Ya lo dice el refrán, “Quien tiene un amigo, tiene un tesoro”, y es muy importante enseñarles desde pequeños el valor de la amistad. Pero, ¿qué sucede? A veces queremos ir demasiado rápido e intentar que nuestros hijos hagan amigos cuando en realidad todavía no tienen las capacidades y habilidades sociales para hacerlo. Las relaciones sociales también son evolutivas y, también tendrá mucho que ver el carácter del pequeño.
Para contarnos cuándo es el momento en el que los niños comienzan a saber qué es la amistad y hacer amigos, y como ayudarles en el caso de que les cueste relacionarse, hemos hablado con Úrsula Perona, Psicóloga Infantil y autora de “Hijos de Alta Demanda” (Ed. Toro Mítico) y “Niños Altamente Sensibles” (Ed. Toro Mítico).
El juego como base de la amistad
El juego y el saber compartir son las bases de las primeras amistades cuando somos niños, pero hemos de saber que hasta que nuestro cerebro y habilidades sociales no están preparadas, no tenemos la capacidad de ‘hacer amigos’.
“La primera etapa del desarrollo del juego se da hasta en torno a los dos años y es un juego manipulativo y solitario. En esa etapa el niño se dedica a observar a los demás, aparecen las primeras interacciones con otros, juegos de imitación, la exploración del entorno, y pequeñas actividades como ensamblar bloques, llenar un cubo de tierra etc”, nos explica la psicóloga.
Cómo contribuye el juego en la primera etapa del desarrollo
En esta primera etapa el juego es importante, como en toda las demás, porque este lleva implícito que los peques “conozcan el entorno, conocerse a sí mismos, y desarrollar habilidades básicas como la atención, la concentración, y la psicomotricidad fina y gruesa. Son etapas previas al juego en paralelo que aparece en torno a los dos años y medio/ tres, durante el cual los niños juegan unos al lado de otros de manera independiente, aunque observan a sus amiguitos y disfrutan de la cercanía del otro”, indica la experta.
El juego solitario
“En etapas anteriores, normalmente hasta los tres años, el juego es solitario, aunque veamos a los niños uno al lado de otro, en realidad, solo comparten el espacio. Aún no han desarrollado las competencias básicas para ser capaces de jugar entre ellos”, asegura la psicóloga.
Por este motivo, no debemos forzar a los peques a realizar actividades y obligarles a relacionarse con otros niños cuando todavía no están preparados para hacerlo.
El juego colaborativo
Poco después, a partir de los 4 o 5 años, es cuando aparece el juego colaborativo, “en el cual los niños ya son capaces de jugar juntos, respetarse, jugar a juegos de rol o simbólicos de manera participativa”, asegura la psicóloga.
¿Cuándo comienzan a sentir afecto por sus compañeros y crear vínculos de amistad?
Los peques comenzarán a entender qué es la amistad cuando comiencen a compartir tiempo y juegos con otros niños. “Las primeras etapas de la amistad, como tal, coinciden con el inicio del juego colaborativo en torno a los 4/5 años, que es cuando empiezan a jugar en grupo con un objetivo general, son capaces de competir entre ellos, y de establecer y seguir las reglas del juego”, señala.
El punto álgido de la amistad
Con todo lo aprendido hasta el momento, se estarán dando las condiciones idóneas para que el peque comience a desarrollar de verdad las habilidades sociales, a partir de las cuales se siembra la semilla de la amistad. Y es que, “la amistad tiene su punto álgido en torno a los siete años, cuando el niño alcanza la madurez suficiente para establecer lazos estables y vinculantes”.
Cómo afianzar los vínculos y crear amistades
Para favorecer que nuestro hijo tenga amistades gratificantes, y relaciones sociales plenas debemos asentar tres pilares, según nos cuenta la psicóloga, que son:
- El primero de ellos es “favorecer un entorno donde pueda relacionarse con distintos tipos de personas, y tener suficiente tiempo para juego libre no estructurado que es dónde realmente nace la amistad, ya que no hay intervención de un adulto”.
- El segundo de estos puntos sería el ejemplo que le damos: “si nuestro hijo ve que cuidamos de nuestras amistades, que somos detallistas con ellos, que estamos pendientes y les ofrecemos nuestra ayuda cuando tienen un problema aprenderán cuáles son los valores de la amistad”.
- Por último, y en línea con el segundo: “el sistema de valores que transmitimos a nuestros hijos como el respeto, la sinceridad, o la lealtad, serán cruciales a la hora de definir la calidad de las relaciones de amistad de nuestro hijo”.
A mi hijo le cuesta a hacer amigos
Y es que, no todos somos iguales y no todos los niños tienen la misma facilidad para hacer y mantener amistades.
“Algunos porque son muy tímidos o introvertidos, otros porque tal vez sean rudos a la hora de jugar, o demasiado activos, o algo inmaduros en sus habilidades sociales”, señala la experta.
Si observamos que nuestro hijo tiene dificultades para hacer amigos, debemos prestar atención a qué factores pueden estar influyendo “y ayudarle a través de conversaciones, ejemplos, juegos de rol, y, sobre todo, dándole tiempo y posibilidades de interacción con niños de su edad”, insiste la psicóloga.
Cada niño tiene su propia personalidad
Y es que, según la personalidad del niño, este tendrá más o menos necesidad de contacto social, y nosotros como padres “debemos respetar esto”. Tal y como nos explica la psicóloga infantil, para finalizar: “Hay niños que disfrutan de juegos más tranquilos con menos cantidad de niños, y hay otros que les encanta relacionarse en grandes grupos. También algunos con un ratito tienen suficiente, y los más sociales suceder al revés, nunca será bastante. Eso como vemos dependerá de su personalidad, y no debemos forzar determinada manera de relacionarse si no respetar sus ritmos y sus necesidades”.