Muchas madres tienen problemas a la hora de dar el pecho . Es algo que se aprende (tanto por nuestra parte como por la del bebé) y que, en ocasiones, tiene por delante algunos obstáculos. Entre los más frecuentes están unos pezones demasiado grandes, muy cortos, planos o invertidos. Pero son son las únicas complicaciones a los que se suelen enfrentar las madres lactantes, sino que hay otros algo que revisten algo más de gravedad , que deben ser identificados y tratados.
Sobre ellos, hemos querido hablar con Inma Cima, responsable de Marketing de Lansinoh, marca de referencia en productos de lactancia en nuestro país, quien nos anima siempre a “no renunciar a la lactancia”, pero sí a reconocer algunos síntomas que, con el tratamiento correcto, no deberían ir mucho más allá. Según ella, son ocho los problemas que más frecuentemente nos encontramos, algunos de ellos temporales, pero tienen solución.
1. Un pezón demasiado grande
Uno de los problemas que más podemos encontrarnos, sobre todo, al inicio de la lactancia es que el pezón de la madre sea demasiado grande para la boca del bebé o que éste no abra la boca lo suficiente como para abarcar toda la zona de la areola. Como consecuencia, lo que se produce es un dolor en el agarre. Sin embargo, es un problema que puede darse al principio, pues con el tiempo el bebé crece y tiene una boca más grande. “Esto no quiere decir que no tengamos que prestar atención al problema, pues la madre necesitará al principio un apoyo adicional para asegurarse de que el bebé se agarra bien”, nos dice la experta.
¿La solución? Si el bebé tiene dificultades, es importante mantener el suministro de leche hasta que pueda engancharse bien. Esto es importante porque, si su boca es demasiado pequeña, por mucho que veamos que lo hace, puede que no alcance los conductos que le proporcionan esa leche. Por ello, la experta nos recomienda “o bien utilizar un sacaleches o bien intentar extraerse la leche con la mano para mantener su producción”. El ajuste entre el tamaño de los pezones y la boca no tardará más que unos días en ajustarse.
2. Un pezón muy corto o ‘pezón plano’
También puede ocurrir todo lo contrario, que las madres vean que su bebé no se agarra bien o no es capaz de sacar el pezón lo suficiente para amamantarle. Y es que, “hay casos en los que los pechos de la mujer pueden estar congestionados después de dar a luz, por una excesiva infusión intravenosa que irá remitiendo poco a poco”, nos dice la experta. Es decir, es completamente temporal y es un problema que se conoce como pezón corto o plano.
¿La solución? Para Inma Cima hay dos posibles soluciones:
- Frotar el pezón puede hacerlo sobresalir y ayudar al agarre, especialmente al principio, cuando el bebé necesita un poco de ayuda.
- Usar lo que se conoce como un evertidor de pezones, que saca el pezón suavemente hasta que el bebé se agarra y comienza a alimentarse.
3. Un pezón demasiado duro
Muy relacionado con el caso anterior es tener la areola, la zona oscura que rodea el pezón, demasiado dura, lo que también dificultará el agarré del bebé al pecho. De la misma manera, se produce una congestión mamaria por tener un exceso de líquido en el pecho (la leche sigue estando ahí y se aumenta la producción según van pasando los días), “pero es muy común que se congestione la primera semana debido al propio parto”.
¿La solución? La experta nos recomienda el uso de compresas de calor o una ducha caliente antes de dar el pecho. También podemos extraer la leche, pues irá aumentando su subida. Si existe dolor, compresas frías después de cada toma.
4. Tener un pezón invertido
Los pezones invertidos son aquellos que están metidos hacia dentro del pecho, impidiendo que el bebé pueda agarrarse con éxito y alimentarse. “Se puede intentar sacar el pezón con los dedos”, algo que debemos intentar de manera suave, pero también existen herramientas seguras que nos ayudan. De nuevo, nos aconseja la experta, el evertidor de pezón y el sacaleches pueden convertirse en nuestros grandes aliados en este caso.
