En su libro 12 soluciones para superar los retos de las pantallas (Ed. Planeta), el Dr. Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Salud Pública, expone con contundencia, pero sin alarmismo, y de forma práctica cómo abordar los riesgos que impone el abuso de pantallas en niños y adolescentes. Todo ello desde la evidencia científica. Hemos charlado con él.
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Al comienzo del libro compara la situación actual de las pantallas con la explosión de tabaco. ¿Cree que acabará regulándose el uso de pantallas de igual forma que se ha regulado el tabaco?
Yo creo que exactamente igual no. Esto no es algo idéntico, es análogo, porque las pantallas se tienen que seguir usando para trabajar en muchos aspectos. Las pantallas tienen sus ventajas, mientras que el tabaco no tiene ninguna ventaja.
Cuando hablo de las pantallas, me estoy refiriendo sobre todo al tema redes sociales, industria del entretenimiento y todo lo que es el exceso de distracciones metidas en un mismo aparato. A los smartphones se les ha llamado 'armas de distracción masiva'. Especialmente en las personas jóvenes hacen mucho daño, sobre todo cuando se está en torno a la pubertad o son adolescentes que todavía no tienen completamente mielinizado el cerebro. La mielina es esa capa, esa vaina lipídica de tipo graso que reviste los axones de las neuronas, que hace que el impulso nervioso vaya a la velocidad adecuada.
No se crean nuevas neuronas durante la adolescencia, pero lo que sí se hace es que se produce una poda neuronal de las conexiones entre neuronas que no se usan y después se produce la mielinización. Estar sometidos a esa distracción masiva hace mucho daño.
Usted habla en concreto de 'plaga' y de la capacidad adictiva y 'licuadora' del cerebro de estos dispositivos...
Hacen mucho daño en los cerebros, y esto se está traduciendo en problemas de salud mental y también en una afectación de la inteligencia. Pero hay más. También está toda la adicción a pornografía, que ha crecido como nunca por la facilidad con la que la gente accede ahora mismo a pornografía y los códigos de conducta en la sexualidad que eso incrusta en los cerebros de gente muy joven, porque en Internet no hay edad para acceso; pueden acceder a la pornografía más dura desde que tienen 10 años.
Esto se traduce en un aumento de las agresiones sexuales. Esto lo ha dicho la Fiscalía en el año 2023. Hay muchas más agresiones sexuales perpetradas por gente joven, las 'manadas' y todo esto es un daño brutal para la salud de la mujer y para la libertad sexual.
También está el tema del ciberacoso, que es mucho peor que el acoso escolar. Siempre ha existido el acoso escolar, pero estaba limitado al tiempo en que los chavales coincidían en el colegio. Pero ahora durante las propias clases si tienen móvil pueden seguir acosando a sus compañeros y luego durante la tarde y la noche. Y no hay que olvidarse del grooming, que está creciendo muchísimo porque hay auténticos expertos depredadores sexuales, que están desgraciando la vida de muchos chicos.
También hay que hablar de los trastornos del sueño. El sueño es fundamental para que nuestra memoria a corto plazo pase a archivarse como memoria a largo plazo. Y los chavales están durmiendo muchas menos horas de las necesarias, porque se pasan la noche mirando la pantalla.
¿Y cómo afectan en concreto a la inteligencia?
Hablamos del efecto Flynn. Cuando se han hecho estudios repetidos a lo largo del tiempo durante décadas del coeficiente intelectual medio en distintos países, que viene a ser como una valoración de cuál es la inteligencia media de la humanidad, se ha visto un ligerísimo aumento año tras año, década tras década, de los coeficientes intelectuales medios.
Pero desde que existen los teléfonos móviles con conexión a Internet lo que sucede es lo que se ha dado en llamar el efecto Flynn inverso, que es que está retrocediendo a ritmo de 0.2 desviaciones estándar menos por década en la población general y en los jóvenes 0.3 desviaciones estándar por década.
Y esto lo notamos todos los docentes cuando les pedimos que hagan de cabeza una operación matemática, que utilicen la memoria... les cuesta mucho. Y creo que es una mezcla de esa pérdida de conexiones neuronales que produce la continua fascinación pasiva por las pantallas, junto con el déficit de sueño, lo que hace que no haya ese esfuerzo intelectual que se necesitaba cuando la gente leía más libros en vez de ver series. Al leer y un lenguaje muy vulgar para que lo puedan entender los jóvenes, que si no, no lo leen y si lo leen no lo entienden.
