Tos y mocos en niños: 10 dudas resueltas

La tos es el síntoma estrella en las consultas de Pediatría durante el invierno. De hecho, es el motivo principal de consulta en Atención Primaria, copando entre el 10 al 20% del total de visitas médicas.

La tos no siempre indica enfermedad, pues hay niños que tosen diariamente aunque estén sanos. ¿Por qué se produce entonces? “La tos es el mecanismo que tiene nuestro cuerpo para proteger las vías aéreas de sustancias irritantes, como el humo. También ofrece protección frente a aspiración de determinados cuerpos extraños (juguetes, piezas pequeñas, alimentos redondos y duros...) y, en el caso de padecer un resfriado común, es la forma que tenemos adultos y niños de eliminar las secreciones respiratorias generadas”, detalla la pediatra.

Hay diferentes tipos de tos, que no son muy difíciles de diferenciar, atendiendo a su ruido característico.

• Tos seca. Se produce con afecciones en las vías altas, y es una tos irritativa, “como cuando te atragantas con la piel de un cacahuete frito y la quieres expulsar con las tos”, ejemplifica la Dra. Muñoz.
• Tos húmeda. Es la que se acompaña de mucosidad.
• Tos perruna. Procede de la laringe y el pequeño suele quedarse también afónico. “Clásicamente, aparece de forma súbita y repentina durante la noche”, destaca la especialista.
• Tos con ‘pitos’. Suele producirse cuando hay una infección de las vías bajas respiratorias y se caracteriza porque suena un pitido al final de la tos. Se presenta a mitad de la noche, no al comienzo ni al final de la misma.

La tos que acompaña a los procesos catarrales comunes suele presentarse con mucha frecuencia al principio y al final de la noche. Esta es la explicación: “Al acostarse los peques, las secreciones respiratorias que durante el resto del día se expulsarían por la nariz, de repente van hacia la parte de atrás y, junto con la inflamación del las vías respiratorias, se genera el reflejo de la tos”, describe la pediatra.

Es decir, es un mecanismo del cuerpo para que esa mucosidad quede fuera del árbol respiratorio. Así, al toser, el niño o bien expulsa las flemas, o bien se las traga. Es muy frecuente, en menores de dos años, que este proceso les produzca arcadas y puedan vomitar en mitad de la noche.

La tos alarma mucho a los padres, pero para combatirla hay que seguir consejos muy comunes, en el mismo sentido que se hace cuando hay un resfriado.

Estas son las recomendaciones de la Dra. Paloma Muñoz Jaramillo:

• Administrar líquidos con frecuencia. En esos días hay que incrementar, además, la ingesta de fruta y verdura, por su alto contenido hídrico. Si, además, contienen vitamina C, mucho mejor, pues “algunos estudios sugieren que la ingesta diaria de esta vitamina no disminuye la incidencia ni la intensidad de los síntomas, pero sí que podría disminuir la intensidad de los episodios catarrales”, aclara.
• Hacer lavados nasales con suero fisiológico. Hay una técnica correcta para hacer estos lavados nasales en niños y en bebés y hay que pedir que el pediatra les enseñe. Los lavados nasales proporcionan un alivio momentáneo al niño, que le permitirá comer y descansar mejor, al liberar la nariz de mucosidades.
• Ponerlo a dormir semiincorporado. Esto permite que la tos sea menor y, por tanto, mejora el descanso.
• Usar algún analgésico en caso necesario. Analgésicos como el paracetamol, en su presentación para niños, pueden ayudar a aliviar las molestias que ocasionan estos procesos víricos y a disminuir el dolor que pudiera sentir el niño por la inflamación de las vías respiratorias.

Aunque los padres suelen demandar en consulta algún remedio para la tos, tipo jarabe, los pediatras no son partidarios de prescribirlos. El motivo es que, tal como cuenta la Dra. Paloma Muñoz, “ningún medicamento ‘anticatarral’, incluyendo antitusivos, antihistamínicos, descongestivos o mucolíticos, han demostrado una eficacia clínica relevante en el alivio de los síntomas del catarro de vías altas, especialmente si nos centramos en el grupo de edad por debajo de los 6 años”.

