¿Qué diferencias hay entre un neurólogo, un psicólogo y un neurólogo infantil? Cada especialista cumple un rol fundamental en el diagnóstico y tratamiento de distintos problemas de salud mental y neurológica de los niños. Que las familias conozcan cuáles son esos roles les facilitará el proceso y les acortará el camino a seguir para ayudar a sus hijos y ofrecerles antes el apoyo que precisan.
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Diferencias entre neurólogo, psicólogo o neuropsicólogo infantil
“Todas las conductas del niño durante el neurodesarrollo tienen una base orgánica en el sistema nervioso central. Cualquier estímulo del entorno va a inducir cambios en los circuitos neuronales cerebrales con el fin de que el niño pueda aprender y adaptarse a las exigencias del medio ambiente en el que se desenvuelve”, según indica el neuropediatra Francisco Carratalá, expresidente de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP).
“Cuando estos estímulos son muy intensos y sobrepasan la capacidad de generar respuestas adaptativas normales, darán lugar a conductas que encajarían en alguno de los trastornos del neurodesarrollo”, como TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), autismo, trastorno de la conducta…
El neurológo pediátrico puntualiza que, cuando estímulos ambientales que culturalmente son considerados normales actúan sobre menores que tienen un desarrollo no óptimo de las estructuras neuronales citadas, pueden dar lugar a manifestaciones de conducta indistinguibles de las anteriores. “Por lo tanto, ante las mismas manifestaciones de alteraciones del neurodesarrollo, nos podemos estar enfrentando a problemas de origen psicológico (ambiental) o neurológico (orgánico) y, con más frecuencia de la que se piensa, a las dos cosas a la vez”.
De este modo, cuando los padres sospechan que su hijo podría tener un trastorno del desarrollo y no saben dónde acudir, Carratalá les recomienda que consulten con “un equipo multidisciplinar en la que neuropediatras, psicólogos y psiquiatras trabajen codo con codo”.
Teniendo en cuenta lo anterior, las diferencia fundamental entre estos profesionales es que el neurológo infantil o neuropediatra es un médico cuya especialidad es el sistema nervioso del niño. El psicólogo infantil y el neuropsicólogo infantil, por su parte, “parten de una formación común, que es la salud mental en la infancia y la adolescencia”, tal y como señala María González Ruiz, psicóloga especialista en Neuropsicología de Instituto Centta (www.centta.es). “Sin embargo, difieren en cuanto a formación específica, enfoques, herramientas de evaluación y áreas de intervención”.
De este modo, la formación del psicólogo infantil “se centra en el estudio del comportamiento, las emociones, los procesos mentales y el contexto particular de cada niño”, mientras que el neuropsicólogo infantil es un psicólogo que se ha especializado en la relación entre el funcionamiento del cerebro y la conducta o procesos cognitivos subyacentes. “Además de tener en cuenta los aspectos emocionales y sociales que evalúa y trata un psicólogo, analizará el funcionamiento cognitivo de áreas como la atención, la memoria, las funciones ejecutivas, entre otras”, añade González Ruiz.
Otro aspecto diferenciador de los tres profesionales es la evaluación que realizan al niño. “Así pues, mientras que las evaluaciones del psicólogo están orientadas a diagnosticar el tipo de cuadro clínico que observamos (TEA, TDAH, retraso de capacidades cognitivas), el neurólogo infantil centra su actividad en el diagnóstico etiológico para averiguar cuál es la causa del trastorno, lo que será importante para establecer el pronóstico y tratamientos médicos que pueda necesitar el paciente”, detalla Francisco Carratalá.
¿Cuándo acudir con un niño al neurólogo y cuándo a un psicólogo o neuropsicólogo?
El expresidente de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica insiste en la necesidad de que los profesionales de la psicología y los profesionales de la neurología trabajen de manera conjunta en equipos multidisciplinares en los que se comparta información y formación.
“Ambos grupos profesionales deben conocer de forma recíproca, las claves de cuáles son los procedimientos profesionales habituales del compañero de equipo y dominar a fondo los requerimientos de la especialidad propia”, incide. “Esta actuación en equipo permitirá orientar de la mejor manera a la familia del paciente, no duplicar esfuerzos profesionales y no agotar a los pacientes con procedimientos diagnósticos clínicos o psicométricos interminables que, además, no aporten un beneficio claro al mismo”.
Esto es imprescindible en casos en los que, como señala el doctor, el trastorno del neurodesarrollo es comórbido, es decir, aparece unido al problema neurológico. “Por ejemplo, en el trastorno del espectro autista (TEA), hasta un 35% de los pacientes presentará alguna forma de epilepsia y de TDAH hasta en un 75%”, explica.
“Por otra parte, enfermedades neurológicas con irregular respuesta a los tratamientos pueden aumentar o empeorar los síntomas de los trastornos del neurodesarrollo. Además, los niños con enfermedades neurológicas, generalmente crónicas, sufren un impacto emocional que requerirá de intervención psicológica como en cualquier otra enfermedad crónica de la infancia”.
En caso de que la familia no tenga opción de acudir a un equipo multidisciplinar y necesite brindar ayuda a su hijo, ¿a qué profesional debe acudir primero? La respuesta depende de la situación concreta que presente el niño. Teniendo esta en cuenta, María González Ruiz plantea las siguientes opciones:
- Psicólogo infantil. La neuropiscóloga recomienda consultar con un psicólogo infantil cuando el niño presente dificultades emocionales (como miedos, ansiedad, depresión, baja autoestima…) o problemas de conducta en casa o en la escuela (agresividad, aislamiento, problemas para relacionarse con compañeros...). También en situaciones en las que se requiera orientación y asesoramiento para padres sobre cómo manejar determinadas situaciones familiares (divorcios, celos, duelo…).
- Neuropsicólogo infantil. Señala que se debe acudir a la consulta de un neuropsicólogo infantil ante la sospecha de dificultades atencionales, de aprendizaje o de la función ejecutiva y cuando el niño presente trastornos diagnosticados o en evaluación, como TDAH, dislexia, TEA, o retrasos en el desarrollo cognitivo. También “tras una lesión cerebral o una enfermedad neurológica que haya podido afectar las capacidades cognitivas del niño (por ejemplo, tras una epilepsia, un accidente cerebro-vascular, etc.)”, añade. “Esto se realizaría en paralelo a la intervención médica”.
- Neurólogo infantil o neuropediatra. González Ruiz explica que es necesario que un neurólogo infantil examine a los niños cuando estos tienen síntomas físicos que sugieren problemas neurológicos, como convulsiones, desmayos, migrañas persistentes o alteraciones motoras. También cuando existe la sospecha de patologías médicas en el sistema nervioso (por ejemplo, epilepsia, trastornos neurodegenerativos o de origen genético), así como cuando se requiere una evaluación médica que incluya pruebas de neuroimagen (resonancias, electroencefalogramas) y posible tratamiento farmacológico.
“En la práctica, si los padres sospechan cualquier trastorno del neurodesarrollo (por ejemplo, TDAH, TEA o dislexia) y no hay signos neurológicos visibles (convulsiones, desmayos, dolores de cabeza intensos, etc.) pueden empezar consultando a un psicólogo o neuropsicólogo”, resume la neuropsicóloga de Instituto Centta. “Si se detectan señales claras de un problema neurológico (desarrollo motor anómalo, crisis, pérdida de conciencia, etc.), es aconsejable acudir primero al neurólogo”.