Niña en el laboratorio de Ciencias© Getty Images

Altas Capacidades

Jana Martínez-Piqueras, experta en altas capacidades: ‘La gestión emocional es dificilísima en niños con altas capacidades’

Hablamos con tres madres cuyos hijos han atravesado o están pasando importantes dificultades a causa de las altas capacidades


17 de marzo de 2025 - 17:46 CET

Las altas capacidades nunca se ven como un problema; más bien, todo lo contrario. Lo habitual es verlo como una suerte, como una puerta abierta hacia el éxito en el futuro (y en el presente) del niño o de la niña que ha sido diagnosticado como tal. Pero nada más lejos de la realidad y  si no que se lo digan a Eva Pinel, a Paula Domínguez o a Silvia P., madres todas ellas de niños con alta capacidad intelectual.

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Las tres nos recibieron el pasado viernes 14 de marzo con motivo del Día de las Altas Capacidades en la Fundación Indifferent Minds, cuyo objetivo es dar apoyo a estos niños y a sus familias. Junto a ellas se encontraba Jana Martínez-Piqueras, docente experta en Altas Capacidades y fundadora de Indifferent Minds. También estaba Lucas, el hijo de Paula, que tiene 12 años.

Todas han sufrido lo que de verdad significa ser “superdotado”: ansiedad, aislamiento social, depresión infantil… En el caso de Silvia, cuyos dos hijos son altas capacidades, las consecuencias han derivado en su máxima expresión, pues su hija, de 16 años, ha presentado autolesiones en más de una ocasión. “Mi hija en el mes de octubre estaba metida en la cama, literal. Decía no vuelvo a ir a clase nunca más”, nos cuenta Silvia. Relata cómo cada mañana intentaba levantar a su hija para que fuera a clase y cómo, ante sus reiteradas negativas, le pedía que al menos se levantase de la cama. “Había días que la conseguía levantar a la una o a las dos del mediodía y solo se levantaba, se duchaba, se arreglaba y salía para ir a este entorno”.

Hay muchos niños y adolescentes con altas capacidades ingresados en unidades de TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria) y en unidades por autolesiones

Jana Martínez-Piqueras, docente experta en altas capacidades

Se refiere a la sede de la Fundación Indifferent Minds, donde puede mostrarse tal cual es sin temor a ser juzgada. La gran problemática de esta adolescente es que le aceleraron un curso escolar y sufrió acoso escolar, tal y como nos cuenta Jana Martínez-Piqueras. “Es la única niña de todo el colegio que tiene una aceleración de curso y es un blanco muy fácil”, añade su madre. “No se trata de que al aceleres un curso y ya; me tienes que proteger”, se lamenta Silvia.

“En el colegio se debería generar un clima de atención a la diversidad. No se puede hablar de igualdad y de diversidad sin saberla educar”, incide Jana. “Lo que pasa es que hay que saber hacer las cosas. Hacer una aceleración no es coger al niño y cambiarlo de curso; hacer una aceleración es informar al curso del que sale, informar al curso al que va, observarle en los patios, cómo está integrándose, hacer un periodo adaptativo, como ajustar un horario de integración o hacer una compactación de asignaturas”.

“Cuando se minimizan las cosas se incurre en riesgos. Y hay algunos casos que salen bien y hay otros que no, pero la culpa se le echa siempre a la familia, que aceptó una medida (la de pasar a un curso superior al alumno) que el cole decía que no, o al niño, que no estaba preparado”, denuncia la fundadora de la Fundación Indiferent Minds, que defiende la idoneidad de la aceleración de curso en menores de edad con altas capacidades y hace referencia al denominado informe Templeton, un estudio longitudinal en Estados Unidos durante 50 años que concluyó que ésta era la mejor medida.

No hacerlo puede derivar en problemas de ansiedad. Es lo que le ocurría a uno de los cuatro hijos de Eva (los cuatro tienen altas capacidades). En el colegio tenía un comportamiento ejemplar, nunca interrumpía la clase, no daba ningún problema a sus profesores ni tenía conflictos con otros niños, pero al llegar a casa, “era la guerra de Troya”, relata Eva. “En casa, volaban los juguetes porque toda su frustración la sacaba en su zona de confort; en el cole se aguantaba”.

Cuando Eva fue al centro escolar a comentar lo que ocurría, lo que se ponía sobre la mesa es que el problema estaba en casa, puesto que en el colegio el niño no daba ninguna problemática. “Me llegaron a preguntar si yo tenía una buena relación con mi marido”. Al final, la solución que encontró Eva fue grabar a su hijo en uno de esos momentos de manifestación de la frustración: “llevé vídeos y grabaciones del niño llorando, desesperado, explicando perfectamente lo que le pasaba, porque me explicaba que el problema era la clase y la manera de aprender”. 