Por este motivo, los jarabes para la tos (antitusivos) no se recomiendan en edad pediátrica, siguiendo la norma de que un fármaco que no es eficaz no debe usarse. Pero es que, además, tal como advierte la experta, “en los niños por debajo de dos años, el uso de antitusivos (y de otros anticatarrales también) está asociado a efectos adversos potencialmente graves, por eso la recomendación actual es evitar su uso”.

Los niños pueden tirarse varios meses tosiendo en la temporada de virus respiratorios. No es que la tos dure eternamente, sino que van encadenando distintos procesos sin que los padres sean conscientes de que casi no han terminado uno y ya están inmersos en otro.

Hay que tener en cuenta que la tos suele durar unas tres semanas, o incluso cuatro en algunos niños. Como los catarros se van sucediendo, la tos persiste durante varios meses ocupando toda la temporada de invierno.

Hay algunos casos en que la tos en el niño no reviste ninguna importancia, pero otros en los que sí está avisando de un riesgo mayor que necesita asistencia médica.

Estas son las situaciones en que hay que acudir al pediatra (o a Urgencias, según el caso), tal como detalla la Dra. Paloma Muñoz:

• Al niño le cuesta respirar o lo hace muy rápido, de forma que se le marcan las costillas cuando coge aire y la tripa se le mueve descompasada en relación al tórax.
• Está decaído. Su estado general no es bueno, no está entonado, no quiere comer o rechaza los líquidos.
• Presenta fiebre más de dos días. Esta fiebre acompañaría a la tos.
• Tiene menos de seis meses. Si el bebé es menor de seis meses, es invierno y está tosiendo, habría que consultar.
• La tos es perruna o ronca. Con este tipo de tos hay que acudir al pediatra.
• Dudas de un atragantamiento. Si piensas que se ha podido atragantar con algún objeto, debe verlo un médico.
• Si tienes la intuición de que algo no va bien. El ‘sexto sentido’ de los padres puede funcionar muy bien cuando el niño está enfermo.

Este es un mito muy extendido, pero falso. De hecho, tal como cuenta la pediatra, hay estudios clínicos que han demostrado que no es cierto. “Tomamos leche en verano y no aumentan los mocos porque no están presentes los rinovirus”, subraya.

Los padres no deben retirar en invierno los lácteos a sus hijos por su cuenta, pues esta práctica “se ha asociado con la aparición de reacciones alérgicas graves cuando se les vuelve a introducir en aquellos niños que estaban sensibilizados, pero que la toleraban por ingerirla diariamente”, señala la Dra. Muñoz.

Muchos padres recurren a un humidificador cuando el bebé o el niño está con tos o mocos. Esta es la opinión de la experta: “El aire caliente tipo vaho no aporta beneficios consistentes. El uso de humidificadores o nebulizadores no cuenta con estudios bien diseñados que recomienden su uso hasta la fecha”, indica.

Sí es importante reseñar que los niños no deben estar expuestos en ningún momento al humo del tabaco. Además de muchos otros riesgos, “el tabaquismo se relaciona con una mayor incidencia de enfermedades respiratorias de vías altas y bajas en hijos de fumadores pasivos”, alerta.

Los mocos pueden ser más transparente, amarillentos o incluso verdes, pero esto no tiene nada que ver con que el cuadro sea más o menos preocupante.

¿Cuál es la realidad? “Hace años los pediatras decíamos que cuando el color del moco se hacía verde era que se había infectado, esto caló entre los padres que ahora son abuelos y lo siguen pensando”, explica la Dra. Paloma Muñoz Jaramillo.

“En el momento actual sabemos que el color verde se debe simplemente a que se tiñen por una sustancia secretada por las células que nos defienden de los gérmenes que nos producen la infección”, aclara la pediatra.

Mientras un niño tenga mocos, hay que realizar las mismas medidas para el alivio de la tos: administrar líquidos en abundancia, ingerir frutas y verduras, comidas caldosas, lavados nasales para aliviar la obstrucción nasal y, tal como detalla la especialista, vigilar los síntomas de alarma referidos a la tos.