La imagen se repite en muchos hogares el 6 de enero: niños que abren apresuradamente un paquete tras otro sin detenerse casi a mirar lo que hay dentro. Tras unas horas de locura, algunos acaban enfadados, nerviosos... les sobrepasa todo lo que han vivido, y eso que es una de las jornadas más bonitas y esperadas del año.
¿Qué se puede hacer para evitarlo? Quizá uno de los secretos está en plantear que las cosas sean diferentes ya desde la misma preparación de la carta de Reyes. Elvira Perejón es neuroeducadora y especialista en Neuropsicología, además de en acompañamiento emocional respetuoso. Es CEO y fundadora de Educación Incondicional. Hemos hablado con ella de este tema.
El deseo de satisfacción instantánea de los niños
"La magia de la Navidad y la ilusión de que los regalos llegan gracias a Papá Noel o los Reyes Magos son elementos esenciales en esta época para los niños. Sin embargo, las familias pueden ayudar a que estos momentos no se conviertan en una sucesión apresurada de paquetes abiertos, sino en una experiencia de conexión emocional", comenta la experta.
La neuroeducadora ofrece un consejo clave para conseguir este objetivo y es no llevar a los más pequeños a tiendas de juguetes durante estas fechas. Así lo explica: "Los niños aún no han desarrollado plenamente su capacidad para comprender conceptos como la planificación o el ahorro, algo que se relaciona con el desarrollo de la corteza prefrontal, que sigue madurando. Cuando ven un juguete que les gusta, su cerebro reacciona de forma inmediata, activando el sistema de recompensa con un deseo de satisfacción instantánea".
Si no pueden llevarse el juguete en ese preciso momento, es posible que se frustren o incluso se desborden emocionalmente, "ya que todavía no tienen las herramientas para gestionar esas emociones". Además, hay que tener en cuenta que puede haber una sobreestimulación al estar en un entorno lleno de juguetes y esto les afecta tanto a la hora de quererlo en ese momento como luego para decidirse, ya que no son capaces de elegir ni priorizar.
Pero Elvira Perejón apunta un factor más para no acudir con ellos a establecimientos de juguetes y es que "en estos lugares puede haber adultos comprando los mismos regalos que los niños esperan de Papá Noel o los Reyes Magos. Este simple hecho puede romper la ilusión y hacer que cuestionen la magia que tanto cuidamos en estas fechas".
La influencia de la publicidad al elegir los regalos
Pero si en una tienda física los menores pueden sentirse sobrepasados cuando están rodeados de juguetes y no saben elegir cuáles quieren para su carta, lo mismo sucede con la publicidad. "En estas fechas es importante reducir el consumo de pantallas, ya que en épocas previas a la navidad están cargados de anuncios publicitarios que incitan al consumo y a pedir muchos regalos. Los anuncios de juguetes durante la Navidad están diseñados de forma estratégica para captar la atención de los niños, utilizando colores brillantes, música pegadiza y personajes atractivos que despiertan emociones como el deseo inmediato", detalla la especialista (@educacionincondicional, en Instagram).
Y esto tiene un impacto directo en las áreas relacionadas con el autocontrol y la reflexión, como la corteza prefrontal, señala. "Por ello, los niños son especialmente vulnerables a los mensajes de 'lo necesito ahora', lo que puede fomentar el consumismo y generar expectativas poco realistas". A medida que ven más anuncios, quieren más juguetes y la carta se va haciendo cada vez más larga.
Limitar el número de regalos para que puedan valorarlos
¿Cuántos regalos son demasiados para un niño? Se habla de la regla de los cuatro regalos como un estándar a tener en cuenta. ¿Cuál es la opinión de la especialista? "Limitar la cantidad de regalos también es importante para que cada uno de ellos sea valorado. Cuando hay demasiados, el cerebro puede sentirse sobreestimulado y tener dificultades para procesar y apreciar cada obsequio. Así que es recomendable seguir la regla de los cuatro regalos: una cosa que quieran, una cosa que necesiten, una cosa para vestir, una cosa para leer".
Y cuando llegue el momento de abrir los regalos, es fundamental que se convierta en un momento de pausa y no en una maratón: "En lugar de abrir todo de golpe, los regalos pueden convertirse en parte de un ritual. Por ejemplo, al despertar, los niños pueden encontrar una carta de Papá Noel o los Reyes Magos que explique por qué eligieron esos regalos para ellos, reforzando el mensaje de que esos obsequios tienen un significado único y especial".
Es la forma también de hacerles ver que los Reyes Magos los conocen bien y han elegido con cuidado regalos especiales para ellos, lo que "refuerza la idea de que lo importante no es la cantidad, sino la atención y el cariño detrás de cada obsequio. Esta práctica también ayuda a modelar un consumo más consciente y respetuoso".
Dar las gracias en la carta y participar de la generosidad
Para que el niño no se limite a pedir un listado de regalos sin más, la carta puede ser una gran oportunidad de reflexión del año y de propósitos para el siguiente (adaptándose a cada edad). Así, el niño puede empezar haciendo un repaso por lo más importante de los meses pasados, recordando lo que ha conseguido y lo que le gustaría mejorar. Después de esta primera parte, ya sí pueden sugerir a los Reyes Magos lo que les gustaría.
Para enriquecer la experiencia, es bueno "involucrar a los niños en rituales como dejar su carta de deseos en un buzón mágico o debajo del árbol de Navidad o en un lugar especial", comenta Elvira Perejón.
También aboga por invitar a los niños a preparar regalos para los Reyes Magos y sus camellos, como dibujos, cartas o un pequeño refrigerio. "Esto no solo alimenta la ilusión, sino que también fomenta la empatía y les enseña que la Navidad no se trata solo de recibir, sino también de dar", concluye.