El sueño de calidad es una necesidad fisiológica para los bebés, pero también para los adultos. Quizás ahí se halle el quid de la cuestión a la angustia que provoca el sueño infantil en muchos padres. ¿Es un problema del bebé o, más bien, la manera de dormir del pequeño confronta con la manera de dormir del adulto? ¿Cómo debe ser el sueño del bebé? ¿Qué deben saber las familias?
Se lo hemos preguntado a la asesora de sueño infantil Desiré Capataz Teixido, que es creadora del método CALMAR, en el que propone dejar de buscar soluciones milagrosas para dormir a bebés, y que acaba de publicar el libro Duerme feliz (Ediciones Toromítico, 2025). Esto es lo que nos responde:
¿Qué es lo imprescindible acerca del sueño del recién nacido y del bebé que debería saber todo padre?
Lo primero que debería saber una familia con un bebé recién nacido en casa es que el sueño es un proceso que va evolucionando a lo largo de la vida. Fisiológicamente hablando no duerme igual un bebé recién nacido que un bebé de 6 meses, que un adulto o un anciano.
Y esto es así por que tenemos necesidades distintas según la edad que se cubren de maneras distintas cuando dormimos. Por ejemplo, sabemos que los bebés pasan mucho más tiempo en fase REM que los adultos.
Hoy en día sabemos que el sueño REM puede tener una gran importancia para el desarrollo, ya que funciona como termorregulador del cerebro en crecimiento. Se dice que los bebés no necesitan descansar tanto físicamente, pero en cambio sí necesitan desarrollar la mente.
Es por ello que el sueño REM se hace crucial para su desarrollo en estos primeros meses. Para los padres es bueno saber que los bebés en esta fase del sueño se suelen mover frecuentemente y hacer muchos ruidos y que eso no significa que estén despiertos ni que deban hacer nada especial.
Pensar que un bebé que se despierta tiene un problema de sueño, básicamente, no tiene sentido
Sabemos también que un bebé, por ejemplo, necesitará alimentarse con frecuencia durante el día y la noche; es por ello que, fisiológicamente hablando, la arquitectura del sueño de un bebé se compone, sobre todo, de ese mismo sueño REM y no tanto de sueño profundo, para que le sea más sencillo despertar en el momento que haya una necesidad nutricional por satisfacer.
Además, un bebé tiene un tiene un ritmo polisecuencial, es decir, dormirá en varios pequeños periodos de sueño durante las 24h del día, precisamente por la misma razón: facilitar la ingesta del alimento, asegurar su supervivencia manteniendo cerca a su cuidador y descansar a menudo para poder evitar la sobrexcitación de los grandes estímulos de la vida fuera del útero.
Pensar que un bebé que se despierta tiene un problema de sueño, básicamente, no tiene sentido. Ahora bien, hay que entender qué sucede en cada etapa si queremos saber qué esperar de nuestro bebé a medida que crece. Ésta será la clave para evitar frustraciones innecesarias y será la clave para tomar luego decisiones sobre cómo afrontar nuestro descanso familiar desde la convicción y la seguridad, sin que nadie nos haga dudar cómo padres. Además, entender a nuestro bebé será el primer paso si queremos luego mejorar las noches.
¿Por qué se despiertan a menudo los bebés?
La realidad es que todos nos despertamos por la noche, todos. Tu bebé no es el único que se despierta por la noche; tú, yo y todos los seres humanos vivos de la Tierra duermen con varios microdespertares que experimentamos a lo largo de la noche. Dichos microdespertares nos mantienen en alerta, son fisiológicos y necesarios para mantenernos seguros.
Mientras dormimos pasamos por varios ciclos de sueño durante la noche. Dicho ciclo de sueño se compone de varias fases del sueño. Al finalizar cada ciclo de sueño todos, tanto adultos como niños y niñas, experimentamos un micro-despertar (estados de semiconsciencia en medio de la noche).
Durante dicho microdespertar estamos en semiconsciencia, y el cuerpo nos da la oportunidad de satisfacer cualquier necesidad que sea necesario satisfacer: si tenemos hambre, sed, calor, frío…. Si hay una necesidad física por satisfacer, ese microdespertar se convertirá en un despertar por completo para poder atender dicha necesidad.
Si, por el contrario, no hay ninguna necesidad física por satisfacer, sencillamente nosotros como adultos y seres maduros que somos cambiaremos de postura y nos volveremos a redormir sin más y, de hecho, al día siguiente no recordaremos siquiera que hemos despertado. Pero lo hemos hecho.
La gran diferencia entre un adulto y un bebé es que un adulto, como ser maduro que es, ha aprendido a gestionar dichos microdespertares de forma autónoma y sabe volver a redormirse sin la necesidad de que nadie le ayude. En cambio, un bebé, no tiene aun esa habilidad y, por lo tanto, reclama ayuda para volver a conciliar el sueño. Normalmente reclamará aquello con lo que concilió el sueño por primera vez (el chupete, el bibi, los brazos, el pecho...).
