Algunos comportamientos comunes en los adolescentes, sacan a menudo de quicio a los padres y, sin embargo, son normales. “Efectivamente, estos comportamientos, no solo son comunes sino también necesarios”, asegura Diana Jiménez, psicóloga y educadora certificada en Disciplina Positiva. “A los padres les pueden incomodar, pero deben entender que son indicadores de que está produciéndose un cambio necesario”.
Actitudes habituales de los adolescentes que los padres no siempre entienden
Diana Jiménez enumera algunos de esos comportamientos o actitudes comunes a los adolescentes que a menudo incomodan a los padres pero que son necesarios:
- Cuestionarlo todo. Cuando eran pequeños parecían admirar a papá y a mamá y ahora, sin embargo, cuestionan sus decisiones e, incluso, las critican. “Si vas conduciendo por el mismo camino de siempre, te preguntarán que por qué no tomas otro camino que ese es mucho mejor…”, pone como ejemplo Jiménez. “Te lo van a rebatir todo”. Eso sí, la psicóloga es contundente con el significado de esta actitud que tanto puede llegar a molestar a los padres en determinadas situaciones: es “buena señal de estar desarrollando el pensamiento crítico (aunque las conclusiones a las que llegan no sean las correctas)”.
- La importancia de los amigos. Sabemos que en la adolescencia el sentimiento de pertenencia a un grupo de iguales cobra más importancia que nunca, algo que está muy unido a la actitud, pues “la opinión del grupo de iguales tendrá más peso que la tuya propia. La tuya la discutirá, la de los amigos la seguirá con los ojos cerrados”.
- Explorar límites. Esto “implica, a veces, pasarse de frenada”, comenta Jiménez. Algunas de sus ideas para explorar esos límites "serán menos riesgosas (como por ejemplo, cambiar su estilo de vestir), otras nos tendrán más en alerta (hacer parkour, es decir, dar saltos en la calle desde sitios altos)”.
- Cambios de humor, de carácter, comportamiento… “Lo que verás son explosiones de ira, tono de voz fuerte, hablar mal… Impulsividad en su manera de hablar. Como si pasara de 0 a 100 en un segundo y no lo vieras venir”, algo que puede resultar desconcertante para las familias.
“Es verdad que lo que vemos por fuera asusta… Pero tenemos que verlo como que nuestro hijo está ahora en proceso ‘oruga’ y que acabará ocurriendo una transformación maravillosa”, tranquiliza la autora de Adolescencia en positivo.
¿Cómo sobrellevar mejor, como padres, los cambios de actitud de los adolescentes?
“Lo primero y más importante: entender que es algo temporal y que no es personal”, subraya Diana Jiménez. “Es como si estuvieran actualizando su sistema operativo. Se independiza y separa de ti por crecimiento, no por rechazo. Aunque ese rechazo duela, es necesario”.
Es verdad que lo que vemos por fuera asusta… Pero tenemos que verlo como que nuestro hijo está ahora en proceso ‘oruga’ y que acabará ocurriendo una transformación maravillosa
En cualquier caso, hay una serie de estrategias que podemos seguir para sobrellevar lo mejor posible esta etapa de cambios en la vida de los hijos. Estrategias que serán muy útiles tanto para los progenitores como para el adolescente. Son, según la psicóloga, las siguientes:
- Marca los límites y llega a acuerdos. Eso sí, “no olvides supervisarlos y revisarlos, y hazlo desde el cariño, con firmeza, sin hacerle sentir mal, sino enfocados en el límite”, recalca. “No es lo mismo decirle eres un vago, así no vas a llegar a nada que tienes que organizarte de otra forma para poder llegar a lo máximo posible. Estoy aquí para ayudarte”.
- Valida sus emociones. La especialista puntualiza que validar las emociones de nuestro hijo adolescente no significa estar de acuerdo, sino mostrarle que tiene derecho a enfadarse si algo no le gusta, aunque eso no le da derecho ni hacerle daño a otros ni a hacérselo así mismo. “No hace falta que comprendas muchas de sus decisiones, gustos musicales, estéticos… Sólo respetarlas y, en todo caso, dar tu opinión como guía, no como imposición”.
- Recurrir al humor. “En la adolescencia no necesitan más dramas, ya lo es todo en su vida”, comenta la experta en Disciplina Positiva, que recalca la importancia tanto de esta estrategia como de la de la siguiente.
