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Nazareth Castellanos, neurocientífica© Ed. Siruela

Entrevista

Nazareth Castellanos, neurocientífica: ‘Es muy importante reconocer que los niños también tienen estrés’

Hemos hablado con ella y nos da las claves para ayudar a ‘esculpir’ el cerebro infantil y adolescentes


15 de abril de 2025 - 7:30 CEST

Dar la oportunidad a los niños y a los adolescentes de encontrar una mejor versión de sí mismos. Esa es una de las grandes premisas de Nazareth Castellanos, doctora y referente en Neurociencia que ha trabajado en universidades europeas de la talla del King’s College británico o del Instituto Max Plack alemán. Ha publicado recientemente un nuevo libro, El puente donde habitan las mariposas. Biosofía de la respiración (Editorial Siruela), en el que habla de la importancia de la respiración para esculpir nuestro propio cerebro. ¿Cómo aplicar esta asombrosa propuesta al cerebro infantil y adolescente? Se lo hemos preguntado y nos responde de manera clara y sencilla.

¿Qué es la plasticidad cerebral y cómo favorece el neurodesarrollo?

La plasticidad cerebral es la capacidad que tiene el cerebro de reorganizarse. Podría decirse que es como una plastilina que puede tomar las formas que nosotros le vayamos dando. Ayudar a la plasticidad cerebral mejora el neurodesarrollo, en el sentido de que se generan redes neuronales que hacen que tanto su cognición, su atención, su memoria como el procesamiento y expresión de sus emociones se pueda hacer de una forma que para ellos suponga un beneficio.

¿Cómo ayudar a un niño o a un adolescente a esculpir su cerebro?

Una de las formas en las que podemos ayudar a nuestros niños es que, ya desde pequeños, tengamos el hábito, sepamos que de vez en cuando tenemos que dirigir la mirada hacia nosotros mismos. Les ayudaría, les acompañaría e invitaría a que, simplemente, se observen cuando están tranquilos y cuando están en situaciones que puedan ser emocionalmente un poquito más intensas. Lo que yo pretendo defender desde mi investigación es que esa observación de uno mismo, esa contemplación de uno mismo, ya predispone al cerebro para para esculpirse de una forma más saludable.

Al respirar de una forma o de otra, las estructuras cerebrales más implicadas en la emoción se modulan, se atemperan un poco

Asegura en el libro que el cerebro se puede esculpir a base de fuerza de voluntad y de intención. ¿Cómo ayudar a los niños a desarrollar esa fuerza de voluntad?

En pequeños ejercicios del día a día, no sobreprotegerlos; a veces con muy buena voluntad, hacemos muchas cosas por ellos. Hay que buscar ese equilibrio entre quererles y enseñarles a que se quieran ellos mismos. Cuando hay un respeto hacia uno mismo, el esfuerzo que cueste el cuidarse, creo que cuesta menos. 

En un niño que presente ciertas dificultades (sin llegar a tener un trastorno), ¿se puede aprovechar la plasticidad cerebral para fomentar habilidades en él?

Hay algo que yo resalto mucho en el libro, que es esa capacidad de resiliencia que todos tenemos y que es especialmente importante en la infancia. Por ejemplo, hay un estudio de Bonanno (profesor de Psicología Clínica en la Universidad de Columbia) que yo cito mucho porque me parece muy relevante, nos dice que, cuando hay situaciones que son un poquito más complicadas en la infancia, las referencias que tenga el niño favorecen esa resiliencia, esa capacidad del cerebro a transformarse.

Esas referencias pueden ser no solo los padres, sino puede ser un maestro, una persona conocida, un deportista… Esto es algo que a mí me genera mucho interés porque también nos sale la responsabilidad que tenemos todos de cuidarnos a nosotros mismos, porque podemos ser la referencia de alguien que a lo mejor es el único faro que tiene para agarrarse.

Especialmente a los que están con niños, los maestros. Defiendo tantísimo que hay que cuidar mucho a los maestros porque se convierten en los faros de nuestros niños y, especialmente, que eso es lo que muestran los estudios, aquellos niños que están en una situación un poquito más difícil, la sincronización entre cerebros con el profesor es mayor. No solo enseñamos a los niños matemáticas o inglés; el aprendizaje día a día en la escuela es un aprendizaje entre personas, y de ahí la importancia de cuidarnos todos.

‘El puente donde habitan las mariposas. Biosofía de la respiración’, de Nazareth Castellanos© Editorial Siruela

Habla, en el libro, de la importancia de saber respirar. ¿Es necesario enseñar a los niños a respirar desde pequeños?

A mí me parece absolutamente fundamental. Desde la investigación que hacemos en la Fundación, estamos evaluando protocolos de respiración científicamente para que puedan ser aplicados en las escuelas. O sea, si desde pequeñitos ya les enseñamos que en su propio cuerpo hay herramientas a las que ellos pueden agarrarse en diferentes situaciones, eso es un aprendizaje que se llevan para siempre. Si eso lo has incorporado desde pequeñito, pues fíjate con qué soltura y cuánto vas a aprender a lo largo de la vida a partir de ahí.

