Nos encontramos en la cuarta ola de calor de este verano y cada vez se hace más pesado, especialmente, si estás dando el pecho. Las altas temperaturas afectan tanto a la madre como al bebé y hay que seguir una serie de cuidados; mientras las mamás se pueden sentir más cansadas e irritables, los pequeños presentan una mayor demanda, no tanto en cantidad como en frecuencia, por lo que se deben eliminar horarios de alimentación, ofrecer el pecho cuando el niño o la niña lo requiera y otros consejos que, tanto para ti como para él o ella, os pueden ayudar a llevar mejor estas olas de calor que se van sucediendo una detrás de otra. Y es que, tanto las altas temperaturas como la alteración de estas rutinas y esta demanda pueden dificultar la lactancia en general y convertirse en todo un reto.
Signos de deshidratación de un bebé
La deshidratación del bebé es el problema más frecuente que podemos encontrarnos como consecuencia de una falta de hidratación por parte de la madre o por no saber atender a su demanda de forma correcta. Por ello, es importante observar las señales que nos dicen que nuestro bebé no está bebiendo lo suficiente.
- El primero de ellos y más evidente es la cantidad de veces que moja el pañal, pues por lo general debe ser de cuatro a seis veces al día. Si existe una disminución de su frecuencia o al retirar el pañal vemos apenas unas gotas, es que el bebé necesita beber más.
- Si las fontanelas de nuestro bebé están hundidas debemos preocuparnos.
- Si la boca, los labios y la lengua tienen un aspecto seco.
- Así como la piel, que está reseca y en tono pálido.
- Además, las heces son más duras y secas de lo habitual.
- Existe somnolencia excesiva, decaimiento o irritabilidad.
Ante cualquier señal de alarma de que se puede estar produciendo una deshidratación de nuestro bebé, deberíamos acudir al pediatra.
La hidratación de la madre es fundamental
La deshidratación y el sobrecalentamiento puede causar en la madre problemas de suministro de leche, con la consecuente deshidratación del bebé. Por ello, como nos explican los expertos de Elvie, “es fundamental que a la hora de ofrecer el pecho a nuestro hijo tengamos un vaso de agua a mano para mantenernos hidratadas”. Además, es recomendable aumentar la ingesta de agua durante el día y comer frutas ricas en agua, como puede ser la sandía, el melón, pero también las naranjas o los arándanos. Y es que la alimentación es fundamental para una madre lactante también en este aspecto.
Ofrecer pecho a demanda más frecuentemente
Los bebés tienen, nos cuentan desde Elvie, “un metabolismo más rápido que el de los adultos”, por lo que son “más propensos a deshidratarse cuando hace calor”. Y, además, ten en cuenta que los bebés menores de 6 meses no necesitan agua, sino que toda su hidratación les debe llegar a través de la leche. Por ello, es bastante habitual que los bebés pidan más leche durante estos meses de verano en los que hace mucho calor. Así, la recomendación es eliminar los horarios de alimentación establecidos y ofrecer la leche a demanda. En este caso, es indiferente que tu bebé esté alimentado por leche materna o leche artificial. Las tomas serán más cortas, pero más frecuentes.
Una recomendación que va más allá, pues muchos recién nacidos no piden con gestos ni movimientos el pecho o la leche, aunque estén deshidratados, no tienen aún la capacidad de reclamar las tomas que necesitan, por lo que no hay que esperar a que nos la pidan, sino ofrecerlas antes.
Un ambiente relajado y fresquito
Encontrar un espacio para relajarse, que no resulte incómodo ni agobiante por el calor es también fundamental. Y da igual, en este caso, que la lactancia sea materna o artificial, aunque, en el caso de la primera, “no estar lo suficientemente cómoda o relajada puede provocar una disminución de la cantidad de leche extraída”, explican los expertos. Por ello, es importante elegir una habitación o sala que esté resguardada del sol y del calor. Una alternativa, por ejemplo, es darse una ducha fría o un baño en la piscina justo antes de la siguiente toma para refrescarse y favorecer el flujo de leche.
Evita los flujos de aire directos
Tanto tú como el bebé, pues aunque puede parecerte un buen remedio para conseguir ese espacio fresquito del que hablamos en el punto anterior, podemos causar un enfriamiento en el bebé. No está desaconsejado su uso con bebés ni mucho menos, pasan el mismo calor que los adultos, pero sí hay que evitar la exposición directa a los flujos de aire frío. Coloca tu ventilador en un lateral de la habitación sin que os dé las ráfagas de aire de lleno o sitúate en un lugar opuesto al aparato de aire acondicionado.
La ropa también debe ser ligera
Otra opción que nos ayuda a regular la temperatura corporal mucho mejor es “reducir la cantidad de ropa o accesorios que llevamos encima”. Por eso, la ropa que llevéis, tanto tú como el bebé, debe ser lo más ligera y fresca posible, primando los materiales naturales y transpirables.
Además, los bebés, cuando comen, sudan mucho debido al esfuerzo que supone la succión, sobre todo, por la cabeza. Por eso, puede ser una buena idea colocar una gasa fina en el brazo sobre el que se apoya para comer.
Extraerse la leche puede ser buena opción
La extracción de la leche nos facilita continuar en cualquier lugar y circunstancia la alimentación a demanda que, durante estos meses de calor, hemos visto cómo debe ser aún más frecuente. Contar con una reserva de leche puede ayudarnos a evitar la posible deshidratación de nuestro bebé si, además del calor, no estamos en casa o vamos, por ejemplo, montados en el coche.
Conserva la leche extraída en el frigorífico
Una de las grandes preguntas cuando se acerca el verano es la de cómo se ha de conservar la leche durante estos meses. Y la respuesta es siempre la misma: en el frigorífico. Aunque el bombeo, nos explican los expertos de lactancia de Elvie, “permite almacenar y conservar la leche materna hasta 4 horas a temperatura ambiente, en situaciones de calor extremo como ahora, se recomienda refrigerarla si no se va a consumir inmediatamente”. Así, “se puede conservar la leche hasta tres días en la nevera evitando la proliferación de bacterias y garantizando la conservación de sus propiedades”. Para hacerlo correctamente, la Asociación Española de Pediatría (AEP) y el Comité de Lactancia Materna aconsejan:
- Tener en cuenta esta tabla de tiempos de conservación máxima: 15ºC = 24 horas, de 19 a 22 ºC = 10 horas, si llegamos a los 25 ºC = 6 horas y si la temperatura se sitúa por encima de los 30 ºC = no más de 4 horas. De ahí, la importancia de la refrigeración que hemos visto.
- Llevar contigo siempre una neverita.
- Guardar la leche en el congelador o frigorífico antes de cumplir las 4 horas de extracción.
La protección solar también importa
Por último, en esta época del año es muy frecuente que aumentemos nuestras horas al aire libre y, por tanto, de exposición solar. Por ello, el protector solar se debe convertir en un básico de nuestro bolso. No solo la ropa o el lugar en el que decidamos amamantar es importante, sino que es importante estar protegida y aplicarse crema solar cada dos horas si pasas más horas de las habituales bajo el sol. Ahora, acuérdate de limpiarte la zona del pecho antes de amamantar para evitar que el bebé ingiera cualquier residuo de producto que pueda quedar en la piel.