Las canciones de cuna, también conocidas como nanas, son uno de los recursos que nuestras madres y abuelas utilizaban para calmarnos y, en la mayoría de los casos, conseguir conciliar el sueño . Su ritmo tranquilo, suave y repetitivo es algo muy relajante para los más pequeños. Los expertos nos explican que el efecto tranquilizador de las canciones de cuna radica, precisamente, en su ritmo monótono y que suele ser muy similar al de los latidos de nuestro corazón. Y es que, ya sabemos que nuestro latido contribuye a nivelar la frecuencia cardíaca del bebé y, por tanto, conseguir que esta encuentre el ritmo adecuado para dormir. De hecho, está demostrado que cuando los niños escuchan una nana, su ritmo respiratorio y cardíaco disminuye. Además, es una muestra de cercanía y cariño hacia ellos, además de darles seguridad, se sienten protegidos y, por tanto, no les importa caer en un sueño profundo. No tienen miedo.
De todo esto, deriva uno de sus grandes beneficios: reforzar los vínculos afectivos entre padres y bebés. Son un recurso además para estimular su desarrollo cognitivo y, además, contribuyen a la ampliación de su vocabulario. Muchos estudios sugieren, por otra parte, que los padres que cantaban canciones de cuna a sus pequeños desde edad temprana, estos aprenden a hablar antes. Ya hay suficientes motivos para que no tengas vergüenza y empieces con alguna de las más clásicas. Acabarás aprendiéndotelas.