A lo largo de la adolescencia, que empieza con los primeros cambios puberales, puede haber fases de cierta desmotivación en los estudios. Algunos las pasan antes y otros, después, pero, tal como comenta Sonia López Iglesias, maestra, psicopedagoga, formadora de familias y divulgadora educativa (@sonpa70), alrededor de 3º de la ESO, suele detectarse un pico de desorganización y bajo interés en lo que a las rutinas escolares se refiere.
No les sucede a todos, pero sí es relativamente frecuente. ¿Qué se puede hacer desde la familia para ayudarles a ser más productivos y a motivarse en los estudios? La experta nos da las claves.
Grandes cambios vitales que conllevan cambios en los estudios
“Parece que los adolescentes no muestran interés por aquello que hacen, pero no es así, lo que sucede es que están desubicados, pues pasan por una etapa de cambios convulsos en su vida”, indica Sonia López Iglesias.
Esto puede afectar en algunos casos al rendimiento académico, pero hay algunos chicos que a esta edad mantienen el interés y los buenos resultados. “Los hay motivados y los hay desmotivados”, recalca.
A estas edades suelen tener dificultades para gestionar la frustración porque no modulan sus emociones y, a veces, ni siquiera las identifican. Eso les puede conducir a la apatía y a esa desmotivación en el terreno académico.
¿Están desmotivados en todos los ámbitos?
Al hablar de desmotivación en la adolescencia, hay que diferenciar muy bien en qué entornos se puede presentar esa desgana.
“La inestabilidad de la adolescencia puede provocar apatía porque no encuentran una solución a ese estado”, indica la psicopedagoga. Pero hay que valorar muy bien si esto se extiende a todos los ámbitos o solo al académico.
“Si en casa la comunicación no es fluida y se centra exclusivamente en los estudios y los resultados, es difícil averiguar si hay otras cosas que les motiven”, añade.
Ayudarle a encontrar puntos de interés
“Algunos adolescentes confiesan que cuando les cuesta algo, ni siquiera se esfuerzan, pues reciben etiquetas y sermones de sus padres, a los que solo parece importarles las notas”, advierte Sonia López Iglesias.
En este sentido, el adolescente necesita refuerzos para encontrar algo que despierte su interés. Es como un efecto dominó.
Conociendo sus preferencias, lo que le gusta hacer, se le puede guiar hacia ello y si todo va bien, esto le generará ganas de seguir esforzándose en otros ámbitos, como el académico.
Ayudarlos a fijarse metas realistas
Los adolescentes son egocéntricos: ellos son la medida del mundo, por eso les cuesta mucho pensar en el futuro.
Cuando los padres les plantean que deben estudiar para labrarse un porvenir, el mensaje no suele llegar, pues viven el aquí y el ahora.
En este sentido, “los padres deben ayudarlos a fijarse metas realistas a través de objetivos pequeños”, recalca la especialista. Así, esto se puede concretar en mejorar en algún área en concreto, en subir alguna nota o en planificarse mejor.
Valorar el esfuerzo, antes que el resultado
“A los adolescentes hay que acompañarlos con mensajes positivos, animándolos a seguir avanzando”, recomienda la psicopedagoga y docente.
Así, hay que ponderar mucho más el esfuerzo que el resultado. Si ha trabajado en un examen, pero la nota final no es la esperada, lo que hay que destacar es el camino realizado.
Por otro lado, “a veces se repite hasta la saciedad lo que hacen mal y no sucede igual cuando hacen algo bueno”.
Estar presentes y disponibles para ellos
El adolescente necesita la guía de sus adultos, aunque verbalice que no es así y luche por su independencia. Así, los padres deben estar muy presentes en su día a día y tener disponibilidad para escucharlos y acompañarlos. “Los adolescentes necesitan notar la presencia del adulto para motivarse, organizarse y compartir sus miedos y sus incertidumbres”, revela Sonia López Iglesias.
Además, el adolescente necesita ser aceptado tal como es. Eso no impide que se le reconozcan sus dificultades, por ejemplo, a la hora de concentrarse y estudiar: “Entiendo que te cueste, pero te voy a ayudar”.
Atender a sus capacidades reales
Los padres a veces pecan de tener expectativas demasiado elevadas en relación a sus hijos. Desean que sea el mejor estudiante, el mejor deportista, el mejor músico... Pero esto no es real y hacen al chico sentirse mal consigo mismo.
“Hay que ayudarlos a buscar estudios adaptados a sus necesidades y sus capacidades. No todos los estudiantes tienen que cursar Bachillerato, hay otras vías como la Formación Profesional. Todos los chicos tienen talentos y la adolescencia es el momento ideal para encontrarlos”, destaca la experta.
Mejorar la gestión del tiempo
Por lo general, los adolescentes necesitan una ayuda por parte del adulto para gestionar su tiempo. Ellos solo ven que ‘tienen toda la tarde’ para estudiar, pero no se organizan bien para aprovecharla a tope.
Una manera que recomienda la experta y que da muy buenos resultados a esta edad es la técnica Pomodoro, que consiste en fijar unos tiempos de estudio con interrupciones seriadas; por ejemplo, 25 minutos de estudio y 5 de descanso.
Otros consejos son mantener el móvil fuera de la habitación de estudio para evitar distracciones, insistirles en que preparen un horario con todos los temas pendientes e insistirles en mejorar objetivos parciales y a corto plazo.
¿Y si no hay resultados?
Los padres pueden ayudar al niño con todos los consejos anteriores, pero no haber buenos resultados. ¿Cómo reaccionar entonces?
“Si un adolescente no cumple con las responsabilidades pactadas conjuntamente en relación al estudio, debe saber que va a haber unas consecuencias”, indica Sonia López Iglesias. Pero si se esfuerza, aunque no haya logrado los objetivos marcados, hay que valorarlo positivamente.
“No podemos ayudar a nuestros hijos cuando nuestro vínculo emocional no está bien. Por eso, en caso de conflicto, como cuando necesitan el refuerzo de alguna asignatura, es mejor que la ayuda la preste una persona externa para que las relaciones familiares no se vean afectadas”, destaca.