A pesar del frío, los niños pueden seguir disfrutando del entorno natural en invierno. De hecho, las Navidades son un momento ideal para hacer con calma algunos planes en la naturaleza. Hay que recordar que estar al aire libre proporciona multitud de beneficios a los niños, tanto en el plano físico, como mental y emocional. Es un medio que ofrece muchas posibilidades, que les permite enfrentarse a situaciones nuevas, probar sus límites y sus capacidades y disfrutar de un ambiente limpio y saludable.
Estas son algunas ideas que podéis poner en marcha en estas fiestas navideñas para vivir juntos experiencias en la naturaleza.
1. Pasar el día en un parque multiaventura natural
Tirolinas, escalada, circuitos, juegos en los árboles... los parques de multiaventura han empezado a generalizarse en muchas zonas naturales. Permiten disfrutar del campo y el aire libre, a la vez que se practican actividades donde la adrenalina es la protagonista. Suele haber distintas zonas, según la edad y la estatura del niño. Y quien lo prueba, suele repetir. Además, es una posibilidad para toda la familia, adaptándose a cada uno de sus miembros.
2. Descubrir la belleza del mar en invierno
Cuando pensamos en un medio natural solemos recrear mentalmente paisajes de montañas o de campo. Pero la playa es un excelente lugar que hay que redescubrir en invierno. Sin los riesgos del sol ni las altas temperaturas, por la mañana y al mediodía, si el día está soleado, los más pequeños pueden jugar con la arena, con las piedras, construir castillos... Además, es un entorno muy relajante en el que no suele haber mucha gente en esta época del año y que se puede disfrutar con intensidad en familia.
3. Recorrer una vía verde o algún sendero en bicicleta o a pie
Hacer senderismo con niños no siempre es fácil, pues se cansan, preguntan varias decenas de veces "¿cuándo llegamos?" y puede que no se recorra la distancia prevista. Pero cuando se van haciendo mayores, es una posibilidad a explorar. Hay distintos senderos marcados, entre los que están las vías verdes. Los que dominen la bicicleta pueden ir en la suya propia, y los más menudos, en el carrito. Eso sí, conviene informarse antes en este último caso de que todo el camino sea accesible.
4. Visitar un centro natural para elegir el abeto
En los centros de naturaleza más grandes suelen disponer del servicio de venta de abetos. Si elegís alguno que esté en una población bonita, el plan es redondo: elección del árbol de Navidad natural que luego se decorará en casa y paseo por la localidad. Dejar a los más pequeños que escojan por sí mismos un elemento tan importante de estas fiestas les quedará en el recuerdo para siempre.
5. Participar en las actividades de un centro de educación ambiental
Los centros de educación ambiental suelen ofrecer programas en Navidad de lo más completos. Y de forma gratuita o a un precio simbólico. Es, además, una excelente manera de conocer a otras familias con gusto por el campo, y una ocasión para que los niños, que tal vez echen de menos a sus compañeros de colegio tras unos días en casa, pueden jugar con otros. Si hace frío, una buena ropa, con varias capas, puede arreglar la situación. Además, los pequeños no paran quietos y eso hace que no tengan la misma percepción de las bajas temperaturas que los adultos.
6. Dar un paseo en familia por la nieve
La nieve es un elemento mágico para los niños. Se quedan boquiabiertos ante ella, porque no suelen verla tan a menudo como otros escenarios naturales. Ofrece un sinfín de posibilidades: esquí, tirarse en trineo, lanzarse bolas, crear un muñeco de nieve, hacer la silueta del ángel tumbados sobre ella. Es tan distinta que las percepciones y los estímulos sensoriales se disparan para los más pequeños de la casa.
7. Recoger piñas, palos y otros elementos naturales
Cualquier palo que un niño se encuentre tirado en el suelo puede ser el mayor de sus tesoros y un acicate para su imaginación. La idea es organizar una mañana de paseo en la que vayan recogiendo elementos como piñas, hojas, plantas... para luego hacer sus propias creaciones. Si participáis todos, os puede salir una corona de Navidad de lo más natural y evocadora. Si lo hacen ellos solos, pueden inventar un animal fantástico, usar esos materiales para hacer un collage... o cualquier otra posibilidad que se les ocurra.
8. Saborear una comida campestre en un pícnic
Comer en el campo al aire libre en invierno puede parecer imposible, pero hay días soleados en que la temperatura puede ser muy agradable. Eso sí, hay que aprovechar las horas centrales del día, cuando más calienta el sol. Haceos con una manta grande (mejor impermeable en la zona de abajo) y llevad unas viandas ricas. Es un plan diferente y que a los niños les encanta. Solo el hecho de comer fuera de casa ya puede ser una experiencia muy enriquecedora para ellos.
9. Recolectar la cosecha en un huerto
En algunas localidades hay huertos abiertos al público, especialmente pensados para familias. Es una oportunidad muy valiosa para que los pequeños se familiaricen con las plantas que dan frutos y con el origen de algunos de los alimentos que toman habitualmente. La mecánica es sencilla: los niños van recogiendo lo plantado y luego los padres abonan el importe y se lo llevan a casa. En el hogar, elaborar algún plato con esos productos les encantará.
10. Realizar un curso de concienciación natural
Ya sea de anillamiento de aves, de avistamiento de pájaros, de construcción de nidos o casitas para ellos... hay muchas posibilidades con los talleres que tratan de sensibilizar a los niños sobre la importancia del mundo natural. La Navidad, con tantos días por delante, es un momento ideal para llevar a cabo alguno de ellos. Los niños aprenden algo nuevo y, lo más importante, pueden descubrir todo lo que el mundo natural les proporciona y por qué es tan importante protegerlo.