A principios del siglo XX, Elie Metchnikoff postulaba que el consumo del yogur u otros alimentos que contuvieran bacterias vivas en su composición podrían conducir al reemplazo de bacterias productoras de toxinas presentes en el intestino, mejorando el ecosistema intestinal y por ende procurando una notable mejoría en la salud.
Los probióticos están considerados como complementos alimenticios formados por microorganismos vivos (bacterias) que contribuyen al cambio y a la mejora de la flora bacteriana intestinal (microbiota) y al equilibrio de su función. Para que estas bacterias puedan ser utilizadas como agentes probióticos es necesario que sean estables ante los ácidos biliares, que posean adherencia a las células del intestino y que sean capaces de multiplicarse en el tracto intestinal humano. Estas bacterias ingresan en el organismo del niño desde el momento de su nacimiento y es en el mismo parto, a partir de las bacterias maternas, cuando el tracto digestivo del recién nacido comienza a colonizarse.
Así es como los buenos probióticos conforman una microbiota sana
Las bacterias lácticas son las primeras en colonizar el intestino del lactante. Así, el Lactobacillus Acidophilus, el L. Casei, L. Reuteri son ejemplo de ellas. Esta colonización se produce de forma natural y progresiva a través de los alimentos, pero también puede ser realizada a través de preparados farmacéuticos considerados como complementos alimenticios.
Los beneficios para la salud derivados del consumo de alimentos ricos en probióticos son múltiples y variados. Durante el periodo neonatal y en la lactancia la presencia de esas bacterias favorece el desarrollo del sistema inmunológico y la tolerancia oral a los alérgenos, ejerciendo una acción continuada en los mecanismos de las defensas del organismo. Las bacterias probióticas y los lactobacilos tienen una actividad antimicrobiana y compiten eficazmente en el tubo digestivo con las bacterias patógenas no deseables.
La microbiota interviene en diversas funciones del organismo del niño para su supervivencia y su salud. Además de intervenir eficazmente en la digestión de los alimentos, su actividad sobre los mecanismos inmunológicos, tanto del intestino como a nivel general, es fundamental, pues la interacción de la microbiota con el sistema inmunológico da lugar a la secreción de inmunoglobulinas IgA y a la liberación de substancias antimicrobianas.
La microbiota intestinal participa en los estímulos de la respuesta inmunológica, potencia la prevención ante las infecciones de diferentes virus y bacterias, modula los niveles de serotonina y participa en la síntesis de vitamina K y de algunas vitaminas el grupo B.
Enfermedades como las gastroenteritis agudas, la malabsorción intestinal, la diarrea asociada a los antibióticos, el colon irritable, las enfermedades autoinmunes, la obesidad y los trastornos metabólicos, podrían tener también una relación en su origen con la calidad de la microbiota.
Alimentos con probióticos saludables
Los alimentos más ricos en probióticos saludables que sobreviven al paso gastrointestinal y se implantan en el intestino son: las leches fermentadas, el kéfir, el yogur, el chucrut, los encurtidos, los alimentos fermentados y algunos quesos.
Los alimentos crudos sin preparación y los alimentos no procesados son los que generan en el intestino del niño una microbiota mas sana, más abundante y de una mejor calidad.
Además, es bueno recordar que la fibra alimentaria, la lactulosa, la inulina y los fructooligosacáridos son las moléculas no digeribles más efectivas, contenidas en los alimentos naturales de origen vegetal y que son indispensables para mantener una buena microbiota. Estas substancias conocidas como alimentos prebióticos, pues sirven de alimento a los probióticos, se encuentran entre otros vegetales, en el trigo, el ajo, la cebolla, los espárragos, los puerros y la remolacha, como ejemplos más significativos.
Los preparados farmacéuticos de probióticos en forma de gotas, jarabes, granulado o comprimidos pueden utilizarse como suplementos alimenticios, siempre bajo prescripción médica. No administrar laxantes, no abusar de los antibióticos orales y comer frecuentemente vegetales y verduras frescas, legumbres, frutos secos y semillas son hábitos dietéticos beneficiosos para que el niño tenga una microbiota sana.