Las expectativas y la incertidumbre, unido a la presión (impuesta o autoimpuesta) por concebir un hijo pueden acabar haciendo mella desde el punto de vista psicológico. Incluso cuando una pareja da el paso de iniciar un tratamiento de reproducción asistida como la Fecundación In Vitro (FIV), también es complicada la gestión emocional, especialmente si ni siquiera con la FIV se logra el embarazo. ¿Qué necesidades emocionales necesitan estas parejas? Nos lo explica la psicóloga especialista en reproducción asistida Beatriz Dibra, del equipo médico de Ginefiv.
¿Qué necesidades emocionales presentan las parejas que inician un proceso de Fecundación In Vitro?
La dificultad para tener hijos de manera natural se asocia a un aumento significativo del malestar emocional. El impacto psicológico puede aumentar dependiendo del diagnóstico y la duración en el tiempo de los tratamientos de Reproducción Asistida. En muchos casos, el agotamiento ya se ha instalado en las parejas antes de comenzar un tratamiento y de manera generalizada la faceta íntima también se va resintiendo al asociarse casi únicamente a la reproducción, perdiendo espontaneidad y deseo.
Cada tratamiento de fertilidad conlleva diferentes fases y etapas, algunas más complejas y de mayor carga emocional, como en el caso del duelo genético por la renuncia de la carga genética. Hay momentos de esperanza por la idea de tener más posibilidades de conseguir el objetivo recurriendo a la ayuda de una clínica y momentos de shock emocional ante un diagnóstico de infertilidad, acompañados de sentimientos de angustia, ira, culpa, frustración, tristeza o desesperanza si se presentan fracasos en los tratamientos realizados. En todos los casos, hay una condición que prevalece y es la sensación de falta de control, que unido a la incertidumbre, puede bajar considerablemente el estado de ánimo.
Nuestra labor en las consultas psicológicas es dar salida a estas necesidades emocionales en un entorno seguro, comprender la función de estas emociones y establecer patrones de afrontamiento y gestión de estas lo más adaptativas posibles con el objetivo de reducir el malestar emocional y poder centrar el control en aquellos aspectos de la vida y la relación de pareja que sí están al alcance para que no se resientan.
¿Qué dudas suelen asaltarles acerca del proceso de FIV que van a iniciar?
Es fundamental estar bien informados por parte del equipo de distintos profesionales de la clínica de los pasos que se van a seguir en un tratamiento, esto aportará mayor sensación de control y capacidad de poder tomar las decisiones oportunas. Encajar los tratamientos de fertilidad, teniendo en cuenta en cada caso la complejidad que requiera, no es fácil.
La culpa es una de las emociones que no podemos excluir, apareciendo pensamientos recurrentes del tipo “qué podría haber hecho para que no llegáramos a esta situación”, “no debería haber realizado tal actividad o tal otra o tomado esta y no otra decisión vital”, además de la culpa por el propio estado emocional, magnificando erróneamente su relación con menores posibilidades de tener un resultado positivo en los tratamientos.
La culpa es una de las emociones que no podemos excluir
En pareja, además, vemos con frecuencia que uno de los miembros se adjudica “el problema” de infertilidad y sufre por la idea de que su pareja estuviera mejor con otra persona que no tuviera dificultades reproductivas. Desde mi experiencia no puedo decir que estos miedos se cumplan tanto como se temen, pero cómo se trata la relación a pesar de la Reproducción Asistida, es fundamental para el fortalecimiento o debilitamiento de la misma y que no aparezca resentimiento o culpa hacia uno mismo ni hacia la pareja.
En no pocas ocasiones, la presión que sienten las personas que escuchan constantemente durante los tratamientos que deben “estar tranquilas” o “pensar en positivo” por parte de sus amigos o familiares conocedores del proceso, lejos de ayudarles a sentirse mejor, ocasionan una mayor sensación de falta de control y se percibirán aún más vulnerables, terminando por acudir a una consulta psicológica en la que desean que se les indiquen pautas para estar “tranquilos” y para estar “positivos”, asustados por el consejo de hermanos, amigos y otros familiares o conocidos que les han expresado sus experiencias subjetivas desde el dolor emocional y suponiendo que su estado emocional incidirá directamente en el resultado del tratamiento.
En algunas parejas, las dudas se extraen de opiniones vertidas en foros, con el riesgo de no conocer el ajuste emocional de las personas que emiten sus conclusiones personales. Por eso es importante centrar también el trabajo en la persona de manera individual, para conocer de qué herramientas dispone y cuales se le pueden añadir para llevar estos procesos de fertilidad de la manera más adaptativa posible.
