Los niños y los adolescentes también necesitan ir al psicólogo. De hecho, las consultas de psicología infanto-juvenil suelen estar llenas y la mayoría tienen, incluso, lista de espera. Sin embargo, es una realidad que parece oculta; da la sensación de que los niños que van a terapia psicológica son una excepción. ¿Por qué muchos padres y madres ocultan que sus hijos van al psicólogo?
“El miedo al qué dirán, el desconocimiento o la falsa creencia de que acudir al psicólogo es un fracaso como madre o padre hacen que muchos lo vivan en silencio. Pero lo cierto es que buscar apoyo para un hijo es uno de los actos más valientes y amorosos que se pueden hacer”, nos dice Olga Albaladejo, psicóloga especialista en salud integrativa y miembro de Top Doctors Group.
Buscar apoyo para un hijo es uno de los actos más valientes y amorosos que se pueden hacer
La psicóloga subraya la necesidad de normalizar acudir o llevar a un hijo a salud mental, del mismo modo que no se tiene reparo en ocultar que tenemos cita en el médico o en el pediatra. “Cuanto más natural lo vivamos en casa, más fácil será para nuestros hijos crecer sin miedo a expresarse, pedir ayuda o cuidar de su salud mental”, recalca. “Porque el bienestar emocional no es un lujo: es un derecho y una base imprescindible para una vida plena”.
Es importante que las familias se conciencien de que “pedir ayuda profesional ante síntomas psicológicos es una forma de cuidar y prevenir”. Por tanto, no tiene nada de malo hacer saber al entorno más próximo que un niño o un adolescente va a terapia. Sin embargo, la principal duda a la hora de dar a conocer esta cuestión es la posibilidad de que se etiquete al menor.
¿Contar que un niño va al psicólogo puede favorecer que lo etiqueten?
“Es posible, especialmente en entornos y con personas que aún tienen prejuicios”, reconoce Albaladejo. “Por eso es tan importante que los adultos seamos los primeros en cambiar la narrativa: ir al psicólogo con la naturalidad con la que vamos al médico, saber que no siempre significa estar mal, sino querer estar mejor. No es debilidad, es responsabilidad emocional”.
“El riesgo de etiquetar existe, pero también existe la oportunidad de transformar miradas”, sentencia la especialista en salud mental. Al respecto, nos da una información muy valiosa y que es necesario saber para ayuda a cambiar la narrativa y a transformar miradas y es que “muchos niños y adolescentes que acuden a terapia se convierten en referentes de madurez emocional, desarrollan habilidades para gestionar conflictos, conocerse y tomar decisiones con más seguridad”.
Por eso, nuestro papel como adultos es, tal y como indica Olga Albaladejo, acompañar, proteger y educar al entorno, para que en lugar de etiquetas haya comprensión y apoyo.
‘¿A quién contarle que nuestro hijo va a Salud Mental?’
Teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿cómo es recomendable que procedan los padres? ¿Es adecuado que comenten con naturalidad con cualquier persona que su hijo va al psicólogo o al psiquiatra? “La naturalidad es siempre recomendable, pero con criterio”, advierte Albaladejo.
“No todos los entornos son igual de seguros o empáticos”, añade. “Compartir que nuestro hijo acude a un psicólogo con familiares o amigos cercanos puede abrir espacios de comprensión y apoyo. Pero no es necesario hacerlo público en contextos donde pueda haber prejuicios o falta de sensibilidad”.
Muchos niños y adolescentes que acuden a terapia se convierten en referentes de madurez emocional
La clave está en entender que actuar con naturalidad no implica contarlo a todo el mundo, sino no esconderlo como si fuera algo negativo. “Lo que buscamos es proteger el bienestar emocional del menor, no alimentar el silencio ni fomentar el estigma”.
Por supuesto, es imprescindible tener algo muy en cuenta: que el niño o el adolescente quiera darlo a conocer o prefiera guardarsilencio. “Hablar de salud mental con serenidad y respeto contribuye a normalizarlo, siempre que respetemos la privacidad del niño y su deseo de discreción o apertura”.
“En cualquier caso, lo esencial es que el menor se sienta acompañado, comprendido y respetado. No se trata de ocultar, pero tampoco de exponer sin cuidado”, reitera Olga Albaladejo. “Elegir con quién compartirlo y en qué momento, desde la confianza y el respeto, es una forma de proteger su bienestar y, a la vez, normalizar que pedir ayuda está bien”.