Pensad que el bebé que se despierta mucho también desea dormirse de nuevo; el problema es que no sabe hacerlo solo y espera que le ayudemos, del mismo modo que lo ha hecho la primera vez o del mismo modo en que suele hacerlo normalmente, ya que es el modo que él o ella conoce.
El bebé es un bebé sano que te reclama por la noche tantas veces como tenga microdespertares porque su intención es volver a dormirse, pero sencillamente no tiene herramientas para hacerlo sin ayuda. No es ni patologico ni anormal ni extraño. Simplemente es una personita en pleno desarrollo que sabe que su supervivencia depende de la atención y presencia constante de un adulto cuidador.
Un bebé nace sabiendo dormir, aunque no corresponda con nuestras expectativas o nuestras exigencias culturales. Pero nace sabiendo dormir como un bebé, es decir, al lado de su madre y/o su padre y con el apoyo físico y emocional de su madre y de su padre. Otra cosa es que desees enseñarle a dormir de otro modo que corresponda más con vuestras necesidades como adultos.
¿A partir de qué edad debería ya dormir toda la noche del tirón?
La realidad es que cualquier bebé sano acabará durmiendo del tirón tarde o temprano. Pero es cierto que, de manera natural, no suele suceder antes de los 3, 4 ó 5 años aproximadamente. Cada padre o madre deberá decidir, con la información en la mano, si está dispuesto o si puede permitirse el lujo de esperar o no.
Y ahí es donde entra en juego la necesidad de que cada padre y madre se informen para que puedan tomar aquella decisión que mejor encaje con sus necesidades sin sentirse presionados por una sociedad y una cultura que siempre te hará dudar hagas lo que hagas.
Una madre y un padre informados serán capaces de tomar una decisión que sea realmente suya, una decisión realmente libre, y una decisión realmente consciente sobre cómo quieren descansar.
Cómo madre y profesional, solo os daría un consejo: no dejéis que nadie os diga lo que está bien y lo que está mal con respecto al sueño de tu bebé. Porque solo tu tienes esa respuesta. Solo necesitas informarte en una fuente neutral y, a partir de ahí crear tu propio punto de vista.
El sueño del bebé está lleno de creencias y dogmas que nos hemos impuesto como madres. Necesitamos liberarnos de todo ello y empezar a criar a nuestros hijos sin tanta culpabilidad por todo.
¿Qué estrategias se pueden seguir para ayudarles a conseguirlo?
Es una pregunta complicada de responder en unas pocas líneas, ya que el sueño del bebé no es algo que se pueda solucionar con cuatro tips o con un método de A, B y C. Hay muchas cosas que afectan al sueño del bebé y es importante trabajarlas de manera totalmente integral si queremos realmente resultados efectivos, duraderos y, sobre todo, respetuosos y adaptados a la realidad de cada bebé y de cada familia.
No hay una sola opción para cada familia. Pero, intentando responder a la pregunta, os diría que hay cuatro pilares fundamentales que tenemos que tener en cuenta si queremos mejorar el sueño del bebé. Y hay que trabajarlos todos.
Aquí te cuento cuáles son esos pilares fundamentales:
- Expectativas realistas: necesitamos entender primero cómo funciona el sueño del bebé, qué podemos esperar y qué no, para luego buscar soluciones adaptadas a la etapa evolutiva de nuestro bebé desde una base realista y consciente.
- Observación: si dedicamos tiempo a observar a nuestro bebé sabremos detectar sus necesidades en el momento oportuno y, por lo tanto, cubrirlas de manera eficiente para que luego pueda descansar con todas sus necesidades físicas y emocionales cubiertas.
- Rutinas: una buena noche siempre empieza con un buen día. Necesitamos cuidar del descanso diurno de nuestro bebé si queremos dormir mejor por las noches.
- Rituales: un buen ritual previo al sueño ayudará a tu bebé a hacer siempre una transición gradual de la vigilia al sueño, le ayudará a prever el momento del día en el que se encuentra y le ayudará a crear relaciones positivas con el sueño.
- Evitar asociaciones (o no): una asociación de sueño es todo aquello que un bebé necesita para conciliar el sueño y para mantener el sueño. Si tu bebé necesita de algún apoyo físico para conciliar el sueño lo necesitará también para redormirse en cada uno de sus microdespertares.
Y necesitamos saber si, como padres, eso supone un problema o no. Ésta es la parte en la que como padres será necesario reflexionar antes de ponernos con ello. Y este es el único pilar que no considero “obligatorio” o necesario para todas las familias. - Constancia: tal y cómo indicaba al principio, las soluciones milagro no existen. Si queremos ver resultados será necesaria tiempo, paciencia y mucha repetición. Si no estamos dispuestos a poner esta dosis de constancia, entonces difícilmente veremos ningún resultado ni a corto ni a largo plazo.
