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Clase de yoga para niños© Getty Images

Niños

Por qué el yoga es ideal para los niños y cómo enseñarlo de forma divertida

Los beneficios para los niños de practicar yoga les serán útiles en aspectos fundamentales de su vida presente y futura


20 de marzo de 2025 - 7:30 CET

Toda práctica deportiva va a aportar beneficios a los niños, pero si además esa práctica es el yoga, los beneficios se multiplican, puesto que “desarrollan habilidades físicas, pero también emocionales y mentales”, manifiesta Marion Loubriat, instructora de yoga en familia y de yoga prenatal y co-directora del Centro Ashvi Yoga (www.ashviyoga.com). “Es especialmente útil en niños que tienen muchas exigencias escolares y emocionales”, asegura.

Lo es porque ayuda a estos niños (y a los adultos también) a gestionar mejor el estrés y la concentración, algo que Marion trabaja con ellos mediante juegos que, según nos cuenta, favorecen el enfoque, la calma y la creatividad. “Y en caso de yoga en familia, la cooperación entre un niño y un adulto, favorece el contacto físico sano”, añade. “A veces se vuelven a encontrar los padres y los niños en el yoga porque hacemos masajes, acrobacias, respiraciones... juntos”.

La clase de yoga para los niños es más lúdica y se desarrolla a través de juegos y de historias para guiar la práctica de imitación de animales de naturaleza

Marion Loubriat, instructora de yoga en familia

¿Qué beneficios aporta el yoga a los niños?

El desarrollo de habilidades físicas junto a otras emocionales y mentales es, como señalaba la profesora de yoga, el beneficio esencial que esta práctica ofrece a los niños. La pregunta entonces sería cómo se logra desarrollar esas habilidades. Lo que nos responde Loubriat es que les ayuda a tomar conciencia de su cuerpo y de sus emociones.

“Siempre al empezar podemos conectar con la emoción que nos define. Al principio de la sesión, tomaremos conciencia de que la emoción cambia en la práctica y de cómo aprendemos a descubrir nuestro poder interno porque superamos a la vez nuestra fuerza física y nuestras emociones, porque somos más que emociones”, expone la especialista.

Marion Loubriat afirma que el yoga nos ayuda a aceptar y a respetar nuestro cuerpo, así como a amarnos a nosotros mismos “con dignidad” y a saber “convivir con amor con los demás”. Esto que parece tan simple es uno de los grandes problemas a los que se enfrentan muchos adultos, que ven cómo no saber hacerlo les condiciona sus relaciones en todos los ámbitos de su vida. “Si podemos aprender esto y experimentarlo desde niños, seremos mejores adultos”.

Clase de yoga para niños© Getty Images

¿A partir de qué edad pueden practicar yoga los niños?

“Yo diría que es para todas las edades, desde el nacimiento”, responde Marion. Nos explica que, cuando la madre esté preparada para hacerlo, puede acudir a clase de yoga con su bebé. “Ahí el bebé desarrolla un espacio de quietud con la madre diferente de él de casa. De hecho, yo flipo porque no lloran durante la sesión, están súper tranquilos”, nos dice.  

En esas clases, cuando el niño aún es un bebé, lo que se promueve es la conexión madre-hijo y el bienestar físico, así como la recuperación posparto de la madre. Es un poquito más adelante cuando las clases se orientan más al propio niño; así, a partir de los 2 ó 3 años se les enseña yoga “con juegos, con dinámicas adaptadas y posturas con más estructura”.

Desde los 4 años se puede practicar y diría hasta la adolescencia, que siguen siendo niños”, comenta la profesora de yoga en familia. “Es súper interesante porque nos podemos enfrentar ya a problemáticas más profundas”, plantea. “Incluso en casos de trastornos mentales o de anorexia, podemos practicar yoga, ya que sabemos que es una práctica más holística (cuerpo, mente, emoción y respiración)”.

¿Cuáles son las posturas de yoga más adecuadas para los niños?

Loubriat nos explica que no hay contraindicación en el empleo de ninguna postura en concreto por pare de los niños, siempre que se respete la edad del menor y su desarrollo físico. Nos cuenta que la serie de los saludos al sol es muy adecuada para los más pequeños de la casa porque es muy completa para la columna, para la circulación y para la flexibilidad. Esa serie incluye posturas como la del gato-vaca o la del perro boca abajo. También la del árbol porque con ella se trabaja el equilibrio, “que no es nada fácil para los niños”.

“Lo bueno del yoga es que hay muchas posturas que tienen una conexión con el mundo animal y vegetal”, comenta la experta en yoga infantil. “Te doy ejemplos: la mariposa, que favorece la apertura de caderas; la paloma, que se puede volver; la sirena, para los niños; el pez, que se vuelve un pez luminoso que nos ayuda a abrir el corazón…”. Todas esas posturas permiten, según afirma la co-directora del Centro Ashvi Yoga, “a desarrollar todo un mundo de creatividad y de imaginación”.

¿Cómo es una clase de yoga para niños y en qué se diferencia de la de los adultos?

“La de los niños es más lúdica y se desarrolla a través de juegos y de historias para guiar la práctica de imitación de animales de naturaleza”. También la estructura de la clase es diferente, es más flexible y más dinámica, según nos cuenta la experta. “No hay posturas mantenidas por mucho tiempo, como en las de los adultos, o con un enfoque exclusivo en la alineación o el esfuerzo físico, sino que se prioriza la creatividad y el disfrute”.

La clave es, en todo caso, darles instrucciones cortas, claras y sencillas para facilitar la comprensión. “La respiración siempre viene bien para los niños inquietos”, añade. “Yo utilizo imágenes de la respiración de la montaña, de la flor, del globo que se hincha y que se deshincha”. Son imágenes que, tal y como indica, se pueden usar también en el día a día, en el colegio o con los padres. Por ejemplo, “en el momento de hacer los deberes en casa, si la cosa va muy mal, volvemos a la respiración juntos”, recomienda Marion Loubriat.

De hecho, ella misma practica yoga con sus dos hijos, de 7 y de 9 años, que le suelen acompañar en sus clases grupales en familia. Y lo hace porque los beneficios no se quedan solo en el presente, sino que les ayudará a gestionar determinadas situaciones en el futuro, según asegura Marion: “lo que te quedas de experiencia como niño te quedará para adulto, como en la gestión de estrés luego en el trabajo”.

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