Ir al contenido principalIr al cierre de página
Gloria G., mami de acogida© Claveles Blancos en Familia

Entrevista

Gloria G. y su cuento para acompañar a sus hijas de acogida en el retorno a su familia biológica

El acogimiento plantea muchos retos. Uno de los más intensos es la vuelta del menor con su familia de origen. Los acogedores no siempre tienen la ayuda y los recursos necesarios para afrontar ese momento. 


25 de abril de 2025 - 18:00 CEST

Casi 52.000 menores en España viven bajo la tutela del sistema de protección de menores. Algunos de ellos (unos 18.000) en acogimiento familiar y el resto en acogimiento residencial, a pesar de que la Ley Jurídica del Menor establece que ningún pequeño de menos de seis años esté en residencia, sino en familias. Son niños que han vivido ya situaciones muy complejas y que deben adaptarse a una nueva vida que, afortunadamente, en muchos casos les dará nuevas oportunidades. 

Algunos son adoptados, cuando sus circunstancias así lo permiten, y otros son acogidos en distintas modalidades. Hay acogimiento de urgencia (tiene una duración máxima de seis meses y sirve para que el menor pase directamente a una familia ante situaciones graves antes de decidir qué medida de protección es la más idónea para él); acogimiento temporal (cuando se prevé un retorno con la familia biológica en un plazo breve de tiempo, que suele ser de unos dos años); acogimiento permanente (cuando no se prevé ni a corto ni a medio plazo ese retorno); acogimiento en fines de semana, en vacaciones, durante un curso escolar...

Gloria G. (@mamideacogida, en Instagram) se lanzó junto con su marido al acogimiento permanente. En septiembre de 2022 llegó a sus vidas una niña de 11 meses, y en noviembre de ese mismo año, su hermana, de dos años. En julio de 2024, las niñas retornaron con su familia biológica. No fue un camino fácil para ninguno y para ayudarlas en ese cambio familiar les escribió un cuento para que pudieran entender que no las abandonaban, sino que iban a otro lugar donde también iban a ser muy queridas. Es El viaje de Mía y Alba, con ilustraciones de Tina Walls, y editado por K te cuenta (Kimudi Crianza), un libro tierno y emotivo escrito desde el amor. Lo que empezó siendo un recurso para sus niñas se ha convertido en una obra a disposición de cualquier familia que esté pasando por este proceso. Hemos charlado con ella.

Hace mucha falta acompañar a los niños en el retorno, y creo que un cuento, en el que vean que no son los únicos que lo viven, les puede hacer mucho bien

Gloria G., mami de acogida

Escribiste este libro para ayudar en el retorno a su familia biológica a las dos niñas que teníais en acogimiento. ¿Cómo les ayudó en un proceso tan complicado?

Cuando nos comunicaron la decisión en firme de que las niñas retornaban con su familia biológica, nos encontramos en la situación de que teníamos apenas dos meses para hacer el proceso de transición a su familia biológica. Al ser un acogimiento permanente, por recomendación de nuestras técnicos, no habíamos trabajado antes con ellas la posibilidad de que pudieran volver con su familia, ya que este tipo de acogimiento no suele contemplarlo ni a corto ni a medio plazo. 

Los técnicos de la Comunidad de Madrid nos plantearon que ellas mismas se lo comunicarían a las niñas, para que vieran que no era nuestra decisión, pero, aun así, a nosotros nos preocupaba que dos niñas de tres y dos años pudieran de verdad entender y escuchar lo que dos personas desconocidas les iban a explicar. Por eso, hablando con una madre de acogida, y expresando que en casa siempre se trabajaba todo con cuentos, se me ocurrió la posibilidad de escribirles el suyo propio, en el que son protagonistas de su historia, y en el que se les explica con sus palabras lo que va a ocurrir.

Libro El viaje de Alba y Mía© Claves Blancos en Familia

¿Llegan a entender siendo pequeños esa situación? ¿Cómo se les puede apoyar?

Creemos que la mayor sí que lo entendió mejor, la pequeña no tanto. Es muy difícil con estas edades asegurarse de que lo entienden de verdad. En estos momentos creo que es muy importante acompañarlos emocionalmente y entender la situación tan difícil que están viviendo, ser su hombro cuando lloran e intentar estar hasta el final en lo que necesiten. 

Para mí, el mayor apoyo que creo que se les debería dar a estos niños, tanto en el proceso como después, es mediante el seguimiento de un profesional de psicología experto en adversidad temprana que pueda ayudarlos y acompañarlos en el proceso de adaptación y en el duelo que transitan, y que poco a poco les acompañe para que puedan elaborar su historia de vida.

En esos momentos, la familia de acogida vive un duelo, pero imagino que tiene que sobreponerse para dar seguridad emocional a los menores, ¿cómo se consigue?

No te sabría decir cómo, creo les quieres tanto y das absolutamente tanto por ellos, que sacas fuerzas de donde no las hay para estar al pie del cañón hasta el final. Es cierto que se viven situaciones tan difíciles que a veces es imposible contenerse y creo que es igual de válido para todos. Para nosotros nunca ha habido tabú emocional con las niñas, en casa siempre transmitimos que al igual que ellas ríen, lloran, gritan o se enfadan, a los adultos también nos puede pasar, y podemos tener momentos en los que "lloramos de contentos" o "lloramos por estar tristes". De esa manera, también les enseñamos a gestionarse emocionalmente y a validar y catalogar sus emociones. 

