Hoy en día, la gran mayoría de los juguetes que nos encontramos están fabricados en plástico y muchos de ellos son electrónicos y mecánicos. De esta forma, se juega de manera casi automática. Sin embargo, cuando un niño se entretiene con un juguete de madera, está multiplicando mucho los beneficios que tiene el juego para su desarrollo y crecimiento . Y es que, una de las cosas que más nos preocupa, es elegir un juguete que sea divertido, pero además educativo y que tenga cierta calidad, que sea seguro. Todas estas características las tiene un juguete de madera, pero también muchas más que son altamente beneficiosas para nuestros hijos.
Estimulan el sentido del tacto
Los juguetes de madera, sobre todo, si no están lacados, nos ofrecen una sensación muy agradable al tocarlos. Además, aunque no te lo creas, la madera tiene muchas texturas diferentes -las hay más lijadas, menos y con irregularidades propias de la pieza que haya sido elegida para la realización del juguete que le da un carácter único-. Todo esto ofrece al pequeño sensaciones al tacto diferentes que el niño va registrando en su cabeza mientras juega.
¿Sugerencia? El bosque encantado de colores de Grimm’s, porque tiene colores pero no lacados, sino que deja a la vista las imperfecciones de cada uno de los árboles.
Peso y presencia de los juguetes
Los juguetes de madera no son tan ligeros como pueden ser los de plástico, con lo que tienen una mayor presencia. Esto se traduce en que los niños deben sujetarlos con más firmeza, estimulando así la motricidad de las manos. No se siente igual un coche de plástico y hueco, que uno de madera y macizo. La experiencia difiere bastante.
¿Sugerencia? Los anillos apilables de Little Dutch, que difieren mucho tanto en presencia como en peso de los anillos que son fabricados en plástico.
Fomentan la imaginación
Los juguetes que han sido fabricados en madera, por lo general, no pueden incorporar (o no suelen) luces o sonidos; podríamos decir que están menos trabajados. Por ello, el niño tiene que utilizar mucho más su imaginación para conseguir que el juguete “haga algo”, puesto que no viene hecho. De ahí su polivalencia, sobre todo, en los casos de los más sencillos.
¿Sugerencia? El arcoiris de madera de Mushie, que permite ir creando formas diferentes desde edades tempranas.
Envejecen muy bien
Podríamos decir que los juguetes de madera son intergeneracionales, no se rompen ni se estropean con el tiempo y, además, si envejecen, lo hacen bien. Los juguetes realizados con otros materiales son más sensibles a las posibles roturas y, según pasa el tiempo, van afeándose, cogiendo otros colores y rompiéndose, perdiendo pegatinas o piezas. Un juguete de madera puede ir pasando de generación en generación de manera casi intacta.
¿Sugerencia? El ábaco de madera, en formato mini, de Pelliani, que les ayudará a contar como antaño.
Nos conectan con la naturaleza
La madera es un material natural que responde a las expectativas biológicas que tienen todos los niños al nacer, que es el sentido del tacto, el primero que empieza a conectarles con el mundo. Así, el cerebro de un bebé, al tocar la piel de su madre, se calma y relaja. Por tanto, ofrecerles juegos de materiales es una forma de hacerles entender de dónde vienen los objetos que utilizan día a día.
¿Sugerencia? Estos apilables de animales de Trixie, que vienen con una guía para que el pequeño sepa dónde encaja cada pieza, con el que desarrollan la destreza y coordinación mano-ojo.
Fomentan la concentración de los niños
La madera ayuda a mejorar la concentración de los niños. Es más, en los propios centros de trabajo existen multitud de estudios que demuestran que también consigue que las personas sean más productivas y se fomente un mejor ambiente . La razón es que genera un entorno más natural, donde nuestro cuerpo y mente se sienten a gusto, un entorno propicio para concentrarse y realizar cualquier actividad.
¿Sugerencia? La caja de música de Janod, que además nos proporciona todos los beneficios de la música.
Crecen con nuestros propios hijos
Cuando decidimos invertir en juguetes de madera, estamos haciéndolo en un objeto duradero y versátil que podrá crecer con nuestro hijo. Así, en las primeras etapas de su diva, necesitará juegos sencillos con manipulación básica, pero posteriormente se pueden comenzar a incluir escenarios mucho más complejos en los que tengan que resolver problemas o ir superando dificultades. A medida que las habilidades de nuestros hijos aumentan, por supuesto, van modificándose sus gustos e intereses. Sin embargo, con un juguete de madera, se puede ir evolucionando en el juego, porque, por su diseño, nos da muchas posibilidades. Todos ellos, además, suelen conectar con una amplia gama de edades y niveles de capacidad.
¿Sugerencia? Un triángulo de Pikler , como puede ser este de SKLUM, con el que veremos el aprendizaje y crecimiento de nuestros hijos a través de sus habilidades para jugar en él.
Mejoran la coordinación de los ojos
Gracias a las formas básicas que tienen los juguetes de madera, se desarrollan con ellos la coordinación de los ojos, sobre todo, a edades tempranas. Así, actividades como la edificación de edificios con bloques de madera, colocando cuidadosamente cada uno de ellos, requiere que los niños estén atentos a la distancia y colocación de cada uno de los elementos. Además, se pueden empezar a utilizar estos elementos para representar diversos conceptos como son arriba o abajo.
¿Sugerencia? Estos sencillos tententiesos de Plantoys, estupendos para los bebés que comienzan a manipular objetos.
Los juguetes de madera son seguros
Cuando los niños manipulan y juegan con los juguetes de madera, no hay que preocuparse mucho por su seguridad (si lo hemos hecho previamente, por supuesto). Este tipo de objetos están diseñados para tener la máxima seguridad, es muy difícil que se rompan o que pierdan piezas sin darnos cuenta. Además, no suelen contar con bordes afilados, trozos pequeños o productos tóxicos. Eso sí, las pinturas y barnices que se utilicen, debes fijarte, no han de ser tóxicos.
¿Sugerencia? Estos cubos para jugar con el nombre de cada niño de Walamami, que nació hace cinco años y que los elabora sin pinturas ni barnices, 100% respetuosos con el medio ambiente y con tu hijo.