5. Las temidas grietas en el pezón
Como ya hemos confirmado muchas veces, la lactancia materna no debe causar dolor. Debe ser algo cómodo y placentero para ambas partes, tanto para la madre como para el bebé. Sin embargo, esto es tan idílico cuando aparecen las grietas que, en realidad, “se producen por un mal agarre, que da lugar a una congestión y produce daños en el pezón”. Puede ser la causa, o bien de unos pezones doloridos (cuando la piel no se ha llegado a romper) o de unos pezones agrietados (piel herida, rota y mucho más dolorosa).
¿La solución? Pedir ayuda y apoyo profesional inicial puede ser una buena recomendación, para observar bien cuál es el problema del agarre, identificarlo y tratarlo a tiempo. De esta forma, se conseguirá un agarre correcto. Mientras se soluciona, “los tratamientos incluyen la extracción de leche y su aplicación alrededor de la areola, además del uso de cremas con lanolina que nos ayuden a proporcionar un entorno húmedo de curación, tanto interna como externa, para que el pezón vuelva a su estado suave y flexible”.
6. Un conducto del pecho obstruido
No es tan común como todos los casos anteriores, pero sí que suele aparecer muchas veces. Para identificar una posible obstrucción del conducto mamario, “debemos observar la aparición de unos puntos firmes y sensibles en el pecho”. Esos pequeños bultos son leche espesa que se ha quedado estancada y que, si no se trata, puede derivar en una mastitis. Esto suele ocurrir porque el bebé no saca la leche bien o, simplemente, porque el sujetador está mal ajustado a nuestro pecho.
¿La solución? Darle el pecho a tu bebé con regularidad, es la primera recomendación de todas, además del uso de compresas de calor o darte una ducha caliente si existe algún primer síntoma de dolor. Otra de las cosas que nos pueden ayudar, nos comenta la experta, “es darnos un masaje suave, pero con movimientos firmes y que vayan siempre en dirección al pezón”.
7. La aparición de una mastitis
Como ya hemos adelantado en el caso anterior, hay problemas que pueden derivar en uno un poco más complejo, como es el caso de la mastitis . En realidad, es una afección más común de lo que nos pensamos en las madres lactantes, cuyos síntomas son:
- Zona roja, caliente y sensible en los pechos, que pueden desaparecer rápidamente o complicarse.
- Mucho dolor en el pecho, pues aparece una inflamación importante.
- En casos extremos, pueden aparecer fiebre y escalofríos.
¿La solución? En este caso, ante el menor síntoma de alarma, hay que acudir a un profesional sanitario lo antes posible. Lo primero que se recomienda es el vaciado del pecho, ya sea ofreciéndoselo al bebé o extrayéndose la leche de forma manual, la aplicación de frío y el posible uso de antiinflamatorios orales, también pautados y si no hay contraindicaciones.
¿Se puede prevenir? Sí, al igual que se puede intentar que no reaparezca. Para ello, hay que asegurarse de que el bebé se agarra bien al pecho, que se alimenta a demanda y que no se pierde ninguna toma. Incluso, en estos casos, nos dice la experta, “evitar el uso del chupete durante algunas semanas, pues puede provocar un mal agarre al pecho”.
8. Un posible absceso mamario
Por último, estamos ante un abultamiento doloroso en el pecho que, además, viene acompañado de un enrojecimiento e inflamación. Está producido por unas bolsas llenas de pus que pueden ser consecuencia de una mastitis mal tratada o de la interrupción de la lactancia. En el caso de que lleguen a aparecer, suelen hacerlo entre las semanas 3 y 8 después del parto.
¿La solución? Los abscesos requieren un tratamiento rápido con ayuda de tu profesional médico. Por lo general, lo que suele hacerse es drenarlo y prescribir una serie de antibióticos, si no existen contraindicaciones. La lactancia debe continuar durante el tratamiento.