Niña sonríe con un corazón en clase y niño serio© Getty Images

Psicología

Esto es lo que hay que saber para dar una buena educación emocional a los hijos

Es esencial educarles correctamente al respecto para ayudarles a entender y gestionar sus emociones, a establecer relaciones saludables y a enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia


14 de febrero de 2025 - 14:25 CET

Cada vez se habla más de inteligencia emocional y de educación emocional. Los padres son muy conscientes de la necesidad de educar a sus hijos en este sentido, pero muchos siguen estando un tanto perdidos acerca de cómo lograrlo. Para empezar, ¿en qué consiste la educación emocional?.

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“Podemos definir educación emocional como esa parte en la que enseñamos a las personas o aprendemos a entender y a gestionar las emociones propias, así como a entender y gestionar las emociones ajenas, las emociones de los que nos rodean”, aclara Abel Domínguez, psicólogo infanto-juvenil, miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y Director de Domínguez Psicólogos (dominguezpsicologosmadrid.com).

¿Por qué es importante enseñar a los niños educación emocional?

Es necesario impartir educación emocional a los niños y a los adolescentes “porque es una inteligencia práctica”, nos dice Domínguez. “Todos los humanos tenemos emociones y, por lo tanto, todos los humanos podemos y debemos aprender a gestionarlas de alguna manera, a controlar determinados estallidos emocionales y, me atrevería a decir, incluso la obligación de de mejorar nuestra inteligencia emocional”.

Tenemos que tener en cuenta que somos espejos en los que nuestros hijos se miran, en los que se ven reflejados y en los que se ven identificados

Abel Domínguez, psicólogo infanto-juvenil

Daniel Goleman acuñó el término de ‘inteligencia emocional’ en 1995, año en el que se publicó su libro así titulado, Inteligencia Emocional, que fue en su día un auténtico éxito de ventas en Estados Unidos y en muchos otros países. Goleman venía a poner sobre la mesa el influjo de las emociones en todos los aspectos de la vida de un individuo e hizo una clasificación de las competencias emocionales en dos grandes tipos: competencias intrapersonales (que tienen que ver con la relación que el individuo establece consigo mismo) y competencias interpersonales (que tienen que ver con la relación con los demás).

Estas competencias se incluirían después a la teoría de las Inteligencias Múltiples que, si bien hoy en día la mayoría de los expertos rechazan, sí que pone de manifiesto, en lo que a la inteligencia intrapersonal y a la inteligencia interpersonal se refiere, que son aspectos importantes en la manera de desenvolverse en la vida de un niño, un adolescente o un adulto y que pueden marcar la diferencia en cómo afrontar las situaciones más diversas.

Por eso “es importante educar a educarnos todos, pero sobre todo también educar a los niños y a los adolescentes en la gestión de sus propias emociones y las de los demás”, tal y como indica el director de Domínguez Psicólogos.

Niño con dibujo de cara sonriente© Getty Images

¿Cómo enseñar educación emocional a los hijos?

Teniendo muy en cuenta que enseñar a nuestros hijos a gestionar sus emociones les puede ayudar a ser más resilientes, a afrontar mejor situaciones tanto adversas como favorables, a relacionarse mejor con los demás y, en consecuencia, a ser más felices, ¿cómo hacerlo de manera adecuada? Abel Domínguez recomienda 4 pautas muy concretas:

1º. El primer paso es formándonos al respecto

El psicólogo aconseja entender la teoría y aplicarla en nosotros mismos, conectarla con nuestras emociones. “No serviría de mucho que nosotros les dijéramos a nuestros hijos cómo tienen que reaccionar, cómo tienen que entender a los demás, cómo tienen que entenderse a ellos mismos, si luego nosotros no les damos un ejemplo visual en el que ellos fijarse”, añade. “Tenemos que tener en cuenta que somos espejos en los que nuestros hijos se miran, en los que se ven reflejados y en los que se ven identificados”.

Para ello, propone que nos hagamos preguntas a nosotros mismos, como las siguientes: ¿cómo yo manejo mi propia frustración?, ¿qué es lo que hago con ella?, ¿cómo manejo el enfado?, ¿cómo manejo la alegría?, ¿cómo la comparto?, ¿cómo manejo los pensamientos?, ¿cómo puedo generar bienestar en los que me rodean? “Esto sería un poco ejemplos concretos de cómo los padres podemos formarnos en educación emocional y en inteligencia emocional”.

2º.  Enseñarles a identificar las emociones

Una vez que hemos hecho el trabajo preliminar en nosotros mismos, ya podemos enseñar a nuestros hijos a identificar las emociones, a ponerles nombre. “Primero, para que ellos identifiquen lo que les pasa y puedan elegir cómo actuar”, apunta el especialista. “Y segundo, para para que ellos también puedan identificar cómo se puede estar sintiendo su amiguito o amiguita porque le haya pasado esto, porque le hayan dicho esto otro o porque hayan podido tratarles de una determinada manera”.

Todos los humanos tenemos emociones y, por lo tanto, todos los humanos podemos y debemos aprender a gestionarlas de alguna manera

Abel Domínguez, psicólogo infanto-juvenil

3º Ayudarles a encontrar opciones de conducta

Se trata de enseñarles opciones de reacción, según explica Abel Domínguez. “¿Cómo quiero yo reaccionar ante esta emoción? Como sé que, a lo mejor, no voy a tomar una decisión correcta o racional estando enfadado, a lo mejor puedo esperar a tomarla”, recomienda. “En definitiva, al final se trata de de eso, de una vez que que ya ellos puedan identificar esas emociones, ayudarles a elegir la reacción más adecuada”.

4º Hablar con los niños de emociones

Es fundamental preguntarles cómo se sienten, cómo se han sentido ante determinadas situaciones o, cómo creen que se ha sentido el protagonista de una película de dibujos animados, por ejemplo, como nos comenta Domínguez. “Es muy buena herramienta ver con ellos algunos dibujos como medio para trabajar esta educación emocional”, afirma.

“Invitar a nuestros niños y niñas a reflexionar sobre lo que han sentido, sobre lo que ha pasado, las consecuencias de sus conductas o las consecuencias de haber actuado bajo un determinado estado anímico; todo esto enriquece el vocabulario emocional y la comprensión de todos los sucesos emocionales que pasan en el entorno de nuestros hijos”.   

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