El problema del acoso escolar es que su sufrimiento no solo se da en el presente del niño o del adolescente que es víctima, sino que acarrea muchos problemas en el futuro. Por eso es imprescindible no solo atajarlo a tiempo, sino además hacer todo lo posible por prevenirlo, por educar a nuestros hijos para que sepan defenderse y no se acaban convirtiendo en víctimas de acoso escolar, pero también para que no sean potenciales acosadores. ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo prevenir el acoso escolar? ¿Qué trabajo hay que hacer con los ‘espectadores’ o testigos del acoso? Hemos hablado con la Dra. Paula Armero, pediatra y coordinadora del Comité de Salud Mental de la AEP (Asociación Española de Pediatría) para dar respuesta a todas estas preguntas.
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Muchas veces las víctimas perciben que el trato que ellos están recibiendo no es el adecuado, pero no se sienten seguros para comunicarlo
¿Cómo educar a los niños y a los adolescentes para evitar que se conviertan en víctimas de acoso escolar?
En general, hay que educar a los niños en el respeto y en la convivencia. Y que sepan que el entorno escolar tiene que ser seguro, igual que nos gustaría que fuese el entorno de sus casas y también fuera. Hay que darles las herramientas poco a poco y explicarles muy bien qué son los actos buenos y los actos malos y qué hay que hacer: a los compañeros y compañeras de clase, no se insulta, no se pega, se respeta el material escolar, si hay un conflicto, cómo se intenta resolver… Eso se trabaja mucho desde lo que se llama la convivencia escolar para que ellos aprendan lo que no es una actitud normal.
Y, sobre todo, que eso lo pueden comunicar porque muchas veces sí que ellos saben que no está bien que le rompan el material escolar, que no está bien que siempre les dejen de lado para no poder jugar en el patio o hacer ciertas actividades, saben que no se tiene que insultar, ya sea cara a cara o en las redes sociales y las tecnologías… Muchas veces las víctimas perciben que el trato que ellos están recibiendo no es el adecuado, pero no se sienten seguros para comunicarlo.
Es muy importante enseñarles desde el principio cómo se deben comportar los unos con los otros y que se puede pedir ayuda, si bien es verdad que hay que señalar que no todos siempre somos amigos, eso también se tiene que decir: de todos los compañeros y compañeras de clase, no todos serán amigos, pero el respeto siempre tiene que estar.
¿Cómo hacerlo para prevenir que sean ellos los que se conviertan en los acosadores?
Del mismo modo, prevenir que no sean acosadores es algo que se tiene que hacer desde que son muy pequeños: cuando se vea que sus actitudes no son las adecuadas, ponerles los límites, pues entendemos que no te lleves bien con alguien, entendemos que estés enfadado, la gestión de los conflictos y, sobre todo, que no encuentren nada bueno en hacer sufrir a otra persona porque la realidad es que el acoso escolar es hacer sufrir a otro menor.
Eso también depende mucho del entorno donde crece ese menor. ¿Por qué un menor acosa? Habría que buscarlo en su entorno, en cómo él ha interiorizado cómo son las relaciones, para evitar que se convierta en un acosador.
¿Es preciso concienciar a los compañeros que presencian un caso de acoso escolar?
Sí. Esto normalmente siempre se realiza para conseguir algo frente a los demás, un estatus de poder, de superioridad… Por eso siempre recalcamos que, con todos (víctimas, acosadores y espectadores), se tiene que hacer una dinámica de cómo se convive, de la inteligencia emocional, de cómo son las relaciones, y se tiene que hacer desde que son pequeños en el ámbito de las familias y, obviamente, en el ámbito escolar.
Cuando todos están concienciados desde pequeñitos de cómo tienen que ser las relaciones y de cuándo estas relaciones no son buenas, cómo hay que actuar, que es pidiendo ayuda, diciendo que “no”, y si ves que alguien no te trata bien, eso hay que manifestarlo. Esto sirve para estos tres grupos.
Desde la AEP recomendáis talleres de prevención del acoso escolar; ¿cómo deben ser esos talleres?
Los talleres dependerán de las edades que tengan los menores porque va variando lo que ellos van entendiendo y procesando, según avanzan en su madurez. Al principio lo que hay que hablar es de cómo son las relaciones, que ellos sepan cómo es el comportamiento adecuado en el centro escolar y fuera, que esto es algo que hay que recalcar; es decir, uno aprende cómo se comporta en el colegio, pero eso se tiene que trasladar luego fuera del centro escolar.
Hablar mucho del consentimiento y de saber decir que no. Los pequeños no pueden entrar en pensamientos más complejos, pero por lo menos el “no”, que ellos sepan que esto no se hace y tengo que pedir ayuda al adulto referente, que suelen ser los tutores.
Cuando hay una sospecha, lo que las familias deben hacer primero es contactar con el centro escolar
Según avanzan en edad, ya se va metiendo más teoría, más fundamento, pero siempre se procura hacer talleres amenos donde ellos participen. Por ejemplo, se puede leer cuentos para preguntarles sobre determinadas situaciones o se puede hacer role play, es decir, cómo ellos actuarían y, cuando son un poco más mayores, a partir ya de 10 ó 11 años, tratar mucho el tema de la autoestima, de sus límites y de cómo ellos tienen que reaccionar cuando algo les está haciendo sufrir. Eso es muy importante.
Y también con las tecnologías porque, cuando hablamos de acoso escolar, ya el término es acoso escolar puede darse con el ciberacoso, el ciberbullying. Ellos deben entender que lo que pasa a través de las pantallas también les puede hacer mucho daño por los comentarios, por las situaciones en las que a veces se pueden ver expuestos, por las fotos y la inteligencia artificial… Es importante que sepan que las cosas en las tecnologías duran para siempre.