Recuerdo que, durante esas semanas, seguimos mucho el ejemplo de la película 'La vida es bella', y convertimos situaciones difíciles en momentos de juego para las niñas. En esa época estaban como locas con 'Frozen' así que, por ejemplo, el día que las acompañé a conocer su casa nueva, cada habitación o estancia que veía la empecé a asemejar al castillo de Anna y Elsa. De esta manera quise transmitir alegría, seguridad y entusiasmo por su nuevo hogar; ellas miraban con sonrisas de oreja a oreja, emocionadas. A día de hoy, siguen diciendo que viven en el castillo de Elsa.

Manos sosteniendo una pieza que simboliza acogimiento© Adobe Stock

¿De qué forma crees que se podría ayudar a las familias de acogida para afrontar esta realidad del retorno de los niños?​​​​

Uno de los motivos por el que quise publicar El viaje de Alba y Mía, el cuento versionado que les hice a las niñas, fue este, el poder ayudar a familias de acogida a afrontar el retorno de sus niños. Conozco varios cuentos sobre acogimiento familiar, pero en ninguno se trata este tema, que no deja de ser el objetivo principal de esta medida. Por eso me lancé a ello. Creo que hace mucha falta acompañar a los niños en el retorno, y creo que un cuento, en el que vean que no son los únicos que lo viven, les puede hacer mucho bien. Las familias de acogida, durante el proceso, necesitan mucho apoyo, así que cuantas más herramientas y recursos haya disponibles, más fácil lo tendrán.

Tras vuestra experiencia, ¿qué es lo que cambiarías del sistema de protección de menores en relación con el acogimiento?

Para mí, faltan muchos recursos para apoyar tanto a las familias como a los niños durante todo el acogimiento. Echamos mucho en falta un acompañamiento psicológico que nos ayudara a sostener la situación, que sirviera tanto de apoyo para las niñas como para la familia biológica y, por supuesto, a nosotros, que también hemos necesitado y seguimos necesitando terapia para transitar este duelo en vida que estamos pasando. También creo que hace mucha falta que se mire más por el bienestar del menor, que, desde mi punto de vista, muchas veces se deja de lado.

Adultos y niños con recortable de familia de acogida o adopción© Adobe Stock

En vuestro caso habéis logrado mantener una relación con la familia biológica de las niñas y con ellas después de su retorno. ¿Crees que es aconsejable para el bienestar de estos niños?

Rotundamente sí. Ojalá la situación que tenemos nosotros con su familia biológica se repitiera en el resto de casos porque es lo ideal. Cuando desapareces de la vida de un niño para siempre, se genera en él una herida de abandono que trae consigo muchos problemas psicológicos en el futuro como inseguridades, dependencia emocional , dificultad para tener relaciones sociales… 

Es esencial y muy importante continuar estando en la vida de estos niños, ya que las familias de acogida no estamos para restar, sino para sumar a lo que la familia biológica ya les aporta. No les quitamos nada, sino que aportamos un extra a su vida, y formamos parte de ella como un miembro más en la familia, porque somos parte de su historia. Creo que es muy importante fomentar desde el principio del acogimiento una buena relación con la familia de origen.

En España, el número de niños que están en instituciones o residencias y que no viven en familia es alarmantemente alto. ¿Qué dirías sobre el acogimiento a las personas que se lo estén planteando?

Que no lo duden. Que a pesar de todas las dificultades que hemos vivido, nosotros lo volveríamos a repetir con los ojos cerrados. Sin ningún cambio. Porque ellas nos necesitaban a nosotros. Durante el planteamiento y proceso de acogimiento entran muchísimos miedos e inseguridades, pero yo siempre digo lo mismo: el miedo se vence enfrentándote a él. ¡Cuántas cosas dejaríamos de hacer por miedo! Miedo a perder a un ser querido, miedo a que te echen del trabajo, miedo a que no salga algo bien. 

El miedo no puede parar acciones como esta… Porque ese número alarmantemente alto es lo que realmente da miedo. Yo me muero de pensar en todos los niños que viven en una residencia desde bebés hasta los 18 años sin poder saber siquiera lo que es que su madre les arrope cada noche. Y más me muero de pensar, cuando cumplen la mayoría de edad, y les dejan en la calle con una pensión y teniendo que buscarse la vida cuando siguen siendo niños. Esto es lo que realmente da miedo, que en España haya tantos niños sin familia.

Manos sosteniendo un corazón© Adobe Stock

¿Cómo os ha cambiado a vosotros ser padres de acogida?

Nos ha cambiado tanto… Nos ha enseñado a darle valor solo a lo importante, nos ha cambiado la forma de ver y vivir la vida. Hemos aprendido a disfrutar y vivir el ahora y no pensar tanto en el futuro. Hemos aprendido a darnos hasta gastarnos, sin medida, a pensar en el bienestar del menor por encima de todo. Y a pesar de haber vivido una de las situaciones más difíciles de nuestra vida, ha sacado la mejor versión de nosotros. Ellas nos han hecho a nosotros ser mejores personas que antes y han dejado en nuestro corazón una huella imborrable.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.