Hacerse un análisis de sangre es hoy en día un acto frecuente en nuestras vidas. Frases como “me han pedido una analítica”, “me recomiendan un chequeo” son muy repetidas y se oyen habitualmente en conversaciones cotidianas. Igualmente, refiriéndonos a los niños y adolescentes frases como “este niño no come nada, ¿no tendrá anemia?” o “estás muy delgada y le voy a pedir al médico que te haga unos análisis” son habituales. Y es que la medicina, la salud y las pruebas en las que estas se basan han superado las fronteras de clínicas y hospitales, están en la calle, y el que más y el que menos tiene una idea aproximada de cifras y resultados de las pruebas analíticas.
Debemos tener presente que los análisis de sangre son en muchas ocasiones indispensables para que el médico llegue a un diagnóstico. Son pruebas médicas basadas en la evidencia, cuyos resultados indican el estado de salud del paciente. Procesos como la anemia, la diabetes, la hipercolesterolemia, las enfermedades hepáticas o renales... en fin, una gran cantidad de procesos en los cuales, tanto en el diagnóstico, como en la evolución y en las respuestas al tratamiento, los análisis de sangre y los resultados son indispensables para llevar un correcto control del paciente.
Qué función tiene la sangre en el organismo
La sangre es un elemento corporal indispensable para la vida. La sangre es el sistema de transporte del organismo. Su principal función es la de recoger el oxígeno inhalado en los pulmones, transportarlo y hacerlo llegar a todas las células y los tejidos de nuestro cuerpo. Pero además, el plasma sanguíneo es el que transporta todos los nutrientes y las substancias necesarias para el mantenimiento de las funciones vitales. La sangre interviene de forma directa en el mantenimiento de la temperatura corporal y actúa como vehículo de las substancias de desecho, llevándolas a los riñones para ser eliminadas por la orina.
Composición de la sangre
La sangre está formada por dos tipos de elementos bien diferenciados. Por un lado, un conjunto de células llamadas elementos formes y, por otro lado, el fluido que las transporta en el que están suspendidas, llamado plasma sanguíneo. Las células son los glóbulos rojos o hematíes, encargados del transporte del oxígeno, los glóbulos blancos o leucocitos encargados de la lucha contra las infecciones y las plaquetas encargadas de la coagulación.
El plasma sanguíneo está formado por diversas substancias de consistencia líquida que contiene y transporta la glucosa, el colesterol, las proteínas, los lípidos, la fibrina, el acido úrico, la bilirrubina, el calcio y muchas otras.
¿Es necesario hacer análisis a niños y adolescentes sanos?
Dentro del seguimiento de la salud, el crecimiento y el desarrollo de un niño sano no hay necesidad de realizar exploraciones analíticas preventivas a no ser que existan antecedentes familiares muy marcados de enfermedad o trastorno metabólico o familiar que pueda heredarse y, por tanto, tratarse o prevenirse tomando como base los resultados de un análisis.
La realización de chequeos médicos en niños y adolescentes sanos no son frecuentes, y menos en comparación con los chequeos de los adultos. Si el niño crece, gana peso, se desarrolla físicamente normal y no presenta ningún síntoma de enfermedad, las exploraciones analíticas no son necesarias.
Cuando es conveniente realizar controles analíticos a niños y adolescentes
Será su pediatra el que, analizando al paciente según sea su condición de niño o adolescente y basándose en las estadísticas y síntomas clínicos, el que querrá evitar alteraciones antes de que estas aparezcan; y entonces sí puede ser necesario realizar análisis clínicos.
Así, si está pálido y cansado, para descartar una anemia, si es obeso, para investigar sus cifras de colesterol y su metabolismo lipídico, si padece dolores articulares, para descartar una enfermedad reumática, si tiene mal color o tiene ictericia, para estudiar su función hepática. Es decir, cuando aparezcan o asomen signos de enfermedad, sí será necesario realizar un estudio analítico orientado.