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Madre e hijo con un corazón en sus manos© Getty Images

Psicología

Trauma por abandono: la huella en el corazón que acompaña a los niños adoptados para siempre

Lo padecen todos los niños que han sido adoptados y, aunque es posible tener una vida funcional y apacible, nunca se llega a superar al cien por cien


14 de abril de 2025 - 18:00 CEST

Más allá de la dependencia del bebé hacia un adulto de referencia por una cuestión de pura supervivencia, el vínculo madre-hijo se gesta ya en el vientre materno. Por eso todos los niños adoptados tienen trauma por abandono, según nos indica Montse Lapastora, psicóloga clínica, especialista en adopción, trauma y apego, directora de Psicoveritas y miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.

“Cuando el bebé nace y se le separa de su madre, esa separación queda registrada en su cerebro”, explica. “Se segregan una serie de químicos y un impacto emocional que el bebé va a recordar desde lo implícito; es decir, su cerebro lo va a recordar, aunque él no, y eso hace que en el futuro, a corto, a medio y a largo plazo, tenga consecuencias”.

En el mismo sentido, Laura Llamas, psicóloga especializada en traumaterapia infantojuvenil y directora de Laura Llamas Psicología, recuerda que el vínculo madre-hijo es la primera experiencia de vida del bebé. “Al perder ese primer vínculo, el bebé experimenta el vacío que supone la pérdida de su primera conexión con la vida”, añade.

El trauma por abandono en niños adoptados

Montse Lapastora detalla que, incluso si la madre biológica da a luz a un bebé y la madre adoptiva está en la habitación de al lado para recoger al niño y estar con él en ese instante, se produce el trauma por abandono. “Evidentemente, no sería igual ese trauma a si luego hay añadidos de orfanato o de separaciones, pero esa impronta genera una situación de trauma”, puntualiza. “Para que un niño sea adoptado, ha tenido que ser abandonado, y el abandono genera trauma”.

Ese trauma se puede manifestar, incluso, antes de nacer, según señala Laura Llamas, aludiendo a varios estudios científicos y a la práctica clínica: “en la etapa perinatal, si la madre fue expuesta a factores de estrés como violencia familiar, un contexto de pobreza, adicciones… afecta a la formación del sistema nervioso y el cerebro”, especifica. “Un alto nivel de cortisol (hormona del estrés) en la madre influye en la formación del sistema nervioso (encargado de regular los estados de supervivencia), por lo que estos bebés pueden ser más sensibles y difíciles de corregular”. 

Para que un niño sea adoptado, ha tenido que ser abandonado, y el abandono genera trauma 

Montse Lapastora, psicóloga especialista en adopción, trauma y apego

Más allá de la explicación científica, está también la explicación lógica, el razonamiento del propio niño. Montse Lapastora pone como ejemplo a un niño de 2, 3 o de 5 años que haya sido adoptado en Rusia “y que te dice sí, yo fui adoptado en Rusia; lo saben, pero no lo sienten”, advierte. “Llega un momento en que él se da cuenta de que, para que lo hayan adoptado, ha tenido que ser abandonado”.

“Pensar mi madre me abandonó no es fácil de digerir”, subraya la experta en adopción, trauma y apego. Esa realidad conlleva, además, multitud de interrogantes añadidos: “¿cuál es mi herencia?, ¿por qué mi madre hizo esto?, ¿cómo estará?, ¿pensará en mí?, ¿está viva?”. Lapastora nos cuenta que esta última pregunta era muy frecuente entre los chavales que acudían a su consulta durante la pandemia del Covid.

“Por otro lado, también sabemos que si se dan fuentes de protección al menor y la familia de acogida puede hacer esa función de acunar, cuidar, sostener y regular los estados emocionales del bebé, ayuda a sanar el trauma por abandono”, asegura Laura Llamas.

