Antes de que nazca un bebé, desde el mismo momento en el que obtenemos el positivo del embarazo , éste empieza a ocupar un lugar muy especial en casa. Física y mentalmente. Supone un cambio increíble al que hay que adaptarse y, uno de los espacios en el que más tenemos que pensar es su habitación. Y no es tan sencillo como parece, porque en los primeros años, un bebé pasa por muchas fases de crecimiento distintas , con lo que tienes que pensar en todas ellas. Al menos, esta sería la mejor forma de organizar su habitación. En ella tiene que existir:
- Un espacio para dormir.
- Un espacio para el aseo, que varía según haya que cambiarle el pañal o ya sea capaz de vestirse por sí mismo.
- Un espacio para realizar actividades.
De manera complementaria, si nos fijamos en la filosofía Montessori, deberíamos contar con un cuarto espacio: el destino a alimentar a nuestro bebé. Pero, para eso, necesitas una habitación de dimensiones considerables, todo depende de los metros de los que dispongas.
¿Cuál es la mejor habitación para tu bebé?
Normalmente, es muy sencillo saber qué estancia de la casa estará destinada a nuestro bebé, sobre todo, porque el número de habitaciones suele estar limitado. Sin embargo, si puedes, ten en cuenta lo siguiente:
- La habitación del bebé debe estar cerca del dormitorio de los padres. Al menos, hasta los tres años, porque los niños conservan algunos momentos de ansiedad por la separación (que comienza, generalmente, alrededor de los ocho meses) y pueden despertarse varias veces en la noche. Necesitan a sus padres lo más cerca posible.
- Además, su tamaño debe ser adecuado para distinguir los espacios que hemos visto. Si no, habrá que buscarlos en otros lugares de la casa.
- La habitación debe tener luz natural, imprescindible para su crecimiento, pero sin ser demasiado fuerte.
- La temperatura de la habitación también es importante: 21 ºC es lo óptimo, por lo que evita los lugares más fríos o calurosos de tu casa.
¿Qué debes tener en cuenta antes de diseñar la habitación de tu bebé?
A la hora de diseñar el espacio dedicado a tu bebé debes tener en cuenta, sobre todo, dos cosas en cuenta:
- La posibilidad de que tu bebé tenga movimiento libre todo el tiempo que pueda. De esta forma, los niños van adquiriendo más experiencias y una mayor autonomía.
- Ahora bien, no podemos olvidarnos de la parte afectiva, debiendo también ofrecerle la confianza suficiente para salir a explorar el entorno. Por ello, el segundo elemento es la seguridad. Sobre todo, a partir de los seis meses, porque el niño comenzará a desplazarse y acercarse a los peligros que supone un enchufe, objetos que puedan volcarse o productos de limpieza.
De hecho, Tim Seldin, educador y presidente del Consejo Internacional de Montessori, en su libro Cómo obtener lo mejor de tus hijos (Grijalbo), nos dice que “hay que adaptar toda una habitación eliminando objetos sobre los que el niño se pudiera tirar o muebles que se puedan volcar, colocando una valla en la puerta si fuera hay elementos peligrosos”. De esta forma, el niño tiene el espacio suficiente para explorar, pero evitando el uso de aparatos que “retienen al bebé y no les deja moverse libremente”.
Medidas básicas de seguridad
El ambiente de la habitación de tu bebé debe ser, además de cómodo y agradable, un entorno seguro. Para ello, algunas nociones básicas:
- Los muebles, en la medida de lo posible, deben tener los bordes redondeados.
- Los enchufes, sobre todo los que se encuentran cercanos al suelo, deben estar protegidos. Como mínimo, para que sean seguros, deberían estar a 1,5 metros del suelo. Si no, hay que dotarlos de protección en el momento en el que el bebé comience a gatear.
- Hay que evitar los artículos que se puedan romper con facilidad.
- Para evitar posibles alergias y asegurar una buena higiene en la habitación, lo mejor es evitar suelos enmoquetados o alfombras demasiado gruesas. Opta por superficies que se laven fácilmente y se puedan desinfectar.
Por último, es buena idea contar con un vigilabebés para quedarnos tranquilos sin la necesidad de entrar constantemente entrando y saliendo de su habitación.
Cómo adaptar su habitación según la edad
Cada una de las etapas evolutivas de tu bebé conlleva una serie de necesidades que deben ser cubiertas para un correcto desarrollo. Entre los 0 meses y los 12 meses, esto es lo que deberías tener en cuenta a grandes rasgos:
- El bebé recién nacido tiene movimientos lentos con todo su cuerpo, por lo que no necesita un espacio demasiado grande, pero si acolchado. Puedes utilizar un colchón o cobertor de suelo grueso.
- Cuando cumplen un mes, comienzan a controlar los músculos oculares, por lo que ya tienen la libertad de observar. Debemos ofrecerles un espacio abierto donde poder ver globalmente. Dejarle en la cuna, con todos los barrotes y cobertores, por ejemplo, es un error en esta etapa.
