequeños, según nos cuenta la psicóloga es importante que ya vayan tomando sus propias decisiones y para ello es bueno ofrecer opciones limitadas para que el peque elija, siempre dentro de lo que a nosotros como padres nos parezca adecuado.
Por ejemplo: “No le vamos a decir, ¿qué quieres merendar? o ¿qué quieres hacer? Sino que le daremos opciones, como: ‘¿Quieres tomar un plátano o un yogur?’ o ‘¿Quieres llevar el paraguas o esta bolsa?’”. Y, una vez más, tal y como decía la experta recuerda que tú eres el adulto, así que, ¡sé listo! y no te metas en jardines de donde después te sea difícil salir.
“Es importante también no preguntarlo todo, especialmente, aquello en lo que no queramos una respuesta. Por lo que es importante no hacer preguntas del tipo: ‘¿Nos vamos del parque?’, sino que más bien podremos anticipar el momento con algo tipo: ‘Te tiras otra vez del tobogán y ya nos vamos del parque’. Es importante cumplir con lo que se ha dicho y hacerlo de la forma más agradable posible. Es decir, anticípate a las emociones negativas”, recomienda.La experta también recomienda no pretender hacer lo mismo que hacías hace un año cuando era bebé, ni tampoco exigirle demasiado en momentos en los que esté cansado. “Cualquier actividad inesperada que esté hacia el final del día o cerca de sus horas de siesta pueden acabar siendo una bomba de relojería”, advierte.
¿Cuándo se acaba esta etapa?
No pierdas la esperanza ya que de manera progresiva irás viendo la luz al final del túnel. “Poco a las rabietas van disminuyendo tanto en frecuencia como en intensidad”, asegura la experta. Además, nos cuenta que aquellos peques que hayan trabajado más las emociones de forma positiva, “irán logrando calmarse cada vez con más facilidad y tendrán más recursos para sobreponerse”.
Pero, por supuesto, “aún así, puede continuar habiendo rabietas, especialmente en momentos de mucho cansancio o cuando no tienen satisfechas otras necesidades. Por suerte, en estos momentos las familias, si ya han hecho un buen trabajo de conexión y manejo de rabietas, ya saben cómo ayudar a su hijo”.
Consejos para padres que estén atravesando este momento
La psicóloga nos da una serie de consejos que pueden ayudarte en esta parte del camino de la crianza , dura, pero al mismo tiempo, muy bonita:
- “No os culpéis, y recordad el amor incondicional que sentís por vuestro peque. Es una etapa muy exigente, en la que mucha gente opina (¡cómo no!) y en ocasiones nos podemos sentir como que le estamos fallando a todo el mundo”.
- “Centraos en lo verdaderamente importante: vosotros como familia. Acompaña a tu hijo en esta etapa, que tiene sus sombras, pero también sus luces. Y vívelo desde la autocompasión y el sentido del humor. Yo aún recuerdo el autofelicitarme algún día porque solo había tenido que gestionar 1 rabieta. 0, más adelante porque en ese día todo había fluido, o incluso aunque hubiera tenido un día muy duro, fuimos capaces de acostar a nuestro pequeño con amor, sabiendo o queriendo pensar, que era un día menos de rabietas que nos quedaba”.
- “El autocuidado toma mucha relevancia en esta época, ya que, especialmente al principio, muchas veces podemos querernos mantener en calma ‘de puertas para afuera’, pero por dentro estamos lidiando con nuestras propias emociones a punto de ser desbordadas”.
- “También llega un momento en el que en muchas ocasiones sabemos qué es lo que no hay que hacer, pero nos cuesta encontrar qué hacer o cómo hacer que nos salga natural, en estos casos se puede pedir ayuda. Yo trabajo con familias ayudándoles a conectar con sus pequeños, gestionar rabietas y poner límites de una forma respetuosa tanto con el pequeño como con la familia”.