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Eva Bach, pedagoga y maestra© Plataforma Editorial

Psicología

Eva Bach, pedagoga: ‘Obedecer siempre a las emociones hace a los niños egocéntricos y descorteses’

La autora alerta del riesgo de seguir los consejos y premisas de influencers de crianza y educación que no tienen ni la formación ni la experiencia necesarias y señala cuáles son las consecuencias


27 de enero de 2025 - 13:15 CET

Hoy en día, la cantidad de información es tal en todos los ámbitos que es casi imposible permanecer ajeno a ella. Se suma, además, que la generación de padres y madres actuales es una de las más formadas de la historia y, en consecuencia, también la que más información busca en lo referente a la crianza y la educación emocional de sus hijos. Si bien esto es una cualidad, es imprescindible saber dónde buscar esas fuentes de información y prestar especial cuidado a la procedente de las redes sociales, puesto que existe el peligro de que nos dejemos guiar por mensajes impactantes y recetas simples que pueden ser incluso erróneas, tal y como advierte la pedagoga y maestra Eva Bach, que acaba de publicar el libro Disparates emocionales. ¡Basta ya! (Plataforma Editorial).

Hemos hablado con ella y nos ha contado las consecuencias de aplicar esas consignas erróneas en la crianza de nuestros hijos, en cómo influye en su comportamiento. Y nos indica también cómo debe ser una adecuada educación emocional.

Según a quién sigamos, es fácil forjarnos una idea de felicidad malentendida e incurrir en una sobreprotección muy dañina para un crecimiento sano

Habla en su libro de ‘caos emocional’. ¿En qué consiste exactamente?

El caos tiene que ver con que se habla mucho, cada vez más, de crianza emocional, educación emocional, salud mental y emociones, y sin embargo las emociones siguen siendo unas grandes desconocidas. Se tiene una visión muy simple, restringida y sesgada sobre ellas, están llenas no solo de confusiones y malentendidos, sino que se difunden auténticas falsedades y disparates. Este caos es muy visible y además se intensifica y se propaga a todo gas a través de las redes sociales, donde un montón de influencers, o aspirantes serlo, charlan constantemente sobre estos temas, a veces sin titulación o suficiente experiencia, y cada vez cuesta más distinguir las buenas prácticas de las malas, así como saber de quién y de qué mensajes fiarse. 

¿Cuál es el mayor peligro de influencers sin la formación ni la experiencia profesional necesarias en lo que a la crianza de los hijos se refiere?

El mayor peligro es que acabemos perdiendo nuestro propio criterio y menoscabando nuestra propia influencia, hasta el punto de supeditar la crianza de nuestros hijos a lo que dicen estos influencers. Por la confusión que reina, y por la dificultad para discernir lo que tiene fundamento psicopedagógico de lo que no, así como las prácticas sanas de las insanas, existe el peligro de que nos dejemos guiar por mensajes impactantes y vistosos pero vacíos de contenido, llenos de tópicos y estereotipos, o por recetas y consignas simples, despersonalizadas e incluso erróneas. Por ejemplo, según a quién sigamos, es fácil forjarnos una idea de felicidad malentendida e incurrir en una sobreprotección muy dañina para un crecimiento sano.

No cabe duda de que la educación emocional es necesaria, pero ¿cómo debe ser esta?

Hay varios aspectos esenciales. Uno es tener claro su propósito, que no es conocer o calmar las emociones solamente, sino conocernos, comprendernos, crecer como personas y humanizarnos a través de ellas. Otro es su doble vertiente personal y social, hacia adentro y hacia afuera, promover la autoestima y la empatía al mismo tiempo, que solo son beneficiosas si van de la mano. Otro es que tiene que ser un proceso de crecimiento y aprendizaje permanente, a lo largo de la vida, no acciones aisladas o puntuales. Está comprobado que sus efectos positivos solamente se mantienen si hay una continuidad en el tiempo. Muy importante también que se oriente principalmente a la salud, más que a la felicidad, ya que tenemos que poder seguir orientándonos hacia la salud cuando la felicidad se pone cuesta arriba o se hace añicos, y además hay felicidades insanas. También tiene que poder validar y acoger todas las emociones, puesto que todas las emociones son legítimas, lo que no siempre es legítimo es lo que hacemos con ellas o impulsados por ellas.

'Disparates emocionales. ¡Basta ya!', de Eva Bach© Plataforma Editorial

¿La educación emocional debe estar presente, además de en el hogar, en el centro escolar?

Por supuesto. Además, es que está presente queramos o no, porque puede no haber una educación emocional formal, intencionada o consciente, pero siempre hay transmisión emocional, siempre hay un trasfondo o una vibración emocional en lo que hacemos y decimos, y siempre se da un cierto contagio emocional por ósmosis, por el simple hecho de percibir y respirar las emociones de otras personas y de cada contexto. Esto conlleva que la educación emocional no sea principalmente una cuestión de programas educativos o maletas didácticas, sino de actitudes, de cuidado de los vínculos afectivos y de estilos de relación y comunicación.  

En el libro hace referencia a distintas ‘educaciones emocionales’ que nacen en las redes sociales y que repercuten en la vida real; ¿cuáles son y cuáles sus riesgos?