- A los dos meses, también controlan los músculos del cuello, por lo que son capaces de sostener la cabeza y dirigir la mirada con ella. Debemos comenzar a dejar en su rango visual objetos para su observación.
- A partir de los tres y cuatro meses comienzan a extender las manos y utilizarlas de forma voluntaria para alcanzar objetos. Incluso, pueden ser capaces de arrastrarse para coger aquellas piezas que despierten su interés y estimular su sentido de la vista, el tacto y el gusto.
- A los seis meses, muchos de los bebés ya son capaces de moverse con libertad y gatear.
- Una vez llegan a los doce meses, el niño suele comenzar a andar, cogiendo el hábito de llegar a sitios donde pueda apoyarse y ponerse de pie por sí mismo.
El suelo, nuestro elemento principal
El primer espacio para el bebé, sin duda, será el suelo. Su lugar para experimentar y realizar sus pequeños movimientos iniciales. El suelo le permite:
- Tener libertad de movimientos en función de sus posibilidades.
- Observar el entorno, viendo pasar a sus padres o cómo entra la luz por la ventana que queda cerca.
- Buscar de dónde procede un sonido.
- Observar sus manos y piernas.
- Ensayar posturas y movimientos para los que, poco a poco, irá adquiriendo destreza.
Por todo ello, el punto inicial para diseñar su habitación es que cuente con un espacio adecuado en el suelo, aunque, por supuesto, teniendo en cuenta que no vas a dejarle solo, sino que será un espacio compartido con sus figuras de apego, quienes le dan la seguridad suficiente para ir descubriendo ese entorno del que hablamos.
El espacio dedicado a las actividades, ¿cómo debe ser?
Es fundamental distinguir el lugar de descanso (su cama) del lugar para el ocio. El espacio que dediquéis para las actividades de vuestro bebé no tiene por qué estar necesariamente ubicado en su habitación, podéis crear otros más pequeños en diferentes zonas de la casa. Pero, desde que son recién nacidos, se debe fomentar su autonomía, debiendo ser un lugar para la experimentación, la observación, el movimiento libre y el descubrimiento.
Además, como hemos visto, debe ser también un espacio dinámico y abierto al cambio en función del nivel de desarrollo de tu bebé. No es lo mismo que nuestro hijo tenga cuatro meses que se acerque al año, sus necesidades varían. Por tanto, según vaya adquiriendo nuevas habilidades, las necesidades cambian.
¿Cómo organizamos sus juguetes?
Una opción socorrida es la de guardarlos todos en una gran caja, pero tiene algunos inconvenientes: las piezas se caen, los juguetes quedan incompletos y es difícil acceder a ellos, porque unos quedan por debajo de otros. Al final, acaban jugando siempre con lo que hay en la parte superior y se olvidan de lo que se esconde en el fondo. Además, la sensación que pueden llevarse es la de un lugar desordenado.
Por tanto, es mucho más recomendable escoger pocos juguetes, bien seleccionados, que se adecúen a las necesidades de cada momento y colocarlos en estanterías bajas que estén a su alcance. De una forma ordenada, para que tu bebé sepa dónde puede encontrarlo y comprenda, poco a poco, dónde debe dejarlo después de usarlo. Esta idea de orden, por ejemplo, se puede ir trasladando al resto de la casa.
Por otro lado, también es importante la presencia de libros de lectura junto a los demás juguetes , para fomentar la lectura. De la misma forma, deben estar ordenados, accesibles para ellos y fácilmente reconocibles.
La importancia de la motricidad fina y gruesa
La motricidad gruesa es la habilidad para realizar movimientos grandes y generales, por ejemplo, levantar una pierna. Para ello, se requiere coordinación de músculos, huesos y nervios. Esto es lo primero en lo que debemos pensar cuando creamos un espacio para nuestros hijos, pero debemos olvidarnos de la que llega justo después: la motricidad fina . Para ello, entramos ya en la elección de los juguetes que, debiendo cuidar que son apropiados para su edad, también tienen que fomentarla. Un ejemplo para la motricidad gruesa puede ser, por ejemplo, un espejo a ras de suelo con una barra, mientras que para la motricidad fina, pueden ser los juegos en los que existan bloques apilables.
El descanso, otra zona bien delimitada
Por último, la zona de descanso debe ser totalmente identificable por el bebé, que sepa dónde tiene que ir para dormir y descansar. De hecho, la cama suele ser la protagonista de todas las habitaciones siempre. Pero no debe ser tomado como un lugar de juegos. Para fomentar su autonomía y sus movimientos, de nuevo, debe ser fácilmente accesible para sus movimientos. Por ello, en este caso, la altura que utilicemos es fundamental, cuanto más baja sea, antes aprenderá subir y bajar por sí mismo.