El botulismo del lactante es una enfermedad aguda producida por la acción neurotóxica de las toxinas producidas por un microorganismo, el Clostridium botulinum, que infectó al lactante a través de la vía digestiva. Esta enfermedad también puede originarse por heridas infectadas.
Es bueno recordar que el botulismo del lactante es una enfermedad potencialmente mortal, sobre todo si se realiza el diagnóstico tardíamente, por lo que es importante un diagnóstico temprano, al existir un tratamiento específico, y el ingreso del niño en cuidados intensivos.
Se manifiesta como un trastorno neurológico causado por la liberación de toxinas procedentes de la multiplicación de esporas del Clostridium botulinum en el intestino del lactante como consecuencia de la ingesta de alimentos que contenían dichas esporas. Afecta con mayor frecuencia a niños menores de un año.
¿Por qué aparece el botulismo y qué implica?
El botulismo se desarrolla en lactantes que ingirieron alimentos que contenían esporas altamente resistentes de una bacteria patógena, anaerobia, gran positiva, que produce una neurotoxina muy potente capaz de causar una toxiinfección alimentaria grave.
La toxina botulínica afecta al sistema neuromuscular provocando parálisis progresiva de la musculatura estriada y es una enfermedad con una mortalidad del 10%, debida a insuficiencia respiratoria causada por la parálisis de los músculos torácicos.
En la mayoría de los casos el origen de las esporas suele ser desconocido, pero en los países europeos se han relacionado con la ingesta de miel. En otros países se asocia al consumo de infusiones caseras y al polvo procedente de suelos contaminados. La edad es un factor de riesgo, pues los casos más graves se dan en edades comprendidas entre las dos semanas y los seis meses de vida.
Síntomas del botulismo en niños
El periodo de incubación abarca de tres a cuatro días después del contagio, con síntomas clínicos leves de constipación, seguida de parálisis progresiva descendente, flácida y simétrica de la musculatura estriada. El niño presenta afectación de los pares craneales, hipotonía generalizada, arreflexia, llanto y succión débiles y trastornos de la deglución.
Además, presenta facies inexpresiva, pupilas midriáticas, mirada fija, ptosis palpebral, respiración superficial, dificultad para alimentarse, estreñimiento, atonía vesical, alteraciones en la presión arterial y el ritmo cardiaco.