En mi libro hablo muy detenidamente de cada uno de éstos pilares fundamentales adaptándolo a cada una de las etapas evolutivas del sueño del bebé.
¿Es adecuado dejarlos solos en la cuna, aunque lloren, para que aprendan a dormir solos?
¿Dejarías a tu pareja, tu amiga o tu madre llorando sola, sin consuelo, en una habitación oscura? Creo que no necesitamos datos científicos para ser conscientes de que esta práctica no es sana para nadie... Pero además os digo: teniendo otros recursos igual de efectivos y más sensibles a las necesidades de una persona, ¿para qué pasar por ese mal trago todos?
¿Qué papel juegan el contacto, el colecho, la lactancia nocturna y la biología en el descanso infantil?
En casi todos los libros que he leído sobre sueño infantil partimos de aquello que esperan o aquello que quieren los padres. Parece que lo que quiere el bebé no es importante o no es relevante. Parece que lo que quiere o necesita el bebé es indiferente porque lo único importante es que éste sea capaz de adaptarse a casi todo y, si es posible, sin rechistar. Pero, si les preguntáramos ¿qué creéis que os dirían? Sí, estoy segura de que conoces la respuesta, aunque esa respuesta quizás no te guste mucho o no te encaje con todo aquello que te han dicho hasta ahora. Los bebés vienen programados biológicamente para dormir cerca de su madre.
Pienso que este ejercicio de empatía es necesario. Ponernos en su piel. Entenderles. Aunque luego necesitemos que ellos se adapten a cosas. Pero al menos no les pediremos que se adapten sin rechistar. Al menos entenderemos que no es un bebé manipulador que quiere tomarnos el pelo. Simplemente es un bebé, con unas necesidades de contacto y cercanía que han sido olvidadas por gran parte de la sociedad. Pero además el colecho tiene beneficios tanto para la madre cómo para el bebé. No es una práctica tan mala cómo nos han hecho creer. Uno de esos beneficios es que favorece la lactancia materna.
Los bebés vienen programados biológicamente para dormir cerca de su madre
El bebé que duerme junto a su madre suele mamar con más frecuencia. Dicha estimulación del pecho favorece la producción de prolactina en la madre (hormona encargada de la producción de leche). Cuántas más tomas, más prolactina, y, cuanta más prolactina, más leche produce mamá.
Y de hecho, por la noche es cuánta mayor producción de prolactina se generará; por lo tanto, las tomas nocturnas tienen un gran impacto en el establecimiento como en el mantenimiento de la lactancia materna. La prolactina además, ayudará a mamá a volver a relajarse y dormirse ya que es una hormona que induce al sueño.
Y de paso la leche materna contiene L-triptófano, un aminoácido precursor del sueño que ayudará al bebé a redormirse rápidamente. Es decir, que mientras el bebé mama por la noche éste se alimenta, se siente seguro y protegido gracias a la cercanía del cuerpo de su madre, produce niveles de prolactina en la madre que favorecerán la producción de leche y ayudarán a la madre a relajarse y volverse a dormir y, de paso, el bebé se dormirá también rápidamente gracias al L-triptofano que contiene la leche. Sí, hay una relación directa entre el colecho, la lactancia y la biología del sueño de un bebé. Y os aseguro que podría pasarme el día entero escribiendo sobre éste tema..
¿No haber practicado colecho ni haber dado el pecho al bebé puede repercutir, entonces, a la calidad de su sueño?
En absoluto. Un apego seguro se construye de muchas maneras y a lo largo de las 24h del día. El amor de una madre y un padre va mucho más allá de la práctica del colecho o la lactancia. Recordad siempre que el vínculo se crea con el placer. Disfrutad de lo que hagáis, sea lo que sea.
¿Cómo reconocer si el bebé realmente tiene un problema de sueño o si simplemente es el adulto el que debe regular sus expectativas?
Por norma general ningún bebé que se despierta frecuentemente por la noche suele tener un problema real del sueño o una patología real que deba ser tratada. Ahora bien, puede haber algunos casos muy puntuales que sí sean incluso problemas físicos, como por ejemplo, las apneas del sueño, un bebé que suele dormir con la boca abierta y ronca frecuentemente. Éstos bebés suelen tener pequeñas pausas respiratorias durante el sueño y suelen despertar más frecuentemente.
- La falta de hierro. La falta de hierro también puede ser un causante de mayor cantidad de despertares nocturnos, aunque ésto ya sería necesario analizarlo individualmente muy detenidamente.
- Una disomnia. Un bebé con un ritmo ciradiano muy alterado también sería necesario tratarlo con calma; es decir, un bebé que se va a dormir extremadamente tarde, por ejemplo.
Hay más, pero, lo más importante es siempre descartar con tu pediatra.