La convivencia de niños, tengan o no algún tipo de vulnerabilidad o trastorno, con animales de compañía tiene multitud de beneficios, como aumentar su autoestima y confianza, disminuir la ansiedad, mejorar las habilidades sociales, incrementar la motivación, promover la calma o estimular el aprendizaje y la concentración, según nos cuenta Sònia Sáez, veterinaria y responsable de Comunicación en Purina España.
Partiendo de esa base, de todo lo que un animal puede aportar a un menor de edad desde el punto de vista emocional, ¿cómo no recurrir a ellos para facilitar determinados tipos de terapias con niños con alguna vulnerabilidad? “La utilización de animales en ambientes terapéuticos con objetivos específicos se encuentra por primera vez en 1953, cuando el psiquiatra Boris Lewinson atendía a un niño que había pasado por un largo proceso terapéutico sin éxito y con crecientes síntomas de retraimiento que ameritaban hospitalización”, apunta Aina Cortès, psicóloga especialista en terapia e intervenciones asistidas con animales en la Fundació S’Hort Vell.
“Accidentalmente, entró en su consulta su perro Gingles. El niño estableció contacto con el perro y posteriormente expresó su deseo de volver a jugar con él. Desde ese momento, Levinson utilizó a su perro en todas las sesiones con el niño, logrando involucrarse en el juego terapéutico y creando un vínculo que posibilitó el abordaje terapéutico”.
Hoy en día está demostrado científicamente que el contacto con los animales disminuye los niveles de cortisol y otros neurotransmisores relacionados con el estrés, tal y como afirma la psicóloga especializada. “Esto nos induce a pensar que no solo el contacto con los animales beneficia a cualquier persona o niño en cualquier estado, sino que nos facilita la intervención psicoterapéutica porque predispone al paciente a un estado de ánimo receptivo y en disposición de realizar diferentes actividades, cosa que a veces en consulta resulta complicado”.
Y no solo son clave a la hora de facilitar la puesta en marcha de determinadas terapias, sino que además actúan como reguladores emocionales, pues “contagian su estado de ánimo y calma a los niños y personas a su alrededor, y a nivel emocional también nos sirven de espejo: nos pueden informar acerca de nuestro estado de ánimo y cómo modificarlo”.
Así, son muy diversos los aspectos en los que la terapia con animales, y en concreto, con perros, impacta en la salud física y emocional de los niños en situaciones vulnerables. Sònia Sáez destaca los siguientes:
- Beneficios emocionales. “Los niños que interactúan con perros de terapia muestran un notable aumento en las emociones placenteras, tales como mayor relajación, felicidad y alegría”. Esto repercute directamente en su autoestima y en los indicadores de ansiedad y depresión, que disminuyen significativamente, lo que contribuye a su bienestar emocional global.
- Aspectos motivacionales. “El vínculo con los perros de terapia juega un papel crucial en el aumento de la autoestima y autoconfianza de los niños y adolescentes”. De ahí que, en casos de abandono o de problemas familiares, estos animales sean especialmente valiosos, pues ayudan enormemente a los menores a enfrentarse a los desafíos emocionales que afectan su desarrollo. “La interacción con los animales motiva a estos niños a superarse y mejorar su percepción de sí mismos”, asegura Sáez.
- Beneficios terapéuticos. “Se ha demostrado que su presencia disminuye el ritmo cardíaco y la presión arterial, factores clave en la gestión de situaciones estresantes”, subraya la veterinaria y representante de Purina. “Durante su estancia en hospitales, por ejemplo, los animales ayudan a tranquilizar a los pacientes, motivándolos en su proceso de recuperación”.
- Fomento de la responsabilidad. “El cuidado de los animales implica un compromiso significativo. Esta responsabilidad es una oportunidad muy recomendable para los niños, quienes aprenden la importancia de respetar y cuidar a los animales”. De este modo, fomentamos en ellos importantes valores.
- Beneficios educacionales. “Las investigaciones realizadas también constatan que la interacción de los niños con perros de terapia asistida fomenta sus ganas de trabajar en equipo, aumenta su nivel de concentración y, en consecuencia, mejora su aprendizaje, además de actuar como un factor de motivación destacable”, señala la experta. “Es importante tener en cuenta que los perros no tienen la capacidad de hablar ni de juzgar, por lo que los niños se sienten cómodos y seguros junto a ellos ante cualquier aspecto que les genere dificultad, como hablar en público o leer”.
Los cambios que los niños experimentan en terapia gracias a los perros
Sònia Sáez puntualiza que los animales involucrados en terapias asistidas son cuidadosamente seleccionados y entrenados en positivo. “Esto asegura que estén preparados para proporcionar el máximo beneficio a las personas, siempre bajo la supervisión de profesionales capacitados que velan tanto por el bienestar del animal como por la efectividad de la terapia”.
Con el perro adecuado y entrenado para ello, todas las intervenciones psicoterapéuticas se pueden ver beneficiadas por la intervención del animal, tal y como nos explica la psicóloga Aina Cortès. “Es decir, la terapia asistida con animales es complementaria a otros procesos (psicoterapéutico, psiquiátrico, desintoxicación, etc.)”, de modo que se puede utilizar, apunta, con personas diagnosticadas con neurodivergencia, trastorno espectro autista, trastorno de déficit de atención (con y sin hiperactividad), trastorno del desarrollo, trastorno del estado de ánimo, trastorno bipolar, depresión, etc.
También son muy útiles, nos dice, en situaciones donde hay niños que han sufrido maltrato, abuso, agresividad, y necesitan aprender a crear otro tipo de vínculo desde la calma, el amor, la empatía, el control de impulsos, la autonomía, así como en personas con conductas desadaptativas, de riesgo, de consumo. “Estar cerca de un animal aporta emociones muy agradables, genuinas y saludables”.
En todos estos casos, los cambios logrados en niños y adolescentes gracias a los animales de terapia son evidentes: “podemos afirmar que aquellos niños y niñas que no han avanzado o donde no surge efecto la psicoterapia en otros ambientes, esa misma sesión con el mismo profesional pero acompañada de animales empieza a funcionar, precisamente por la predisposición que consigue el animal, con paz, calma, alegría y bienestar, a partir del principio de biofilia, dando lugar a un vínculo con el caballo o el perro que, entonces sí, permite trabajar los objetivos definidos”, afirma Cortès.
Sònia Sáez añade que los resultados de las terapias asistidas con perros en el ámbito hospitalario son espectaculares. “Hemos visto en el proyecto Yes We Can en el Hospital Niño Jesús de Madrid cómo las sesiones para pacientes con parálisis cerebral adquirida les ayudan tanto a nivel físico como cognitivo o el impacto que tienen este tipo de intervenciones en la salud mental de niños con trastornos del neurodesarrollo gracias al estudio que llevamos a cabo en el Hospital Clínic de Barcelona”. Este estudio concluía que estas terapias contribuyen a la mejora de la autoestima, la confianza en uno mismo, las habilidades sociales y la regulación de trastornos emocionales y del comportamiento.