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Alimentación

Niños muy selectivos con la comida, ¿qué se puede hacer?

Recomendaciones para lidiar con un problema que puede angustiar a toda la familia


20 de septiembre de 2022 - 13:27 CEST

“Solo come jamón, leche y galletas”. Hay niños que tienen una relación complicada con la comida. Toman solo unos pocos alimentos, se niegan a probar otros nuevos... Se habla entonces de alimentación selectiva, quisquillosa, exigente (’picky eating’, en inglés). Es un problema que suele preocupar mucho a las familias, pero que puede resolverse, sin más, aunque en algunos casos hará falta la intervención de algún profesional.

Para conocer más sobre ello hemos charlado con el Dr. Adrián García Ron, neuropediatra del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, divulgador y profesor asociado de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid.

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¿Qué entendemos por alimentación selectiva?

Hay distintas definiciones del comedor selectivo, quisquilloso o exigente. En todo caso, hace referencia al “rechazo de una gran proporción de alimentos familiares (así como nuevos), lo que da como resultado una dieta habitual caracterizada por el consumo de una variedad particularmente baja de alimentos”, explica el experto.

En esta categoría también entran los niños que comen una cantidad restringida de alimentos y los que tienen miedo a comer. El rechazo a alimentos nuevos o desconocidos se denomina ‘neofobia’.

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¿Qué tipos de comedores quisquillosos hay?

Dentro del grupo de comedores selectivos, se puede hacer una diferenciación básica en tres categorías, tal como indica el neuropediatra (@dradriangarciaron, en Instagram).

  • Niños que no comen lo suficiente, porque tienen un apetito limitado.
  • Niños que comen una variedad inadecuada de alimentos, y hacen, por lo tanto, una ingesta selectiva.
  • Niños que tienen miedo a comer (es un miedo general a alimentarse).

Cada una de ellas puede ir desde lo más leve a lo más grave, comprometiendo la salud o el desarrollo del niño, e incluso es posible que se trate de una percepción errónea de los padres, y el menor no tenga problemas en su alimentación.

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Una situación muy común en la infancia

Durante la primera infancia, antes de llegar a los seis años, los niños suelen pasar por periodos en que se muestran más selectivos con la alimentación. Ocurre hasta en el 60% de la población pediátrica.

La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, suelen remitir por sí mismos. “Los comportamientos quisquillosos con la comida, por lo general, disminuyen por sí solos a medida que los niños alcanzan los años de Primaria; sin embargo, cuando más grandes se vuelven los niños, más preocupantes son estos comportamientos”, advierte el Dr. García Ron.

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Cuando detrás hay algo más

Al margen de la etapa transitoria por la que pasan muchos niños, cuando la situación se prolonga en el tiempo, puede estar indicando algo más. Así, tal como subraya el experto, “los caprichos que se extienden más allá de la niñez a menudo se asocian con el diagnóstico posterior de algún trastorno del neurodesarrollo”.

Entre estos destacan por su mayor frecuencia:

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¿Puede repercutir en la salud?

Los niños que son selectivos o quisquillosos con la comida suelen pasar por esta etapa durante un tiempo limitado, por lo que la restricción de alimentos habitualmente no afecta a su salud. Pero en algunos niños este comportamiento puede cronificarse “y repercutir en la salud (alteraciones nutricionales o del crecimiento), la socialización y las relaciones familiares”, advierte el especialista (www.neuropediatriaytdah.com).

Así, en algunos estudios se muestra que los niños que comen de forma selectiva ingieren menos cantidad de hierro, zinc, vitamina E y vitamina C que el resto, aunque de momento esto no tiene una repercusión en los niveles en sangre de estos nutrientes.

Sí puede observarse que el estreñimiento es más frecuente en los comedores quisquillosos, al haber una menor ingesta de fibra. Por otro lado, “la alimentación selectiva puede dificultar el control dietético en enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 1 o enmascarar un trastorno alimentario subyacente o emergente en un niño en edad escolar”, comenta.

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¿Cuándo hay que consultar con un profesional?

La relación del niño con la comida puede ser levemente conflictiva o suponer todo un problema de mayor gravedad. En este caso, conviene pedir ayuda a algún especialista para que asesore sobre cómo manejar la situación.

La recomendación del Dr. Adrián García Ron es hacerlo en los siguientes casos:

  • Cuando no se cumplen las necesidades nutricionales o energéticas del menor.
  • Cuando hay alguna condición médica, como niños con alergias alimentarias o enfermedades crónicas coexistentes, tal como diabetes mellitus.
  • Si hay dificultades de aprendizaje.
  • En casos de trastorno del espectro del autismo (TEA).

Si los padres sienten mucha preocupación y ansiedad y no saben cómo abordar el tema, es conveniente pedir asesoramiento profesional.

Al margen, hay otro problema y es el de los niños que tosen y se atragantan con texturas más difíciles, “que pueden requerir una derivación a un logopeda para evaluar la disfunción motora oral”.

tener expectativas realistas y otros consejos para superarlo© AdobeStock

Tener expectativas realistas y otros consejos para superarlo

Una de las estrategias más importantes para poder superar con éxito la alimentación selectiva es plantearse unas metas realistas. “Por ejemplo, una o dos cucharadas de fruta o verdura para lactantes, o el doble en preescolares. No pretender que coma una ración completa de golpe”, aclara el neuropediatra.

Además, es importante individualizar la forma de abordar el problema, según las características del niño. Así, se deben introducir primero alimentos similares a los que ya haya aceptado.

Otra pauta que da buen resultado, tal como comenta el especialista, es exponer al niño a ese alimento de una forma que lo tolere. Por ejemplo, si el objetivo es que coma una fruta, se le llevará a una frutería para que elija cuál comprar. Luego se puede jugar con esa pieza, dejar que la manipule, la chupe, la muerda...

“Es importante la exposición repetida a algunos alimentos para integrarlos en la dieta habitual. A veces pueden ser necesarias hasta 15 experiencias positivas”, indica.

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Positividad y comidas sin presión

Afortunadamente, la mayoría de niños que son comedores selectivos tienen una dieta restringida, pero equilibrada, pues cubre todos los tipos de alimentos, aunque sea solo con uno de ellos, sin variar.

No obstante, para ir superando esta etapa es aconsejable seguir un enfoque positivo y gradual, recompensando los éxitos que vaya consiguiendo el pequeño.

En este sentido, el experto recomienda:

  • Tener comidas ‘sin presión’, sin instar al niño a dar ‘un bocado más’ o usar la culpa o las amenazas para animar a comer.
  • Permitir que los niños coman cuando estén listos y ofrecer la opción de volver a comer en la siguiente comida.
  • Poner un horario para comidas y tentempiés, de tal forma que el niño no pueda estar picoteando siempre. Así, además, es más probable que acuda a la mesa con hambre.
  • Enseñar a los niños nociones básicas de nutrición y lo que hacen los alimentos en su cuerpo.
  • Elegir un lugar y una hora fijos para comer.
  • Establecer un menú equilibrado y balanceado, con distintas opciones, pero sin concesiones como dar el postre si el niño no ha tomado una comida nutritiva antes.
  • Utilizar utensilios como platos y cubiertos divertidos.
  • Repetir los alimentos que se rechazan al principio.

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