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salud infantil y piscina© AdobeStock

Verano

¿Cómo afecta la piscina a la salud de los niños?

Estos son algunos de los problemas médicos que pueden presentarse


Actualizado 30 de junio de 2021 - 16:42 CEST

La temporada de baños y piscina en verano es muy estimulante para los más pequeños de la casa, pero puede conllevar también algunos riesgos de salud que conviene conocer. Desde problemas de piel hasta quemaduras por el sol o picaduras de insectos, ¿qué hay que tener en cuenta para que estos chapoteos tan divertidos no alteren la salud de los niños?

flotador en el interior de una piscina© AdobeStock

Evitar los accidentes, lo más importante

Cada verano se producen ahogamientos de menores. Bastan tan solo unos segundos, muy pocos, para que el niño pueda ahogarse. En pequeños que no saben nadar ni flotar, solo unos mínimos instantes pueden ser cruciales.

“Cuando se va a una piscina con un niño pequeño no hay que quitarle la vista de encima ni un momento”, advierte la Dra. Teresa Cenarro, vicepresidenta de la AEPap (Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria).

Su recomendación es que en cuanto el niño tenga edad para ello, habría que enseñarle a nadar o a flotar por si ocurriera algún percance. Además, aconseja vallar las piscinas privadas para que el pequeño esté siempre a salvo.

golpe de calor o insolaci n© AdobeStock

Golpe de calor o insolación

La superficie de piel de los niños es mayor que la de los adultos, por eso, a través del sudor, pierden más agua y más sales. Los menores pueden sufrir un golpe de calor o una insolación a cualquier edad, y es algo que hay que controlar en la temporada de piscina.

Para evitarlo, hay que darles mucha agua para que no se deshidraten. Además, la Dra. Cenarro recomienda no exponer al sol a los niños en las horas centrales del día y protegerlos con gorra y camiseta frente al sol (especialmente en los días de mucho calor).

Los síntomas del golpe de calor son fiebre elevada, dolor de cabeza y gran malestar. Si se produce, el pequeño tiene que ser explorado por un médico.

evitar las quemaduras solares© AdobeStock

Evitar las quemaduras solares

La piel tiene memoria. Por eso, las quemaduras que se producen a lo largo de toda la vida van sumándose, elevando el riesgo futuro de cáncer de piel.

Las quemaduras solares son más graves cuanto más pequeño es el niño. La protección solar es muy importante para evitar estos daños. Así, hay que usar una crema con un factor de protección elevado y “repetir la aplicación cada cierto tiempo”, según explica la pediatra. En niños pequeños, se recomiendan cremas con filtros minerales.

En el primer año de vida, “cuanto menos sol le dé al bebé, mejor”, insiste. “El bebé se puede deshidratar con más facilidad, por lo que hay que evitar las temperaturas altas y las horas centrales del día, en las que el sol tiene más fuerza”, señala.

reacciones ante las picaduras de insectos© AdobeStock

Reacciones ante las picaduras de insectos

Hay niños que tiene una especial reactividad a la proteína que inoculan los insectos, por lo que pueden desarrollar una reacción alérgica.

Así, ante una picadura de mosquito, muy habituales en las zonas con vegetación de las piscinas, la piel del niño puede tener una reacción desmesurada. Le saldrían habones en la piel y la zona se pondría muy caliente.

La vicepresidenta de la AEPap recomienda poner frío en las picaduras o algún calmante local, “teniendo siempre en cuenta que algunas de las cremas más habituales para las picaduras pueden ser fotosensibles”.

ojo con las intoxicaciones alimentarias© AdobeStock

Ojo con las intoxicaciones alimentarias

Las jornadas de piscina en las que se pasa todo el día, con comida incluida, pueden acabar mal debido a las intoxicaciones alimentarias.

Ya sea comida para niños o para adultos, hay que tener muy en cuenta los riesgos asociados al calor y al verano, como la salmonelosis (si el plato lleva huevo).

Aunque la tortilla y la ensaladilla rusa pueden ser muy socorridas, si no se puede garantizar la adecuada conservación en frío de los alimentos, es mejor optar por otros que no conlleven peligro de intoxicación.

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las temidas otitis externas© AdobeStock

Las temidas otitis externas

La humedad altera el pH del conducto auditivo, por eso muchos niños sufren más otitis externas en verano, en la temporada de piscina, aunque también se ven el esto del año.

“Si el niño tiene otitis, debe procurar no sumergir la cabeza, para evitar la presión por inmersión, y seguir las indicaciones de su médico”, indica la pediatra.

Además, si hay otitis de repetición, aconseja secar el conducto auditivo cuando el niño salga del agua.

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hay m s hongos en los pies © AdobeStock

¿Hay más hongos en los pies?

Los hongos en los pies no son más frecuentes en la temporada de piscina en niños pequeños. Pero sí se ven más en los adolescentes por la hipersudoración.

No obstante, la Dra. Teresa Cenarro recomienda que los menores utilicen calzado en las zonas exteriores de piscina donde el agua se acumula por razones de higiene. Así, lo ideal sería ir hasta el borde de la piscina con el pie calzado.

dermatitis y eritemas solares© AdobeStock

Dermatitis y eritemas solares

Algunos niños con dermatitis atópica pueden sufrir más la irritación de la piel debido al contacto con el agua de la piscina. No obstante, en otros no empeora.

En el caso de que el agua de la piscina sí reseque en exceso y resulte problemática para la dermatitis atópica, se pueden aplicar al niño cremas con pantallas para antes de bañarse que hacen de barrera entre el agua y su piel.

Además, la Dra. Cenarro señala que para los niños con dermatitis atópica el agua de mar es la que mejor sienta a su piel, mejorando mucho el cuadro.

la conjuntivitis irritativa© AdobeStock

La conjuntivitis irritativa

En verano se producen muchas conjuntivitis irritativas por el sol. Así, el ojo se enrojece por una exposición solar excesiva.

Hay que tener en cuenta que el agua también refleja el sol, por lo que si el niño está mucho tiempo bañándose, el resultado puede ser el mismo.

“A veces, a esta conjuntivitis se une la propia del polen”, indica la experta. Para saber cuál es el mejor tratamiento para cada niño, sobre todo cuando la irritación es persistente, conviene consultar con un médico.