Es muy importante reconocer que los niños también tienen estrés. Parece que los niños siempre están bien y, aunque después de algo se pongan a jugar como si nada, los niños también tienen estrés. Enseñarles a reconocer esa emoción en sí mismo, a familiarizarse con su cuerpo y a decir “aquí tengo una herramienta que a lo mejor me ayuda un poquito”, voy a respirar, es necesario. Y se ha visto que se puede hacer incluso en niños que tengan seis o siete años.

Para conocer el cerebro infantil y adolescente, primero aprendamos a conocer el nuestro

Además, me parece que la respiración es algo muy bonito. A parte de que se ha visto que, al respirar de una forma o de otra, las estructuras cerebrales más implicadas en la emoción se modulan, se atemperan un poco; también hay algo que yo encontraba muy bello y es que, como es mi propia respiración, si me puedo agarrar en mí misma, si me puedo apoyar en mí misma en una situación compleja, mi propio cuerpo me sostiene, mi propio cuerpo es refugio. Esto es algo que se ha estudiado. Los beneficios que tiene sentir el cuerpo como refugio para la salud mental, para el bienestar.

Yo lo he hecho muchas veces, yo empecé a estudiar la respiración cuando empezamos el proyecto en la universidad; fue empecé a probar la respiración, la atención, pero yo tenía 40 años y yo siempre decía “¡caray!, si a mí me hubieran enseñado esto antes…”.

Asegura que, en algún momento, todos vamos a sufrir por hábitos que se podrían haber evitado. ¿Qué importancia tiene enseñar hábitos saludables físicos y mentales a los niños?

Un estudio dice que la mayoría de las personas vamos a pasar por situaciones que son potencialmente traumáticas, pero un muy bajo porcentaje de ellas ha hecho algo profesional para acompañarse y paliar las secuelas de esa experiencia. Por tanto, todos vamos arrastrando heridas que, inevitablemente, lo queramos o no, acaban saliendo. Esas heridas hacen daño a uno mismo y hacen daño a los demás.

No todo se puede evitar; evidentemente, el sufrimiento está ahí, pero hay mucho sufrimiento que se podía haber evitado si todos tuviésemos ya la costumbre de ir cuidando nuestra salud mental, si normalizásemos el ir a terapias, acompañamientos… No apoyo una corriente u otra, sino que hagamos algo. Igual que hemos normalizado que hay que hacer ejercicio y comer bien para tener salud, pues tienes que hacer algo también para tu salud mental.

Dejamos nuestra psicología a la deriva completamente y eso nos hace que, cuando llegue una situación adversa, ni sé cómo reaccionar ni sé qué hacer; estamos perdidos o, si he pasado por aquella situación adversa, ya que arrastro todo aquello que me haya dejado. Defiendo mucho esa pedagogía del cuidado y el normalizar el cuidado de la salud física, que ya lo tenemos asumido, lo hagamos o no, sabemos que es importante; vamos a asumir también el de la salud mental.

En la adolescencia se produce una poda neuronal; ¿es una nueva oportunidad para el cerebro del adolescente?

Es una época que es fascinante. La vemos desde un punto de vista, muchas veces, muy dramático y entiendo que conlleva muchas dificultades, como cualquier proceso de transformación. Yo la veo como una crisis, y una crisis significa tecnológicamente la oportunidad de crecer, de cambio, pero nadie ha dicho que sea fácil, por supuesto que no.

A mí me parece fundamental el poder acompañar a los adolescentes desde ese cuidado a uno mismo; la alimentación en la adolescencia me parece fundamental y se hace fatal. Dentro de lo que ya nos aporta la ciencia en este caso, pues acompañar y acompañar, porque ya están en una edad donde pueden empezar a comprender esa transición a la edad adulta, donde ya hay una toma consciente de decisiones. Por eso yo abogo por acompañar más, por más divulgación, por más programas de estar con ellos. Ayer yo estaba diseñando un programa de respiración para adolescentes y hay estudios que muestran unos resultados maravillosos. Ellos lo agradecen, sobre todo.

Igual que dejamos la psicología a la deriva, también hay cosas que son importantísimas en nuestra sociedad y las dejamos completamente abandonadas, pero vamos a mejor. Soy muy agradecida con lo que se está haciendo y muy optimista.

¿Qué deberíamos saber los padres acerca del cerebro infantil y adolescente?

Yo diría que primero aprendamos a conocer el nuestro. Yo me he visto muchas veces como madre exigiéndole a mi hija actuaciones que luego digo “pero ¿por qué tú no lo haces?”. Yo creo que cualquier aprendizaje empieza por el aprendizaje de uno mismo y, a partir de ahí, yo creo que estás en otra disposición de aprender otras cosas y, sobre todo, de intuir otras tantas. Por ejemplo, la respiración; si no sabes tú hacerlo, no le puedes enseñar a tu hija.

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