En el momento que una mujer ya sabe que está embarazada, empieza a tener ciertas precauciones. Lo primero que hace, antes incluso de que la vea su médico o ginecólogo y le dé indicaciones más precisas, es dejar de ingerir ciertos alimentos que podrían ser dañinos o peligrosos para el feto (como embutidos o lácteos sin pasteurizar, por ejemplo) y dejar de beber alcohol.
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Eso ocurre al menos en la mayoría de los casos. Pero la realidad es que la ingesta de alcohol durante el embarazo está mucho más extendida de lo que cabría imaginar, puesto que, según un estudio al que laAsociación Española de Pediatría (AEP) hace referencia, entre el 2% y el 5% de los escolares en países desarrollados padecen Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF). Y estos trastornos, que pueden afectar gravemente a la calidad de vida del niño, se producen exclusivamente por la ingesta de alcohol por parte de la madre durante el embarazo.
Cuando se leen estos datos, es posible que lo primero en lo que se piense en en mujeres que beban demasiado o que, incluso, puedan tener algún problema de adicción con el alcohol. Pero, ¿cuánto es demasiado alcohol? No es extraño que muchas mujeres embarazadas que se cuidan, que toman los suplementos vitamínicos que les indica el ginecólogo, que no ingieren alimentos que puedan provocar toxoplasmosis o listeria… piensen que por tomar una copa, no pasa nada o que una simple cerveza no hace daño. ¿Es esto realmente así?
Se lo hemos preguntado, con motivo del Día Mundial sin Alcohol, este viernes 15 de noviembre, a un experto en la materia, el Dr. Ferran Campillo López, pediatra medioambiental, miembro del Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría: “no sabemos si hay una dosis segura”, nos responde. “Los estudios apuntan a que incluso pequeñas cantidades de alcohol tienen un impacto en el cerebro en esta etapa tan vulnerable”.
Por eso afirma que lo adecuado es aplicar el principio de precaución y no tomar absolutamente nada de alcohol durante el embarazo. Es más, mejor consumo cero de alcohol “incluso 2-3 meses antes de la concepción”, asevera. Recomendación que no solo debería seguir la gestante, sino también su pareja, y nos explica el motivo: “algunos ensayos indican que el consumo de alcohol del futuro papá en los 60-70 días antes de la concepción pueden ocasionar algunos de los problemas que observamos también cuando el consumo es por parte de la futura mamá”.
Riesgos del consumo de alcohol durante el embarazo
¿Cuáles son esos problemas de los que habla el Dr. Campillo? Pues riesgos en el desarrollo del feto y para la salud de la madre. En cuanto al bebé se refiere, el alcohol actúa como un neurotóxico en su cerebro, que aún se está formando, según informa el pediatra. “La exposición durante el embarazo, un momento de máxima vulnerabilidad, puede tener un impacto irreversible para la salud y calidad de vida de esa persona, desde problemas de atención, de aprendizaje, de conducta, de adicciones, entre muchos otros”.
Hemos de tener en cuenta que el alcohol pasa fácilmente a la sangre y al cerebro del feto, de manera que puede provocar en él lo que se conoce como los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF), que engloban una amplia variedad de problemas físicos, conductuales y cognitivos, con diferentes grados de intensidad, tal y como señalan desde el Comité de Salud Medioambiental de la AEP.
La ingesta de alcohol durante el embarazo también implica riesgos para la futura mamá, en la que “se han observado desde problemas de fertilidad a complicaciones propiamente del embarazo como el retraso en el crecimiento intrauterino, los abortos espontáneos o un parto prematuro, además de problemas más inmediatos como un mayor riesgo de depresión posparto y otros problemas de salud mental”, detalla el Dr. Ferran Campillo, quien recuerda y enfatiza que, incluso en población adulta sana, el alcohol es un cancerígeno conocido y una sustancia con potencial adictivo. ¿Cómo no va a ser perjudicial para una mujer embarazada o para su bebé?
¿Qué son y cómo se detectan los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal?
El especialista nos explica que estos trastornos abarcan un abanico de manifestaciones muy amplias. Entre ellas, la más grave sería el Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), que además de los problemas del neurodesarrollo citados anteriormente, “ocasiona unos rasgos faciales muy característicos”, como ojos pequeños y redondos y un cráneo de menor tamaño al habitual; este síndrome causa, además, otros problemas, como “un retraso en el crecimiento antes o después del nacimiento”.
Pero esto son solo alrededor del 10% del total de los niños con Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF), nos dice el especialista del Comité de Salud Medioambiental de la AEP; “la mayoría solo presenta los problemas cognitivos o atencionales que mencionábamos”. Problemas que pueden llegar a pasar desapercibidos a veces por sus propias familias y no es hasta la edad escolar cuando se detecta su existencia; a veces, incluso, puede confundirse con otros trastornos.
“Muchos de los niños con TEAF no están diagnosticados como tal y están etiquetados con otros diagnósticos como TDAH, trastornos del aprendizaje, trastornos del espectro autista o trastornos de conducta, entre otros. De hecho en un porcentaje elevado estos se asocian como comorbilidades”, indica Campillo López. “De ahí la importancia de realizar un cribado sistematizado con herramientas como la Hoja Verde que realizamos en distintos sitios del país, porque nos ayudan a identificar los niños en riesgo antes incluso de que nazcan para ofrecerles el mejor seguimiento y acompañamiento”, añade.
¿Qué ayuda o tratamientos necesitan los niños con TEAF?
Teniendo en cuenta que la manera y la intensidad en la que se manifiestan los TEAF pueden variar mucho de un niño a otro, hemos preguntado al pediatra medioambiental por la ayuda que precisan los menores a los que se les ha diagnosticado este trastorno. “Los niños con TEAF necesitan en muchos casos apoyo escolar, psicoterapia y entrenamiento en habilidades sociales, entre otros”, nos responde. “En algunos casos en los que se asocien problemas como TDAH o ansiedad pueden estar indicados psicofármacos”.
Subraya, además, la importancia de que estos niños reciban el apoyo adecuado tanto en casa como en el centro escolar y de cara a “la preparación y transición a la etapa adulta, para que puedan ser personas felices y autónomas”.
En cuanto a los posibles tratamientos farmacológicos, nos informa que se están ensayando fármacos específicamente para reducir los síntomas ya durante el embarazo o primeros meses de vida, “pero no hay ninguno que supere lo que ya conocemos: el consumo cero durante el embarazo es la mejor estrategia porque los TEAF son 100% evitables”.