Madre abraza y consuela a su hijo, que está llorando© Getty Images/Westend61

Psicología

Crisis como la del apagón con niños: una psicóloga da las claves para ayudarles a gestionar su miedo

Niños con miedo a la oscuridad, adolescentes con ansiedad por las posibles causas y sus consecuencias o encerrados en el metro o en el ascensor… ¿cómo hacer frente a estas situaciones?


29 de abril de 2025 - 12:20 CEST

El apagón de este lunes es histórico, como sabemos. Nunca antes se había producido en nuestro país un problema eléctrico de tales dimensiones. Bancos cerrados, metro sin funcionamiento, semáforos apagados, comunicaciones telefónicas y por Internet casi imposibles… El resultado es que muchos trabajadores volvieron a sus casas y la mayoría de las familias recogieron a los hijos del colegio antes de su hora. ¿Cómo afectó esta situación a los más pequeños? ¿Y cómo a los adolescentes?

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Y la pregunta más importante: ¿cómo gestionar con ellos el miedo o el malestar que puedan sentir en situaciones similares? “En momentos de emergencia, los niños miran a los adultos para entender qué está pasando. Más allá de las explicaciones técnicas, lo que necesitan es sentir que hay alguien sereno, cercano y disponible para ellos”, aclara Olga Albaladejo Juárez, psicóloga especialista en salud integrativa. “Nuestra calma es su calma”.

La psicóloga señala que lo sucedido este lunes con el gran apagón fue una situación extraordinaria que nos recordó algo esencial: “incluso cuando la tecnología falla y la incertidumbre aparece, los vínculos emocionales y la seguridad afectiva son nuestro verdadero refugio”. Esta afirmación es una realidad tanto para los niños como para los adultos.

Cuando no podemos cambiar las circunstancias externas, nuestro foco debe ser proteger el bienestar emocional de los niños… y también el nuestro. No se trata de negar el miedo, sino de transformarlo en serenidad, empatía y creatividad

Olga Albaladejo Juárez, psicóloga

Encerrados en el ascensor o en el metro con niños

Sin embargo, hay situaciones especialmente delicadas que dificultan mucho más transmitir esa seguridad a nuestros hijos. A causa del apagón, fueron muchas las personas que se quedaron atrapadas en el metro, en un tren o en un ascensor. Y entre esas personas también había niños y adolescentes, algunos de los cuales pudieron tardar horas en salir. ¿Qué hacer en ese caso?

“Lo primero que debemos recordar en una situación así es que los niños son auténticos espejos emocionales”, responde Albaladejo. “Si nosotros nos mostramos tranquilos, ellos se sentirán más seguros”. La cuestión es qué hacer si el adulto con el que se encuentran también pierde la calma y sentir que los nervios se acaban convirtiendo en ansiedad o en claustrofobia.

“Aunque sintamos miedo o claustrofobia, nuestro objetivo debe ser sostener emocionalmente el momento, tanto para ellos como para nosotros mismos”, responde la psicóloga, que nos da ciertas pautas muy útiles a seguir para lograr el objetivo de ejercer de sostén emocional en una situación así:

  • Respirar profundamente. Antes de actuar o hablar, es recomendable hacer unas respiraciones profundas. “Esto no solo nos ayuda a calmarnos, sino que también transmite serenidad a los niños”.
  • Hablar con voz tranquila y segura. La clave está en explicarles con frases sencillas que “estamos esperando ayuda, que no estamos solos y que todo está bajo control, aunque esté tardando más de lo esperado”.
  • Normalizar la espera. La especialista plantea proponer actividades que mantengan su atención ocupada y relajada, como contar historias, cantar canciones, inventar juegos de palabras, o pequeños retos sencillos y pone los siguientes ejemplos: “¿cuántos animales conoces que vivan bajo tierra?”, “¿qué nombres de colores se te ocurren?”.
  • Transformar la situación en un juego de imaginación. “Aprovechar la creatividad para convertir el encierro en una aventura”. Olga Albaladejo propone pedirles que identifiquen pistas curiosas a su alrededor, imaginar situaciones positivas que podrían ocurrir o llevar la situación al absurdo para provocar carcajadas. Por ejemplo: “¿te imaginas que ahora aparece Spiderman volando para rescatarnos?”. El humor y la fantasía son un recurso fantástico, asegura, puesto que “no solo reducen el miedo en los niños, sino que también nos ayudan a los adultos a rebajar la tensión y compartir un momento de conexión y complicidad”.
  • Validar sus emociones. Es decir, permitir que expresen su miedo si lo sienten, sin juzgarlo ni minimizarlo: “Es normal que te asustes en un sitio cerrado, pero estamos juntos y nos van a ayudar”.
  • Cuidar nuestro propio discurso interno. “Recordarnos que esta situación, aunque incómoda, es temporal y que la claustrofobia es una reacción al miedo, no a un peligro real inmediato. Visualizar mentalmente la llegada de ayuda nos puede ayudar a mantenernos en calma”.
  • Si sentimos que el miedo nos supera, Albaladejo recomienda, siempre que sea posible, alejarnos discretamente de los niños o pedir apoyo a otro adulto más sereno para acompañarlos mientras nos regulamos emocionalmente.