Le acabarían acelerando dos cursos escolares y, gracias a eso, desapareció su ansiedad. “El caso de mi hijo es muy claro que necesita eso. De hecho, ha llegado la universidad y se ha saltado primero porque ha presentado sus expedientes; acaba de cumplir 17 años y está en segundo de carrera, cursando Matemáticas y Física en la Universidad de Edimburgo”, revela Eva. "Está feliz estudiando lo que le gusta".

Niño juega al ajedrez solo en el suelo© Getty Images

El coste emocional de tener altas capacidades

No acelerar de curso académico al niño o al adolescente que lo precisa o no hacerlo de manera adecuada tiene un coste muy grande para el menor. “Hay muchos niños y adolescentes con altas capacidades ingresados en unidades de TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria) y en unidades por autolesiones”, alerta Martínez-Piqueras.

Es preciso partir de que “la gestión emocional es dificilísima en niños con altas capacidades porque la misma intensidad cognitiva que tienen la extrapolan a las emociones”, que son muy intensas y con infinidad de matices, como nos explica la experta. “No tienen una gestión normotípica; son niños o adolescentes tan perceptivos que la razón de su tristeza a lo mejor está viniendo de que ha percibido la cara que ha puesto Fulanita. Estar en el mundo es muy complicado porque eres muy vulnerable de ser herido, pero también de disfrutar; a poquito que digas o con un abrazo bien dado o la mirada adecuada, también florecen”.

Al final es una lucha, la de la alta capacidad, durísima y de mucha soledad

Jana Martínez-Piqueras, docente experta en altas capacidades

Es lo que le ha ocurrido a Lucas, el hijo de Paula, un apasionado por la Física cuántica, que ha ‘florecido’ tras recibir el apoyo adecuado y tras el cambio a un colegio en el que el trato es más cercano y más personalizado con el alumno. Paula, su madre, nos cuenta que siempre ha sido muy introvertido y muy tímido y que, a pesar de que ni el en centro escolar ni en su propia familia veían ningún problema en eso, ella siempre supo que había algo más. En su caso, la mayor barrera la ha encontrado en la socialización, pero tras recibir el diagnóstico y la ayuda que precisaba, “ahora Lucas es otro niño”, asegura Paula con una sonrisa.

“Al final es una lucha, la de la alta capacidad, durísima y de mucha soledad”, subraya Jana. “Tú sabes que tu hijo no está bien, buscas ayuda en un cole donde está ocho horas y no siempre la encuentras”. Por eso la experta nos asegura que la palabra ‘gestión’ es clave porque “no puedes dejar al azar las emociones de una alta capacidad; es demasiado y no lo saben manejar. Tú tienes una intensidad emocional de 100 y tienes las herramientas de un niño de seis años. ¿Esto cómo se come? No saben”, ejemplifica. “El choque es muy duro y generas algo que es aún peor, que es la sensación de fracaso, de ser incompetente”.

La alta capacidad, una neurodivergencia con necesidad de atención

Por todo ello, Jana Martínez-Piqueras, desde la Fundación Indifferent Minds, reclama una verdadera atención a estos niños y adolescentes. De hecho, la legislación española contempla, desde el año 2006, las necesidades educativas diferenciales de las personas con alta capacidad. Estos alumnos tienen necesidades educativas especiales que los centros educativos deben atender de manera adecuada. “Su cerebro es diferente en cómo piensa, en cómo siente y en cómo aprende”, puntualiza la experta.

Por eso el contexto educativo es tan importante porque, además, “en la infancia es cuando es el gran boom del aprendizaje, cuando el cerebro despierta y absorbe”. Por tanto, es fundamental brindar a estos niños la atención que precisan tanto desde el punto de vista académico como desde el psicológico y emocional. Cuando no ocurre así, “la persona va creciendo y sintiéndose muy poco confortable y rechazando algo que le que le está generando unas veces estrés, otras veces tristeza y, frecuentemente, aburrimiento, porque son cerebros que necesitan un ritmo más alto”.

De ahí que Martínez-Piqueras y otras madres que han recibido apoyo en Indifferent Minds, como Paula, Eva y Silvia, hayan participado en el documental Altas capacidades (Out of the Box), dirigido por Andrea Gómez y producido por BBVA, ya disponible en Movistar +. Buscan acabar con los estereotipos asociados a las altas capacidades y ayudar a entender que son niños y adolescentes con perfiles muy diversos, en absoluto homogéneos, con unas necesidades educativas y emocionales que es preciso cubrir. 

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