Advierte en el libro de que esta adicción a las pantallas puede ser "el mayor escándalo para la salud pública de todos los tiempos". ¿Puede haberse 'perdido' una generación, en ese sentido?
Estamos hablando de la generación Z, que son los que no han conocido un mundo sin teléfonos móviles, que llegaron a la pubertad con el teléfono móvil en sus manos. Es la generación donde hay más tasas de suicidio, intentos de suicidio, autolesiones, depresiones, trastornos de ansiedad, déficit de atención, anorexia nerviosa, trastornos de la alimentación...
Sí que es una generación que está muy lesionada mentalmente y que está muy limitada. Se ha pasado de una infancia basada en juegos al aire libre y rodeada de amigos cara a cara a una infancia muy aislada basada fundamentalmente en el teléfono móvil, donde pasan horas y horas delante de él con fascinación pasiva y no lo usan para trabajar casi nada; lo usan para aspectos muy poco exigentes desde el punto de vista intelectual. Y pasa como con el músculo: si no ejercita la neurona, no se crean conexiones.
Por eso hay que poner soluciones. Llevamos desde el 2007, que fue cuando aparece el primer teléfono móvil con conexión a Internet. Ya ha pasado un tiempo, y aunque no creo que sea tan dramático para decir que se ha perdido una generación, sí hay que reaccionar y cada vez somos más las voces que estamos diciendo desde distintos ámbitos, desde la educación desde la psicología, desde la salud pública, desde la psiquiatría, que hay que poner solución.
Aboga por no dar smartphones hasta los 18 años. ¿Por qué a esa edad?
No se puede votar hasta los 18 años, no se puede hacer un contrato hasta los 18 años, no se tiene mayoría de edad hasta los 18 años, no se puede conducir un coche hasta los 18 años... La corteza prefrontal, que es esa parte del cerebro que es capaz de facilitarnos el autodominio sobre las pulsiones distintivas, sobre la sed de gratificaciones instantáneas, no está plenamente desarrollada quizás hasta los 18 años, o incluso más tarde, pero es difícil poner el límite más allá de los 18 años, porque a los 18 años hay mayoría de edad y ya el chaval puede hacer lo que quiera. Pero mientras tiene menos de 18 años está bajo la patria potestad de los padres y entonces por eso propongo los 18.
Yo quizá diría que de 16 a 18 se le puede dar un teléfono 'tonto', o sea el teléfono de teclas. Pero el teléfono con conexión a Internet es una máquina muy potente porque tiene detrás a todos los algoritmos desarrollados por los mayores cracks de la ingeniería informática que hay en el mundo y de la psicología, enriquecidos con métodos de inteligencia artificial, por lo que es dificilísimo que un chaval compita con ellos. Estos algoritmos están diseñados para no dejarle un minuto libre, entonces son tremendamente atrapadores, por eso hablo de licuar el cerebro, pues al final es una compulsión lo que sienten, una pérdida de libertad, por eso hablamos de adicción a los teléfonos móviles.
También detalla en el libro que, al margen de la acción estatal o gubernamental, la familia tiene que tomar partido en este tema, y propone sus 12 soluciones. ¿Por dónde empezar?
La primera solución que recomiendo es ganarse la autoridad moral a base de ser ejemplar, porque muchos problemas vienen porque los padres no son ejemplares. No digo que los padres tengan que ser perfectos y hacerlo todo bien, pero los chavales se dan cuenta de si sus padres realmente combaten contra cualquier asomo de compulsión, de esclavitud con respecto al teléfono móvil. El ejemplo es el mejor predicador y hay que dar un muy buen ejemplo.
¿Qué margen temporal de uso considera no problemático?
Tener un smartphone propio antes de los 18 yo pienso que va a traer más problemas que ventajas. Entonces, una vez que se tiene, hay que distinguir lo que es trabajo de lo que es ocio, pero para ocio todo lo que sea pasarse de una hora al día es un exceso y hay que controlarlo y hay que esforzarse.
Lo mismo que la gente lleva la cuenta de las calorías o de los pasos que da cada día, tienen que llevar también la cuenta de los minutos que dedican a las aplicaciones que no son de trabajo en su teléfono móvil.