La Navidad es una oportunidad para fomentar el desarrollo emocional y fortalecer los lazos familiares, por eso, limitarla en los niños a una sucesión de regalos es desaprovechar mucho de su potencial. Así lo estima Elvira Perejón, neuroeducadora y especialista en Neuropsicología, maestra de Primaria y de Educación Infantil, experta en acompañamiento emocional respetuoso y CEO y confundadora de Educación Incondicional (@educacionincondicional, en Instagram).
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Con ella vamos a repasar todas las claves para que estas Navidades lo importante sean las experiencias compartidas en familia, en lugar de lo material.
La importancia de las tradiciones familiares
Uno de los recuerdos más vívidos que solemos tener en la edad adulta tiene como protagonista a la Navidad cuando éramos niños. Es un periodo lleno de magia y emoción donde las actividades familiares pueden convertirse en momentos de conexión y aprendizaje.
"Una de las formas más efectivas de lograrlo es creando tradiciones familiares que construyen recuerdos duraderos y ofrecen a los niños un sentido de identidad y pertenencia. Actividades simples como hornear galletas en familia, poner el árbol de navidad, decorar la casa o leer cuentos navideños antes de dormir pueden convertirse en rituales que los niños esperen con entusiasmo. Estas experiencias no solo refuerzan los lazos familiares, sino que también estimulan todos sus sentidos", destaca la experta.
Así, es fundamental crear un ambiente donde el vínculo y la conexión emocional estén en el centro. De esta forma, se les muestra que "el verdadero espíritu navideño está en compartir, en el cariño y en los momentos vividos juntos" y de esta manera no solo se les ayuda a formar recuerdos felices sino a desarrollar valores que les pueden acompañar toda la vida.
Tiempo libre compartido y menos pantallas
Otro de los puntos esenciales en los que insiste Elvira Perejón es en fomentar el tiempo al aire libre: "Pasear disfrutando de las luces navideñas, visitar un mercado local o simplemente caminar por la naturaleza ayudan a reducir el estrés y a disfrutar del momento presente, donde mayores y pequeños se alejan de las pantallas que tanto nos distraen para conectar de verdad". Además, "estas actividades no requieren grandes gastos y generan un ambiente de calma y asombro, estimulando la producción de dopamina en el cerebro, que refuerza el placer de estar juntos".
Como comenta, establecer horarios sin dispositivos electrónicos permite que las conversaciones y las actividades compartidas sean las verdaderas protagonistas, favoreciendo así la conexión familiar.
Crear recuerdos para siempre: la importancia del afecto, los olores y la música
Los recuerdos navideños que suelen quedar para siempre son aquellos que implican una conexión emocional o una experiencia multisensorial. Así lo explica la especialista: "Los olores tienen un poder único para evocar recuerdos, gracias a la conexión directa del sistema olfativo con el hipocampo. Por eso, un niño que asocia el olor a canela o a galletas recién horneadas con la Navidad podrá recordar estos momentos con detalle incluso años después".
También la música desempeña un papel muy destacado en la formación de recuerdos. "Gracias al efecto de la música en el sistema de recompensa del cerebro, cantar y escuchar villancicos o canciones tradicionales activa la liberación de dopamina y serotonina, lo que no solo genera una sensación de felicidad inmediata, sino que también facilita la consolidación de esos recuerdos y sensación de placer".
Hay que tender, pues, a realizar actividades que estimulen tanto el cerebro como el corazón. Y aquí entran los juegos de mesa compartidos, un karaoke en familia, un paseo para buscar hojas o realizar actividades solidarias todos juntos. "Es importante aprovechar las vacaciones navideñas para dejar de lado el ritmo frenético y poder permitirnos ir con los niños más despacio que de costumbre fomentando la atención plena y el disfrutar realmente de ellos. Es recomendable no llenar todos los días de planes frenéticos, también es momento de estar en casa sin la prisa de todos los días", apunta.
No hay que pretender una Navidad perfecta
Cuando la familia se plantea dar más importancia a las experiencias que a los regalos, puede caer en la trampa del perfeccionismo. Pero, como apunta la creadora de Educación Incondicional, los niños no necesitan un sinfín de tradiciones perfectas para disfrutar de esa época del año. Si hacer un calendario de Adviento casero o seguir la tradición del Elfo travieso es más un motivo de estrés para los padres que de disfrute, no merece la pena. "Los niños no necesitan un despliegue espectacular para sentir la magia de la Navidad. Su felicidad no depende de que todo sea perfecto, sino de sentirse amados, escuchados y valorados", recalca la neuroeducadora.
En este sentido, apunta que "un abrazo espontáneo, una tarde de juegos, hornear galletas juntos aunque no queden perfectas o simplemente disfrutar de un cuento en pijama pueden ser mucho más valiosos que cualquier tradición elaborada. La Navidad no debería ser una fuente de estrés, sino un tiempo para ralentizarse, disfrutar y reconectar". Es una forma también de enseñarles a los hijos que el bienestar emocional no depende de grandes cosas sino que también es posible valorando la simplicidad y disfrutando de lo esencial.