Familia adoptiva© Getty Images

Consecuencias del trauma por abandono en el niño adoptado

Las consecuencias del trauma por abandono en niños adoptados se manifiestan en el plano emocional y, sobre todo, en la forma en la que establecen sus relaciones sociales. Así, Llamas enumera tres consecuencias que se observan en estos niños a la hora de relacionarse con otras personas:

  • Expresan miedo y ansiedad al separarse de sus cuidadores, como cuando van a dormir, tienen que estar en habitaciones solos, estar con personas nuevas o situaciones desconocidas. “Suelen estar en un estado de hiperactivación y nerviosismo, siendo difícil calmarles”, indica la especialista en traumaterapia infantojuvenil. Por su parte, Lapastora comenta que es muy habitual que niños que fueron adoptados con dos o tres meses de vida sigan preguntando a sus padres adoptivos, con 8 años, si les van a ir a buscar al colegio. “Ellos saben, a un nivel más o menos racional, que su madre no le va a abandonar, pero no pueden sentirlo igual”, subraya la directora de Psicoveritas. “Lo emocional va por un lado y lo racional, por otro”.
  • Pueden parecer muy autónomos y desapegados con sus cuidadores. Al contrario que en el supuesto anterior, estos niños “pueden mostrar que no necesitan ayuda para realizar algunas tareas y que no necesitan a un adulto que les guie o acompañe, incluso, pareciendo distantes o fríos”.
  • Ambas expresiones se pueden dar en un mismo niño, pero cambia dependiendo del evento. “Esto está relacionado con el estilo de apego, que en estos casos suele ser desorganizado”.

A las consecuencias desde el punto de vista de la relación con el otro, hay que añadir otro tipo de formas en las que la ansiedad por separación se manifiesta; puede generar, según Llamas, “un sistema nervioso hipersensible a los estímulos externos, algunos problemas cognitivos como déficit de atención o problemas de aprendizaje”.

Estos niños siguen necesitando el amor, la protección y la conexión que no vivieron en sus primeros años de vida

Laura Llamas, psicóloga especializada en trauma

“Quienes trabajamos con esta población, comprendemos que estas conductas son mecanismos de adaptación para sobrevivir al abandono, la soledad y la desprotección”, añade la especialista en Traumaterapia infantojuvenil. “Estos niños siguen necesitando el amor, la protección y la conexión que no vivieron en sus primeros años de vida”.

¿Cómo ayudar a los niños adoptados a superar el trauma por abandono?

Las dos psicólogas coinciden en que el trauma por abandono que sufren estos niños siempre permanece, de una manera u otra. Aún así, aunque no se pueda reparar al cien por cien, sí se les puede ayudar: para ello, “lo más importante es una familia consciente y dispuesta a aceptar al niño y sus heridas emocionales derivadas de su experiencia de vida”, afirma Laura Llamas. “En la práctica clínica, observamos que a mayor consciencia y aceptación de las dificultades del niño, mayor probabilidad de conectar y saber ayudarles”.

Por lo general, los niños adoptados necesitan de terapia psicológica para trabajar la gestión emocional, las experiencias traumáticas de vida y la integración en la nueva familia, especialmente si la adopción se produce a los meses de nacer o cuando ya tienen algunos años. Pero es importante que el profesional que los trate sea un profesional especializado en trauma y que sepa cuáles son las consecuencias neurológicas del abandono y que tenga claro que la terapia cognitivo-conductual no funciona con ellos, tal y como advierte Lapastora.

En lo que a las consecuencias neurológicas se refiere, la psicóloga especialista en adopción pone de manifiesto que “se ha visto que los niños que han vivido el trauma de forma reiterada tienen el hipocampo más pequeño”. La experta cita las investigaciones de Bruce Perry, psiquiatra infantil y neurocientífico y miembro senior de la Academia de Trauma Infantil de Houston; en una de ellas demostró, mediante dos escáneres del cerebro de dos niños, cómo les afecta la negligencia. Uno de los escáneres muestra el cerebro de un niño de tres años que ha vivido negligencia severa y el otro, el de un niño de tres años que ha tenido un desarrollo normal. “El cerebro del niño que ha tenido un desarrollo normal es casi el doble y además es mucho más blanco; el córtex se ve más blanco porque está más mielinizado, hay mucha más conexiones neuronales”.

Además, “un profesional tiene que saber que, en general, la psicología cognitivo-conductual no funciona, o sea, los castigos, las fichas no funcionan, porque el trauma no les deja aprender de la experiencia”, subraya Lapastora. Por supuesto, es esencial que los padres formen parte de esa terapia y que demuestren a su hijo que están por y para él.

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