Una de las cualidades más beneficiosas en el ser humano es disfrutar del sentido del humor. Es cierto que algunas personas están más predispuestas que otras y lo tienen más fácil, pero es importante saber que, como otras características de la personalidad, también se puede fomentar. Y es ahí donde los padres juegan un papel destacado, tanto como ejemplo para sus hijos como facilitadores para que ellos mismos puedan desarrollar su sentido del humor.
Germán Payo Losa dirige Educahumor (www.educahumor.com), un proyecto para potenciar el humor, la risa y sus aplicaciones, que ha recibido dos premios nacionales sobre experiencias educativas innovadoras. Hemos hablado con él para que nos descubra cómo desde la familia se puede apoyar esta facultad.
¿Es el sentido del humor una cualidad innata?
Aunque hay quienes defienden que no todas las personas tienen sentido del humor, Germán Payo cree que no es así. “Tenemos dos lados del cerebro: uno lógico y otro creativo; si solo desarrollamos el lógico, el creativo queda adormecido. Si potencias este, verás que todos tenemos sentido del humor. Se puede ver si poner a cualquier persona en el ambiente adecuado para que lo muestre”, explica.
Lo importante es que los padres pueden crear ese ambiente propicio para desarrollar el sentido del humor en sus hijos, a la vez que entrenan el suyo propio. Luego, por instinto de imitación, el niño se contagia. “La espontaneidad, la actitud lúdica, la fantasía, las ganas de ver lo positivo y disfrutar de la vida se absorbe. Y de rebote nos enseña”, añade.
¿Por qué unos niños tienen más sentido del humor que otros?
La personalidad de cada uno tiene cierto peso en la capacidad de disfrutar o no de sentido del humor y la genética también tiene importancia. “Todos somos diferentes y eso está bien. Hoy hablamos de siete inteligencias. A alguien que juega al fútbol le pones un piano delante y lo mismo no se apaña. A un premio Nobel le pides que haga ballet e igual. En el humor pasa lo mismo”, indica Germán Payo.
“Hay niños más divertidos, sonrientes y más ingeniosos que otros, pero todos usan la fantasía, las ganas de jugar, de inventar batallas...”, aclara el experto.
El sentido del humor tiene distintas manifestaciones. Así, unos niños destacan más provocando la risa en los demás y otros apreciando las ocurrencias de los que tienen enfrente.
La cualidad del sentido del humor
Aunque no acompañe la personalidad o se pase por circunstancias adversas, “la predisposición a pasarlo bien, a reír, a jugar... es el abono para que el humor crezca en cada niño, según su carácter”, subraya el especialista.
La salud emocional de todos, pero especialmente de los más pequeños, depende de esa diversión y esas risas. “Si un niño no ríe, ni juega, ni sonríe, es un síntoma de que algo le pasa. Esto sucede en niños en situación de abandono, pobreza o violencia”, resalta.
¿Desde qué edad los niños son capaces de mostrar sentido del humor?
Tal como explica el creador de Educahumor, los niños gozan de sentido del humor desde épocas muy tempranas. Así, en los recién nacidos, y hasta los tres meses de edad, hay un pre-humor corporal que se basa en las cosquillas, las muecas, la sonrisa...
Posteriormente, y hasta los seis meses, se puede jugar con el bebé a esconderse, desapareciendo y tratando de darle un susto al aparecer de nuevo. “Toda sorpresa les hace reír. Las canciones de cuna, jugar con los dedos de una mano... Un niño feliz sonríe desde muy pequeño. Reír juntos crea vínculos”, destaca Germán Payo.
¿Cambia el sentido del humor a lo largo de la vida?
El sentido del humor se va modificando en las distintas etapas de desarrollo del niño. Así, si en los primeros meses es un humor más de contacto, de canciones y de llamar la atención, a partir de los dos años el niño ya exprime su capacidad lingüística para hacer reír. “Su lógica choca con la nuestra y surge el humor. No es consciente de estar rompiendo normas y tabúes y explora espontáneamente”, detalla el experto.
Entre los tres y los seis años, el pequeño disfruta especialmente con el lenguaje y las canciones. “Ya son conscientes de que los chistes, aunque no los entiendan del todo, son herramientas para hacer reír”, revela.
Entre los siete y los doce años, ya usan el doble sentido y les encantan las bromas. “El que hace reír al contar sus aventuras o historias graciosas suele tener un gran ascendiente sobre los demás”, añade.
Y ya en la adolescencia predomina un humor más transgresor, donde el joven explora los límites del mundo que le rodea.
¿Cómo les ayuda el sentido del humor a enfrentarse a la vida?
Tener sentido del humor es un estupendo asidero vital para un niño. Como recalca Germán Payo, “el humor nos ayuda a ver otro punto de vista positivo, divertido”. Esa forma de potenciar la creatividad y de sentir de otro modo va a ayudar a los más pequeños, aunque a veces no resulte fácil.
Es un modo de vivir dando más peso a la espontaneidad y dejando a un lado las malas experiencias y la seriedad excesiva. Además, “un niño que es capaz de contar historias divertidas tiene una herramienta de socialización que le va a ayudar en la vida”, insiste.
La risa puede cambiar emociones. Se debe enseñar al niño a reírse con los demás y no de los demás. “Hay un campo inmenso a explorar sin hacer sufrir a nadie, juntando ingenio y pasándolo bien sin ofender”, aclara el experto.
Entrenar la sonrisa
El sentido del humor no se basa solamente en contar chistes o hacer bromas. Va mucho más allá. “El humor es un modo divertido de ver, sentir, comunicar...”, define el especialista.
Igual que se hace con otros músculos, la risa también se entrena, y se hace delante del espejo. “Con ganas, con risa ventral –que mueve el vientre y hace moverse tu mano si la pones sobre el ombligo–. Te da salud y ganas de buscar excusas para reír más”, aconseja Germán Payo.
Con los niños hay que fomentar esa risa por cualquier motivo, intentar que vivan en un entorno de humor y positividad.
El valioso ejemplo de los padres
“A pesar de llevar 35 años investigando el humor con personas de tres a 18 años, he aprendido más por ser padre. Y estoy convencido de que, con su punto de vista, los niños nos enseñan más que nosotros a ellos lo que es importante en la vida. Nos enseñan a pensar de otro modo”, confiesa Germán Payo. Así, es una ganancia doble.
Los padres deben intentar potenciar el humor en sí mismos, ser optimistas y positivos, fijarse en lo bueno y compartir historias divertidas y reírse de lo que les pasa. De este modo, los niños tienen un ejemplo perfecto para desarrollar su sentido del humor.
“Que los padres sean divertidos es la base. El mejor regalo que le podemos hacer a nuestros hijos es el tiempo, para jugar, reír, cantar, pintar, construir, hacer marionetas, viajar, explorar, descubrir, leer cuentos con ellos...”, enumera el creador de Educahumor.