En el libro expongo 12 educaciones emocionales distorsionadas o desvirtuadas. Algunas de ellas son: la analgésica, que adormece las emociones y desatiende lo ingrato y doloroso; la profiláctica, que teme toda contrariedad y centra sus desvelos en evitarla, en lugar de orientarse proactivamente a la promoción de la salud y el bienestar; la Mr. Wonderful, que quiere resolverlo todo con pensamientos positivos que a menudo contravienen el sentir interno de la persona y la realidad misma; la fast food, que quiere soluciones rápidas y cómodas cocinadas fuera; la domesticadora, que quiere inducirnos unas determinadas emociones para que nos dobleguemos a intereses ajenos o para que nos sometamos a lo establecido y no incordiemos; la saltimbanqui, que cree que educación emocional es sinónimo de saltar, cantar, bailar, moverse, reír, llorar, abrazarse y exaltarse; y otras 6 más. Todas tienen en común una visión muy simple, restringida y sesgada de las emociones, y que no son educativas ni emocionalmente sanas, por lo que siguen perpetuando individuos y sociedades emocionalmente inmaduras o enfermas.    

¿Cómo identificar esas falsas consignas para no caer en ellas?

Exponerlas y conocerlas es básico para poder reconocerlas e identificarlas. También ayuda guiarnos por el currículum y la trayectoria reconocida de los profesionales que seguimos, en lugar de por su número de followers o likes, que por sí solos no son un criterio fiable. Por otra parte, yo desconfiaría un poco de quien cuelga posts constantemente y/o está todo el día charlataneando en redes, puesto que puede ser debido a su propia adicción a las redes, a actitudes narcisistas, a una necesidad de autopromoción o de llenar vacíos y carencias suyas. Igualmente, si somos nosotros quienes nos hacemos adictos a influencers, llevemos cuidado de que no sean puros actos de dependencia, seguidismo, evasión o distracción, en lugar de algo formativo, transformador, beneficioso. Otra recomendación es seguir a influencers distintos y un buen indicador es que lo que digan vaya más allá de sí mismos y citen a otros autores, fuentes, estudios y experiencias. Y mejor aún si además de todo esto limitamos el uso de las pantallas y redes sociales, y nuestra propia vida, nuestros vínculos y relaciones presenciales son más importantes y atractivos que lo que vemos en ellas y que el tiempo que les dedicamos.  

¿Cuáles son las que más le han llamado la atención?

En el libro expongo dos grandes disparates emocionales y 30 malentendidos y falsedades, 15 de ellos sobre las emociones y otros 15 sobre la educación, la crianza y la salud emocional. Primero destaco la idea errónea, luego la reformulo correctamente y luego lo explico y argumento. Entre esos 30 malentendidos podemos destacar algunos de los siguientes: Que las emociones ingratas (tristeza, rabia, miedo) son negativas e insanas; que podemos escoger siempre lo que queremos sentir; que cambiando los pensamientos se cambian las emociones; que si sonreímos y nos decimos cosas positivas todo el tiempo, nos sentimos mejor; que las emociones son reacciones biológicas innatas y no se pueden modificar; que tenemos que obedecer siempre a nuestras emociones; que la felicidad y todo en la vida es solo una cuestión de actitud; que tenemos que guiarnos por nuestra emociones y obedecerlas siempre; que si aprendemos a gestionar las emociones no tendremos crisis emocionales; que educación emocional es preguntar a nuestros hijos “cómo te sientes”; así hasta 30.

El hecho de que queramos mirarlo todo en positivo y que vivan en una sonrisa permanente comporta que sus angustias existenciales, sus miedos, sus tristezas y soledades queden encerrades dentro, que se acrecienten y cronifiquen

¿Están teniendo repercusiones estas consignas en la educación actual de los hijos? ¿Aprecia cambios en los comportamiento de los niños de hoy en día que podrían tener que ver con ellas?

Por supuesto que las tienen. Pongo algunos ejemplos. El hecho de que las emociones ingratas se consideren negativas e insanas acarrea que se las queramos ahorrar, que hagamos lo posible para que nada les entristezca, les incomode o les contrarie, con lo cual les incapacitamos para afrontar el dolor y la frustración que comporta a veces la vida. El hecho de que queramos mirarlo todo en positivo y que vivan en una sonrisa permanente comporta que sus angustias existenciales, sus miedos, sus tristezas y soledades queden encerrades dentro, que se acrecienten y cronifiquen al no poder ser compartidos, y que se desconecten de sí mismos y se vayan insensibilizando y deshumanizando. 

El hecho de que pensemos que hay que obedecer siempre a las emociones, les hace egocéntricos y descorteses, e impide que aprendan a contenerse y sobreponerse, y que sepan actuar con altura moral, guiados por valores éticos que son buenos y convenientes siempre, más allá de si están o no en sintonía con nuestro sentir momentáneo. Por ejemplo, hay que seguir tratando bien a nuestros seres queridos, incluso cuando estamos disgustados con ellos, y a todas las personas, más allá de si nos caen bien o mal.  

¿Qué consejo le daría a los padres que quieren dar una adecuada educación emocional a sus hijos, pero que no saben por dónde empezar ni a dónde acudir para formarse al respecto?

Como decía anteriormente, que empiecen por profesionales, centros, lecturas y vídeos con trayectorias reconocidas, que tengan ya un cierto recorrido y un bagaje amplio, que sean conocedores de estudios, autores y planteamientos diversos, y que aporten perspectivas sustentadas en conocimientos profundos. En este sentido, en mis libros siempre hay muchas citas de otros autores y de libros, vídeos y recursos diversos a partir de los cuáles se puede seguir profundizando y tirando del hilo del crecimiento emocional sano. Y, desde luego, que tengan en cuenta que lo primero y más importante es que comiencen por sí mismos. No hay mejor manera de dar una buena educación emocional a nuestros hijos que ocupándonos de reorganizar y sanear nuestro propio mundo emocional. La verdadera clave de la salud y madurez emocional de niños y adolescentes es la salud y madurez emocional de sus personas adultas de referencia. 

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