“En definitiva, cuando no podemos cambiar las circunstancias externas, nuestro foco debe ser proteger el bienestar emocional de los niños… y también el nuestro. No se trata de negar el miedo, sino de transformarlo en serenidad, empatía y creatividad”, subraya la psicóloga. “Incluso en un encierro inesperado, podemos sembrar resiliencia, humor y recuerdos de cariño que duren toda la vida”.

Niño bajo las sábanas con una linterna© Getty Images

Cómo gestionar el miedo de adolescentes en crisis como la del apagón

Los adolescentes no se asustarían por el apagón en sí, por el hecho de quedarse a oscuras (o, al menos, no la mayoría), pero muchos de ellos sí pensarían en las posibles causas y en las consecuencias que de ellas podrían derivar. De hecho, como sabemos, en las primeras horas la teoría más extendida que circulaba por las redes sociales es que el origen había sido un ciberataque y que este había afectado prácticamente a toda Europa, hipóteis que ya se ha desmentido oficialmente.

“Con los adolescentes, el enfoque debe ser diferente al que utilizamos con los más pequeños”, señala la psicóloga. “Ellos ya entienden que hay riesgos reales en el mundo, pero a menudo carecen todavía de las herramientas emocionales necesarias para manejar la incertidumbre o el miedo que esos riesgos generan”. De ahí que sea preciso seguir otras pautas:

  • Validar su preocupación. “No minimizar ni ridiculizar sus miedos. Si para ellos pensar en un ciberataque o en un colapso tecnológico genera ansiedad, es importante reconocerlo” y expresarlo de manera similar a la siguiente: “entiendo que te preocupe, es algo que también inquieta a muchos adultos”.
  • Ofrecer información clara y realista. “A los adolescentes les tranquiliza tener datos concretos”, por lo que podemos explicarles, según recomienda la especialista, que las autoridades investigan todas las causas posibles en este tipo de sucesos y que existen protocolos de seguridad preparados para actuar. “La información contrastada ayuda a reducir la incertidumbre”.
  • Recordar nosotros que en la adolescencia los pares son una referencia clave. “A esta edad, los iguales se convierten en una fuente principal, aunque no siempre fiable, de información y opiniones. Es esencial ayudarles a desarrollar pensamiento crítico: animarles a contrastar lo que escuchan, verificar fuentes y no dejarse arrastrar por rumores o dramatismos colectivos. Saber discriminar la información es una herramienta fundamental para su autonomía emocional y mental”.
  • Enseñarles a gestionar la incertidumbre. Es fundamental, nos dice la experta, ayudarles a entender que no siempre vamos a tener todas las respuestas de inmediato y que vivir con cierta incertidumbre forma parte de la vida adulta.” Este puede ser uno de los grandes aprendizajes para toda la vida: confiar en su capacidad de adaptación incluso cuando el contexto es incierto”, subraya. “Mensajes como ‘no saber todo ahora no significa que vaya a pasar algo malo’ les pueden ofrecer calma y estructura emocional”.
  • Fomentar la continuidad de sus rutinas y compromisos. “Es importante que sigan cumpliendo con sus actividades cotidianas (clases, deporte, compromisos sociales). Mantener sus responsabilidades les ayuda a sentirse en control de su día a día. Y para reforzarlo, también nosotros, como adultos, debemos seguir con nuestras propias responsabilidades, mostrando con hechos que es posible continuar con serenidad, aun cuando el contexto externo es incierto”.
  • Cuidar el equilibrio emocional. Para ello, es necesario hablar con ellos, pero también que practiquen actividades como el ejercicio físico, el arte, la música o el contacto con amigos en entornos seguros. Todo ello es fundamental para rebajar la ansiedad y mantener el bienestar emocional.
  • Dar ejemplo con nuestra propia actitud. “Nuestra serenidad, resiliencia y pensamiento crítico son la mejor enseñanza”, reitera Albaladejo. “Los adolescentes observan mucho más de lo que parece y tienden a replicar las actitudes que ven en los adultos”, incluso en aquellos casos en los que no lo expresan de forma explícita.

La adolescencia es una etapa de especial sensibilidad y de búsqueda de referentes”, recuerda la psicóloga. “Acompañarles con serenidad, fomentar su pensamiento crítico y enseñarles a sostener la incertidumbre sin catastrofismos es una de las mejores formas de fortalecer su resiliencia y prepararles para un futuro más estable emocionalmente”.

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