- Cuidarnos como padres, no olvidarnos de nosotros mismos. “Recordar que nuestro papel de padres no ha acabado, ha cambiado. Seguimos siendo faro y para poder iluminar y guiar sus pasos, ese faro debe estar encendido, con batería, de lo contrario, todos estaremos perdidos”, subraya. “Tocan grandes dosis de paciencia y mucha conexión antes de corrección”.
¿Ante qué comportamientos o actitudes del adolescente sí debemos estar alerta?
Los comportamientos o actitudes citados anteriormente entran, como vemos, dentro de la normalidad, de lo esperable en una etapa de la vida tan significativa como la adolescencia. Sin embargo, “no debemos salirnos de la vida de nuestros adolescentes”, advierte Diana Jiménez. No todo ha de considerarse como normal y transitorio y es necesario que tengamos en cuenta algunas señales:
- Si el aislamiento es mayor de lo habitual o persistente. “Se encierra en su habitación, deja de ir al instituto, no queda con amigos fuera de casa…”.
- Cambios radicales en su estado de ánimo. La psicóloga habla de emociones demasiado intensas, como euforia excesiva o apatía extrema. “Pasar de la risa al llanto es normal, contestar de manera impulsiva, también, pero cuando esa ira es mantenida o ese desanimo no desaparece… algo más ocurre”.
- Disminución de su rendimiento académico de manera que pueda afectarle al curso. Aunque esto no siempre es indicativo de que algo hace sufrir a un niño o a un adolescente, sí que es una de las primeras manifestaciones de diferentes problemas por los que pueda estar atravesando, por lo que es fundamental poner el foco en el motivo de este menor rendimiento académico y no en las consecuencias.
- Comportamientos y pensamientos que atenten con su seguridad física (ideas suicidas, autolíticas, trastornos de conducta alimentaria…). Ante la más mínima sospecha al respecto, es imprescindible consultarlo con un profesional de la psicología, puesto que, como señala la experta, “hoy día las cifras que manejamos son preocupantes: 11 suicidios diarios, de los que 7 son adolescentes; uno de cada 3, sufre ansiedad antes de los 18 años; la prevalencia de trastornos de la conducta oscila entre el 4 y el 18%; y un 41% de casos de salud mental no atendidos (jóvienes de entre 13 y 18 años). Más de la mitad reconoce no haber pedido ayuda”.
En estos casos, es fundamental que intervengamos y les ayudemos, pero ¿cómo? “Va a depender de cada caso concreto y de la gravedad de la situación”, indica Jiménez. “En los casos menos graves no olvidar la comunicación y conexión; en los más graves, se necesitará ayuda profesional cuanto antes”.
La fundadora de InfanciaenPositivo.com da cinco pautas esenciales a seguir, como padres, para ayudar a los hijos adolescentes frente a los problemas de diversa índole que puedan estar atravesando:
- Ser refugio, no jueces. “Los adolescentes necesitan sentir que pueden acudir a sus padres sin miedo a ser sermoneados o castigados. En lugar de reaccionar con críticas, prueba con frases como: “Veo que esto es importante para ti. Cuéntame más”.
- Hablar menos, escuchar más. “La adolescencia es la etapa del ‘no me entiendes’, pero muchas veces lo que necesitan es simplemente ser escuchados sin interrupciones ni soluciones inmediatas. Pregunta más y aconseja menos”.
- Pactar límites y acuerdos con sentido. “Las normas deben ser claras, realistas y negociadas. Si todo es ‘porque lo digo yo’, se rebelarán más. Un buen truco es convertirles en parte de la solución: "¿Cómo podemos hacer para que llegues a casa a una hora razonable sin que yo me preocupe y tú tengas libertad?”.
- Usar el humor como salvavidas. “Cuando la tensión suba, una broma bien colocada puede salvar la situación. No se trata de burlarse de ellos, sino de quitarle dramatismo al momento. Un ‘Vale, no soy cool, pero al menos no bailo como un robot descompuesto’ puede arrancarles una sonrisa”.
- Sé constante y flexible. “No es cuestión de ceder en todo, pero tampoco de ser inflexible. Si algo no está funcionando, se puede replantear sin miedo a perder autoridad. Adaptarse no es debilidad, es inteligencia parental”.