Estamos inmersos en una ola de virus respiratorios que, tras las Navidades y el regreso a las clases, ha hecho que se incrementen los contagios notablemente. “Actualmente hay un cóctel por las condiciones climatológicas. Así, tenemos tanto casos de covid, como del virus de la gripe y de virus más comunes asociados a los resfriados, los adenovirus y rinovirus, así como el VRS (virus respiratorio sincitial)”, nos dice Delia Maesa, enfermera pediátrica y supervisora de enfermería de hospitalización y de la UCI Pediátrica/Neonatal de Vithas Sevilla.
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Maesa advierte que el riesgo de estos virus está, especialmente en bebés lactantes, en que derive en bronquiolitis. “Esto supone que baje la inflamación hacia los bronquiolos y se provoca la bronquiolitis”. Si bien tranquiliza al señalar que, en la mayoría de los casos no requiere una intervención o ingreso hospitalario, sino tan solo los cuidados que se asocian a los resfriados, subraya que en el caso de que se complicase, sí sería necesario acudir a urgencias.
Podría ser, incluso, que el equipo médico decidiese el ingreso en planta y hasta, para casos más graves, el ingreso en la UCI pediátrica. “En este último caso se ingresa cuando es necesario unos cuidados más concretos, el uso de oxigenoterapia o nebulizaciones constantes hasta la recuperación del menor”.
Por eso es muy importante tomar todas las medidas de prevención posible para tratar de evitar los contagios, tanto en nuestro hijo como, una vez que este se ha contagiado, con los demás niños con los que tenga habitualmente contacto.
¿Podemos evitar que un bebé o un niño se contagie de un virus respiratorio?
Evitarlo al cien por cien es casi imposible; más aún en niños pequeños, que se lo llevan todo a la boca o todavía no han aprendido o interiorizado que deben taparse al toser o al estornudar. Partiendo de que, teniendo en cuenta esto, pueda parecer que el contagio está garantizado, especialmente en una escuela infantil, sí que hay una serie de medidas que es recomendable tomar en casa.
Lo que la enfermera pediátrica recomienda al respecto es que, “al volver de la calle, debemos realizar un buen lavado de manos y, teniendo en cuenta que los bebés y niños pequeños juegan en el suelo, sería recomendable cambiar indumentaria para entrar en casa”.
Por supuesto, habrá que irles inculcando que es necesario taparse cuando tosen o estornudan (y explicarles que la manera correcta de hacerlo es con la flexura del codo, nunca con las manos).
¿Ante qué síntomas es mejor no llevar a los niños a la escuela infantil o al colegio?
“Los niños no deben acudir a la guardería, escuela infantil o colegio sobre todo cuando presenten síntomas como fiebre o tengan letargos, es decir, que se encuentran muy decaídos mostrando falta de apetito, por ejemplo”, responde la enfermera pediátrica.
Si presentasen síntomas más graves, como “fiebre alta que no cede, dificultad respiratoria (se le marcan las costillas o se le mueve mucho el abdomen) y que el bebé no quiera comer”, la recomendación de los especialistas es directa: “se debe acudir al pediatra e incluso ir a urgencias para evitar complicaciones”. Y también “cuando respira demasiado deprisa, está pálido o emite una especie de quejidos al respirar”, añade.
Una vez recuperados, ¿a partir de qué momento podemos volver a llevarlos al centro escolar?
De cara a evitar que pueda contagiar a sus compañeros de clase, preguntamos a la supervisora de enfermería de hospitalización y de la UCI pediátrica de Vithas Sevilla acerca de cuándo es el momento idóneo, una vez que nuestro hijo ya se encuentra bien, para que pueda regresar al centro escolar. “La vuelta al cole será simplemente cuando su estado haya mejorado”, nos dice.
Y veremos que está mejor cuando haya dejado de tener fiebre y no se encuentre decaído. Esto último también debemos tenerlo en cuenta, puesto que, en ocasiones, los virus respiratorios hacen que el niño siga estando más cansado de lo normal uno o varios días después de que le haya desaparecido la fiebre; ese decaimiento le impediría estar en el ambiente escolar de manera normal. Delia Maesa puntualiza que “la tos y los mocos es posible que se prolongue en los menores hasta el final del invierno, ya que van encadenando unos resfriados con otros”.