Cuando una familia recibe la confirmación de que su hijo padece trastorno por hiperactividad y déficit de atención (TDAH) y que necesita medicación para paliar los síntomas, es casi inevitable que surjan las dudas. ¿Es realmente necesario? ¿Tendrá efectos adversos? ¿Podría dejarle demasiado aletargado?
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Para responder a estas y a otras cuestiones al respecto, hemos hablado con el Dr. Fernando Martín del Valle, co-coordinador del grupo de Trastornos del Neurodesarrollo de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP), quien nos dice que no en todos los casos es necesaria la mediación, sino que esta es solo una parte del tratamiento.
“Especialmente en niños pequeños, por debajo de los 6 años, la recomendación es administrar tratamiento psicoeducativo y conductual”, puntualiza. “En niños más mayores, lo primero que debemos hacer es también el tratamiento psicoeducativo y conductual, y si no es suficiente, añadir tratamiento farmacológico”.
El motivo por el que se recomienda no tratar farmacológicamente a los niños menores de 6 años es que muchas de sus conductas “pueden ser propias de su inmadurez y responder bien al tratamiento conductual, pero hay casos en los que es preciso medicar antes de esa edad, siempre bajo supervisión estrecha por un especialista familiarizado con la medicación y con el TDAH”, señala el neuropediatra.
Aún así, aún sabiendo que es preciso administrar el tratamiento farmacológico al niño o al adolescente con TDAH, puede provocar cierta desazón en los padres el hecho de hacerlo. Por eso hemos hablado con un padre que tiene experiencia en la materia, con Jaime Sánchez Carpintero, que tiene cuatro hijos con TDAH y los cuatro reciben medicación.
Jaime nos cuenta que todos ellos experimentaron un gran cambio gracias a los fármacos. “En lo académico se notaba mucho. De hecho, por ejemplo, el segundo, para que te hagas una idea, en los primeros años de Primaria sus notas eran de 5 ó 6 y algún suspenso, y el último curso de Primaria, en 6.º, era todo nueves y dieces”.
Nos cuenta que anteriormente a recibir el tratamiento farmacológico, iba a clase más “perdido” y que volvía a casa sin enterarse de lo que tenía que hacer. “Y ahora ya lo sabe perfectamente. A veces le cuesta hacerlo, la medicina no es magia”, advierte. “Sí le sigue costando, tarda más en hacer los deberes de lo que en principio le correspondería, pero sabe lo que tiene que hacer, los hace, los termina, se responsabiliza y luego las cosas le salen mucho mejor, claro”.
Eso, en lo que al déficit de atención se refiere. En lo relativo a la hiperactividad, también se aprecia la diferencia: “los niños hiperactivos, los míos por lo menos, no paran y muchas veces, sin querer, la lían. Al final, tanto en el cole como en casa, se llevan más broncas porque no paran. En este caso, con medicación, se llevan muchas menos broncas, son mucho más capaces de pararse y pensar y decir esto que estoy haciendo mejor no lo hago”, nos comenta Jaime. “Antes de la medicación, primero lo hacían y luego decían uy, esto no lo tenía que haber hecho. Esto les ayuda a estar un poco más reflexivos y, en nuestro caso, por lo menos el nivel de liarla en casa es mucho menor”.
De hecho, Jaime comparte con nosotros que, debido a la falta de abastecimiento de metilfenidato de liberación prolongada, uno de los fármacos más habituales para el TDAH, sus hijos ya han manifestado las consecuencias: “llevamos como un mes que hay falta de abastecimiento y a nuestros hijos no les hemos podido dar la medicina y todos los profesores nos han dicho que lo están notando: ya antes ya no paraba en clase, pero ahora… se nota un montón”.
¿Cuáles son los posibles efectos adversos de los fármacos para el TDAH en menores?
El prospecto del metilfenidato recoge posibles efectos adversos, como ocurre con cualquier otro medicamento, incluso los que son administrados de manera muy frecuente a la población infantil, como puede ser el ibuprofeno o el paracetamol, por ejemplo. Esto no quiere decir que se den siempre en todos los niños que lo toman.
Así, según recoge la Asociación Española de Pediatría (AEPD), los efectos secundarios más frecuentes del metilfenidato (se dan en más de un 10% de los niños) son cefalea, insomnio y nerviosismo. Sin embargo, los hijos de Jaime no han registrado ninguno de esos síntomas. “El único efecto secundario que vemos que, durante el efecto de la medicación -se la toman en el desayuno y dura más o menos hasta las 20:00 de la tarde-, a la hora de comer tienen menos hambre y comen menos”, relata este padre de familia.
En una situación así, lo que los médicos recomiendan es cambiar de hábitos e introducir más alimentos en el desayuno y en la cena. “Los míos, aún así comen bien, pero, sin las pastillas, a mediodía comerían mucho más”.
¿La medicación para el TDAH es para toda la vida?
La otra gran duda de muchos padres de niños y adolescentes con TDAH es si necesitarán esta medicación de manera crónica, es decir, para toda su vida. El Dr. Fernando Martín del Valle nos explica que no necesariamente: “pueden darse las dos circunstancias”, señala. “En muchos casos los niños van aprendiendo a reconocer y a controlar los síntomas, en parte por las terapias, y en parte por la maduración cerebral, y se puede probar a retirar la medicación. Si los síntomas reaparecen o empeoran significativamente cuando se retira la medicación se deben reintroducir, y podrán seguir tomándolo en la edad adulta”.