Hay veces que, cuando las relaciones no son buenas, hay gente que utiliza eso que se han mandado a través de las tecnologías, los vídeos y las fotos, para hacer daño. Eso es algo que ellos tienen que conocer. Tienen que conocer que están expuestos, aunque ellos crean que no, porque lo hacen desde su casa, desde una pantalla; están expuestos a ciertos riesgos y, sobre todo, si eso pasa, que también sepan que tienen que pedir ayuda, que tienen que contarlo. Aunque entendemos que sientan vergüenza y, muchas veces, culpa, la forma de solucionarlo es contándolo.
¿Qué señales percibís los pediatras en consulta que os hace sospechar de la existencia de un posible caso de acoso escolar?
La forma fácil es cuando vienen y nos lo cuentan. Lo que nos encontramos muchas veces es que vienen niños que tienen lo que llamamos somatizaciones, que son síntomas físicos, como dolores de cabeza recurrentes, dolores abdominales, mareos…, que pasan forma continuada. Cuando preguntamos cuándo pasa, a veces pasa de lunes a viernes, pero por ejemplo sábado o domingo no pasan, en vacaciones no pasan; eso ocurre, sobre todo, cuando están más relacionado con el acoso presencial. Ahora tenemos el problema de las tecnologías, con las que este acoso puede perdurar. De hecho, ya se sabe que se hacen ciberacoso dentro del propio centro escolar porque tienen los dispositivos móviles y ni siquiera se lo dicen ya la cara.
Lo detectamos preguntando. Hay veces que a la primera no va a salir, pero cuando descartamos que esos síntomas se deban a alguna infección, a algo a nivel físico, siempre hay que indagar qué pasa en el entorno escolar, porque es donde más tiempo están los niños, y también en el ámbito familiar.
Es verdad que hay veces que lo detectamos cuando ya hay mucho sufrimiento y hay veces que vemos autolesiones. Cuando preguntamos por qué se han lesionado ellos, uno de los motivos de este sufrimiento que les lleva a hacerlo, o bien para aliviar esos síntomas de angustia y de ansiedad, es el acoso escolar. Eso a veces también lo vemos en consulta.
¿Qué deben hacer las familias ante las primeras sospechas y ante la confirmación de que su hijo es víctima de bullying?
Cuando hay una sospecha, lo que las familias deben hacer primero es contactar con el centro escolar (con el tutor o la tutora y con la dirección) para ver qué está ocurriendo. Ahora mismo hay protocolos de acoso escolar; si hay determinadas acciones que pueden ser sugestivas de acoso, se abre el protocolo y entonces hay una evaluación por parte del centro escolar y resuelven qué ocurre.
Y ese protocolo lo puede abrir desde educación, las familias y también lo pueden abrir los pediatras. Si a nosotros nos cuentan una situación continuada que puede ser acoso escolar, lo podemos abrir. Yo siempre intento mantener relación con los centros escolares de mi zona y, si hay algo y creo que es importante, que sí que hay acoso escolar, me pongo en comunicación con ellos, pidiendo siempre el consentimiento de los padres. Si me dicen que sí, lo hablamos y lo intentamos entre todos, porque lo importante es estar coordinados, ver qué ha ocurrido. Hay que abrir el protocolo.
Es preciso saber que no siempre el protocolo dice que se cumpla acoso escolar. Puede no cumplir los requisitos para calificarlo como tal, pero puede haber relaciones que no son adecuadas, y eso también el centro lo tiene que saber y poner medidas.
¿Y si lo que descubren o sospechan es que su hijo es el acosador? ¿Cómo deben proceder en ese caso?
Igualmente, si crees que un menor puede ser acosador, la familia también debe ponerse en contacto con el colegio o con el instituto para qué digan que es lo que ellos sospechan y cómo atajarlo. Y obviamente también lo pueden consultar con el pediatra.
Siempre es muy importante saber que las acciones que tomemos son para el conjunto de los menores, para las víctimas, para el acosador o acosadores y los espectadores y también para el resto de compañeros. Es verdad que esta parte no suele ser la habitual, pero si encuentran en las redes sociales, en el móvil de algún menor, actitudes que no son adecuadas o ven que han enviado fotos o vídeos sin el consentimiento de un tercero o son inadecuados, hay que notificarlo también.
En caso de que su hijo no implicado directamente, pero que sí ha sido testigo de un caso de bullying, ¿deben los padres avisar al centro escolar o a la policía?
Sí, siempre se tiene que notificar, pero de entrada a la policía no llamamos por casos de acoso escolar leve o moderado. Si ha habido agresiones, obviamente sí hay que notificarlo; tiene su cauce tanto a nivel legal como para nosotros administrativamente. Y si, por ejemplo, se han cometido delitos de ciberacoso con imágenes que pueden incluso ser pornografía infantil o se han cambiado imágenes de compañeras, eso hay que notificarlo tanto al centro escolar como a como la policía. Va a depender de lo que haya pasado.
Y a los padres y a las madres se lo decimos siempre. Si a ti te llega un video o una foto o hay comentarios en un grupo de WhatsApp o de cualquier red social donde se está linchando a otra persona, tratando mal, eso hay que contarlo. Veremos luego en qué queda, pero yo explico muy bien qué cosas son delitos y qué cosas no, todo hay que contarlo. Lo que sea delito, obviamente tendrá repercusión a nivel legal y lo que no sea constitutivo de delito, pero no es ético y va en contra de nuestros valores, pues eso también se tiene que atajar.