¿Suelen superarse esas dudas o esas necesidades emocionales cuando logran el ansiado embarazo?
El logro del embarazo es la consecución del deseo que en muchos casos, tanto tiempo llevan anhelando y tantos recursos les ha costado, dando sentido a todo el sacrificio previo para lograrlo. No quiere decir que a partir de ahí, no aparezcan dudas y miedos normales asociados a cualquier embarazo, incluso el miedo a perderlo o que algo no vaya según lo esperado. Por tanto el trabajo en pareja debe considerarse un proyecto continuo, al igual que es aconsejable de manera individual para afrontar de la forma más adaptativa posible las diferentes etapas futuras que puedan presentarse.
Y en caso de que no consigan el embarazo tras la FIV, ¿cómo les afecta?
Algunas parejas experimentan un aumento de su unión, que no necesariamente está relacionado con el resultado del tratamiento, sino del trabajo personal y de pareja llevado a cabo durante todo el proceso y previo a la aparición de los problemas de fertilidad.
Los días posteriores a un resultado negativo tras un tratamiento o tras la no consecución continuada de un resultado positivo, genera una profunda tristeza, asociada a sentimientos de duelo por la pérdida del proyecto de vida. El miedo a que este sentimiento profundo de tristeza acompañe en el futuro o afecte a la pareja puede instalarse con fuerza. Trabajar la función de estas emociones para asimilar este duelo, normal en estas circunstancias, es importante para reducir esa gran carga emocional.
¿Cuándo es necesario dejar el proceso (al menos por un tiempo) tras varios intentos fallidos de FIV?
Cuando nuestras necesidades vitales básicas se ven comprometidas por el hecho de someterse a un tratamiento de fertilidad debe ser tomado en cuenta. Cada caso cuenta con circunstancias bien distintas, lo que hace que haya personas que recurran a más intentos que otras o la manera en cómo se desarrollan los tratamientos, hace que tomen en cuenta información nueva que les puede hacer cambiar de opinión a la hora de seguir o no.
Las implicaciones emocionales son un factor fundamental en el abandono de los tratamientos, por tanto, el trabajo psicológico es de gran importancia para tomar el control en el rumbo emocional y poder decidir con un criterio lo más sano posible para la pareja.
¿Suelen pedir retomarlo o hay un punto en el que uno de los dos dice que no puede más emocionalmente?
Es difícil que en la pareja se viva de la misma manera el tratamiento, ya que tiene implicaciones diferentes tanto a nivel físico como emocional. Es importante valorar si están en el mismo nivel de deseo de continuar y, en caso contrario, no se debe obligar a ninguno de los dos a continuar por miedo a repercutir negativamente en la pareja o como un refuerzo negativo, es decir, continúo por miedo a una “represalia”. En caso de que el deseo de continuar sea común, pero uno de los dos esté afectado emocionalmente, trabajar de manera individual, con la comprensión de la pareja, es necesario, además de aportar herramientas de manejo que puedan ser útiles para mejorar la relación mientras damos tregua a los tratamientos de fertilidad.
¿Qué ayuda precisan cuando uno de los dos miembros de la pareja quiere seguir adelante con la FIV y el otro no?
En ocasiones, veo con frecuencia que uno de los dos tiende a no mencionar cómo se encuentra hasta que estas emociones alcanzan una intensidad muy elevada, propiciando que se termine sacando el tema desde la emoción, y el otro desde la parte racional, con la consecuencia que la aparición de discusiones puede acentuarse al frustrarse ambas partes por no lograr “convencer” al otro de su punto de vista. Conviene tratar el tema en un momento lo más neutral posible para ambas partes, contando con toda la información relevante y trabajando mucho la comunicación y empatía.
No obstante, si claramente uno de los miembros de la pareja no desea continuar, es motivo más que suficiente para parar y trabajar en ello si lo consideran oportuno.
¿Cómo les ayuda un psicólogo en todas estas situaciones?
Trabajar las fortalezas de la pareja y por supuesto las individuales, que sin duda ahí están para ser aprovechadas en un momento tan delicado como éste, es importante para conseguir la mayor satisfacción posible con la vida, pase lo que pase.
Minimizar los estragos emocionales, la recuperación del control en lo posible y el apoyo adecuado a cada tratamiento, es tarea fundamental, siendo especialmente útil en aquellos casos en los que se plantea la renuncia a la carga genética y teniendo en cuenta el ajuste emocional de cada persona durante todo el proceso.