Entender cómo funciona el cerebro infantil y adolescente puede ser una herramienta maravillosa en la crianza y la educación de los hijos. Por eso hemos hablado con la divulgadora Clara García Gorro, bioquímica y Doctora en Neurociencia, que acaba de publicar Cerebrotes (Roca Editorial), en el que detalla qué y qué implica la neuroplasticidad. En la entrevista, nos explica cómo la neuroplasticidad favorece la enorme capacidad de aprendizaje que se tiene en la infancia también nos señala el profundo impacto que los primeros años de vida tienen en todos nosotros.
Adviertes, ya en el prefacio, que en tu libro no das recetas mágicas, pero ¿de qué manera los hábitos pueden mejorar las habilidades cognitivas de los niños?
Los bebés adquieren el lenguaje absorbiendo lo que ocurre a su alrededor, por lo que un hábito muy recomendable es hablar y leer a los niños desde pequeñitos. Más allá de eso, lo que más necesitan los niños es cariño y seguridad. Los psicólogos infantiles suelen hacer hincapié en la importancia de hablar de emociones en casa y acompañar las emociones incómodas. Un niño que se sienta atendido y querido tendrá más probabilidades de sacar provecho de sus capacidades cognitivas. Por otro lado, también es importante fomentar la autonomía y la toma de decisiones adecuada a la edad y dejar a los niños afrontar situaciones para las que sí tienen recursos y permitirles que se equivoquen. De lo contrario, les estamos lanzando un mensaje de que no son capaces, lo que, con el tiempo, puede trasladarse en inseguridad y problemas para decidir por uno mismo en la etapa adulta.
El cerebro infantil, así como el adolescente, está ‘en construcción’; ¿cómo podemos ayudarles a aprovechar esa cimentación para que le saque más partido a su cerebro?
Creo que una buena manera es centrarse en el proceso de aprendizaje y no tanto en los resultados. Existe un fenómeno que se ha estudiado mucho en Psicología denominado efecto Pigmalión que hace que las expectativas que los profesores y los padres tengan de un alumno influyan en su rendimiento académico. Es difícil que un niño que se siente un fracasado porque le han puesto la etiqueta de mal estudiante se esfuerce igual que alguien que recibe palabras de apoyo. Los niños confían mucho en los adultos y cómo se les trate en su infancia puede tener un profundo impacto para toda su vida. Por otro lado, hay habilidades que si se aprenden en la infancia es más fácil llegar a dominar, como en el caso de los idiomas o los instrumentos musicales.
¿Puede un niño con ciertas limitaciones aumentar su potencial si trabaja de manera adecuada?
Todos podemos mejorar cualquier habilidad si la trabajamos, aunque siempre se nos darán mejor unas cosas que otras y aprenderemos a diferentes ritmos. Si se sospecha que puede existir un trastorno específico del aprendizaje porque el niño presente dificultades en la lectura (dislexia), la escritura (digrafía) o con las matemáticas (discalculia), un profesional puede ayudarnos a encontrar maneras para trabajar esos dominios de manera individualizada con las adaptaciones necesarias.
¿Qué es y qué implica la plasticidad cerebral?
La plasticidad cerebral es la capacidad del cerebro de cambiar con la experiencia. Eso hace que podamos seguir aprendiendo durante toda la vida y que nuestras vivencias nos vayan moldeando.
¿En qué beneficia a los niños en general la plasticidad de su cerebro?
La plasticidad cerebral es muy grande cuando somos pequeños y eso hace que tengamos una gran capacidad de aprendizaje durante nuestra infancia.
En tu libro hablas del “lado oscuro de la neuroplasticidad”; ¿qué quiere esto decir?
En general, la neuroplasticiad es una propiedad de nuestro cerebro muy interesante, pero esa capacidad de cambiar con la experiencia también nos hace vulnerables a adicciones y al dolor crónico. Ambos son ejemplos de casos en los que nuestro cerebro cambia a raíz de una experiencia (como una sustancia o una lesión) pero en los que los efectos son indeseados.
¿Es cierto eso de que los primeros años de vida se sientan las bases sobre las que se asentará todo lo demás (habilidades cognitivas, conducta…)?
Los primeros años de vida tienen un profundo impacto en nosotros. Es cuando aprendemos cómo funciona el mundo y qué podemos esperar de las personas de nuestro alrededor, qué está bien y qué está mal, qué esperan los demás de nosotros…Eso no quiere decir, por supuesto, que no podamos desaprender y aprender en la etapa adulta, pero requerirá un esfuerzo.
¿Estamos condicionados por esos primeros años de vida?
Yo diría que sí, estamos condicionados, pero no condenados. Como hemos dicho, nuestro cerebro es plástico durante toda la vida y tenemos mucho margen de maniobra.
Los expertos señalan que en la adolescencia se produce una gran poda neuronal; ¿es la gran oportunidad que tienen los padres de ‘rehacer’ aquello que no se hizo correctamente en la primera infancia?
Efectivamente, durante la adolescencia se pierden muchas conexiones entre neuronas, algo que, aunque aparentemente pueda sonar como algo negativo, se cree que es una manera de eliminar aquellas conexiones que no se utilizan. La adolescencia es una etapa que va acompañada de muchos cambios asociados con la búsqueda de la identidad y el encaje en el grupo. Es probable que los adolescentes se alejen de sus cuidadores en esta etapa y, aunque pueda resultar frustrante, es algo totalmente natural. Sin embargo, eso no quiere decir que ya no necesiten a sus padres. En esta etapa, es buena idea que la familia respete el espacio de sus hijos a la vez que ofrezca una comunicación abierta y unos límites claros.
También se ha descubierto hace no mucho que el embarazo y la maternidad cambia el cerebro de las mujeres; ¿de qué modo?
Esta es una línea de investigación muy interesante que ha liderado el grupo de Susana Carmona del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Todavía queda mucho por entender, pero se han visto cambios parecidos a los que ocurren durante la adolescencia, es decir, una pérdida de conexiones entre neuronas. Se cree que esto podría ayudar a moldear el cerebro para priorizar al bebé. Estos cambios comienzan durante el embarazo y duran varios años. También se han encontrado cambios, aunque más pequeños, en hombres que han sido padres. Queda por investigar qué parte de los cambios asociados a la maternidad tienen que ver con la crianza en sí y qué parte con el embarazo y los cambios hormonales.
La neurociencia es relativamente nueva; ¿ha venido a dar nuevas oportunidades a niños, a adolescentes y a adultos?
La neurociencia es el estudio del cerebro y, aunque el ser humano lleva siglos intentando entender este órgano, podemos considerar que la neurociencia moderna empezó con Santiago Ramón y Cajal, cuando descubrió en 1888 que el sistema nervioso estaba compuesto por neuronas. Desde entonces se han desarrollado técnicas que permiten estudiar el cerebro desde el nivel molecular y celular hasta ver qué regiones del cerebro se activan cuando realizamos una tarea concreta. Todo esto nos acerca a entender mejor cómo funciona el cerebro e intentar buscar soluciones a trastornos y enfermedades. Sin embargo, es importante recalcar que somos más que nuestro cerebro y que otras disciplinas que no estudian el cerebro directamente, como la Psicología o la Sociología, tienen mucho que aportar.