Al pensar en un niño que tartamudea, es habitual que se dé por hecho que se trata de un niño especialmente tímido o que se pone muy nervioso. Y, por lo general, se cree que la tartamudez es producto de esa timidez o de ese nerviosismo y que, en consecuencia, se trata de un aspecto emocional. Eso hace que no siempre se le dé la importancia que merece en las familias y que el menor no sea tratado por un profesional que le ayude a superar este problema.
Por ello, Inma Morales, logopeda especialista en tartamudez miembro del Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid (CPLCM), desmitifica esa asociación de ideas y nos explica que la tartamudez no está causada por un aspecto emocional y que un niño no tartamudea porque está nervioso o ansioso.
“Estas emociones que frecuentemente vemos en la práctica clínica, como la frustración, inseguridad o miedo, no son la causa de la tartamudez, sino una consecuencia de la experiencia de tartamudear”, puntualiza. “Estas emociones son una respuesta natural frente a situaciones comunicativas que el niño percibe como desafiantes o difíciles”.
Por ello la especialista hace hincapié en que “es crucial entender cómo la tartamudez impacta emocionalmente al niño para poder apoyarlo de manera efectiva”.
¿Por qué algunos niños tartamudean?
Si la timidez y algún otro aspecto emocional no son la causa de la tartamudez en niños, ¿qué es entonces lo que la provoca? Para responder a esta pregunta, Inma Morales señala que, de cara a comprender por qué algunos niños tartamudean, es realmente necesario resaltar que la tartamudez es un trastorno complejo que no tiene una única causa. “Por ejemplo, estudios han mostrado que hay diferencias funcionales y estructurales en el cerebro de una persona que tartamudea en comparación con una que no tartamudea”.
La logopeda detalla aspectos que juegan un papel importante, como la genética, el factor ambiental, las competencias lingüísticas y motoras del niño o su temperamento. “Sin embargo, es clave aclarar que ninguno de estos factores, por sí solo, es la causa de la tartamudez”, afirma. “Es la interacción entre diversos factores lo que parece contribuir a que aparezca y se desarrolle. Por eso se habla de la tartamudez como un Trastorno del Neurodesarrollo y de la Fluidez del Habla, porque su origen está en la interacción entre factores genéticos, neurobiológicos y ambientales”.
¿Cómo ayudar a los niños a superar la tartamudez?
Lo primero que hemos de tener en cuenta para ayudar a los niños que tartamudean es que, como señala la logopeda, esperar no es la mejor opción, de modo que hemos de actuar pronto. “Padres, familiares, profesores, pediatras o cualquier otro profesional, si notáis interrupciones en el habla del niño, como bloqueos, repeticiones o prolongaciones de sonidos, es una buena idea buscar asesoramiento logopédico especializado en tartamudez, incluso si el niño es muy pequeño”, recomienda Morales.
Tranquiliza, eso sí, al afirmar que, a pesar de que es importante la intervención temprana, eso no implica que haya un punto de no retorno: “no existe una edad mínima ni un límite para buscar ayuda: tanto los niños pequeños como los adolescentes y adultos pueden beneficiarse del tratamiento, adaptado siempre a sus necesidades y etapa de la vida”.
Terapia para que los niños superen la tartamudez
Inma Morales pone de manifiesto que no existe una terapia estándar que funcione igual para todos, sino que esta debe ser siempre personalizada e individualizada, y debe adaptarse a la edad, las necesidades, las circunstancias personales y la relación que cada persona tiene con la tartamudez. “Como solemos decir entre colegas: one size doesn't fit all, o en español, una misma talla no le queda bien a todos. Esto significa que lo que resulta para una persona puede no serlo para otra, y por eso es tan importante diseñar una intervención adaptada a cada persona”.
En lo que a niños menores de 6 años se refiere, la terapia del logopeda no solo implica trabajo directo con el niño, sino que también se extiende al entorno familiar, al que le presta especial atención. “Esto implica brindar orientación y apoyo a los padres para que establezcan una dinámica comunicativa favorable”, señala la especialista.
“Una vez entrada la edad escolar, en la adolescencia o adultez, los objetivos de la terapia evolucionan”, añade. “Se centran en abordar no solo la fluidez del habla, sino también la confianza, los pensamientos, las emociones y las actitudes relacionadas con la comunicación”. Para ello, nos cuenta que se van adaptando las estrategias y las técnicas que se emplean, las cuales se “jerarquizan según el nivel de dificultad y necesidades de la persona para abordar situaciones específicas, como leer en público, participar en eventos sociales o fiestas, llamadas telefónicas o entrevistas de trabajo”.
El objetivo de la terapia, ya se trate de un niño, ya de un adolescente o de un adulto, “es lograr que la persona se sienta cómoda y segura al comunicarse, ayudándole a desenvolverse con confianza en cualquier contexto”.
Cómo ayudar en casa al niño que tartamudea
Lo primero que la profesional destaca en este punto es que la tartamudez no es causada por el comportamiento de los padres. Aunque esta afirmación parezca muy evidente, el hecho de que habitualmente la tartamudez se vea como consecuencia de aspectos emocionales (de manera errónea, como hemos visto), puede suponer una importante carga para los progenitores, que pueden llegar a autoculparse de la dificultad de su hijo.
Si bien el comportamiento de los padres no provoca este problema en el habla, “cuando las demandas y las presiones comunicativas en la vida cotidiana del niño son elevadas, la severidad de la tartamudez puede aumentar y afectar su comunicación de manera más notable”, advierte la representante del Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid. “Por eso, el apoyo y la comprensión familiar son fundamentales: el niño debe sentir que es aceptado tal como es, independientemente de cómo se exprese”.
Una vez dicho esto, hay una serie de estrategias que se pueden implementar en el hogar para fomentar más confianza y seguridad en la comunicación del niño. Morales enumera las siguientes:
- Evitar interrupciones. Este es un aspecto fundamental. Hemos de tener muy presente que completar las frases que le cuesta terminar, pedirle que repita o corregirlo puede generar frustración e inseguridad. “Además, es crucial evitar comentarios negativos sobre el habla del niño”, subraya. “La atención debe centrarse en lo que comunica y no en cómo lo hace”.
- Crear un momento especial de comunicación en familia, “donde se dediquen unos minutos diarios a una interacción exclusiva entre padres e hijo, libres de distracciones como la televisión o el teléfono, puede ser muy beneficioso”. Durante este tiempo, la experta apunta que “es importante usar un habla lenta, con pausas frecuentes, creando así un ambiente que ayude al niño a sentir que tiene tiempo suficiente para expresarse”.
- Buscar información y apoyo. Para ayudar a su hijo, los padres necesitan saber bien acerca de la dificultad en el habla que este presenta: “aprender sobre la tartamudez no solo facilitará la comprensión de la situación, sino que también ayudará a manejarla”.
“En definitiva, el niño debe sentir esa aceptación incondicional por parte de sus padres, valorando la manera en que se expresa y cómo se comunica”, subraya la logopeda especializada en tartamudez. “Este apoyo fundamental contribuye al desarrollo de niños que crecen con confianza, seguridad y competencia en su capacidad de comunicarse”.