Las cataratas en los ojos se asocia comúnmente a las personas mayores y, en concreto, a aquellas de edad avanzada. Sin embargo, no se trata de una patología exclusiva de los adultos, sino que también los niños pueden padecerla. “De hecho, casi un 25% de las cegueras en la infancia son debidas a este motivo”, nos confirma el Dr. Javier Fernández, especialista del centro oftalmológico Vila Parc Sa Colomina de Grupo Policlínica de Ibiza.
Tanto las cataratas pediátricas como las que se dan a edad avanzada, son producto de una opacificación del cristalino, que es una especie de lente natural del ojo que, como tal, debe ser transparente. Esa opacidad afecta, evidentemente, a la visión y puede llegar a provocar, según indicaba el Dr. Fernández, incluso ceguera.
Esto, unido al desconocimiento en torno a la existencia de esta patología en menores de edad, el diagnóstico de cataratas pediátricas suele desconcertar a las familias. Sin embargo, tiene solución y, generalmente, esta es la cirugía, “si bien debemos individualizar cada caso, ya que existen cataratas que afectan en menor medida el eje visual, permitiendo el desarrollo de una agudeza visual relativamente normal y que no van a precisar de intervención quirúrgica”, señala el oftalmólogo. “Por otro lado, aquellas cataratas que limitan el desarrollo visual (ambliopía) o que la limitan por debajo de 0,6 tendrán indicación quirúrgica”.
¿Cómo es la operación quirúrgica de las cataratas pediátricas?
Sabemos que la intervención quirúrgica de cataratas en adultos suele ser sencilla y con muy buenos resultados, pues el paciente suele recuperar de manera espectacular la visión. ¿Ocurre igual en el caso de los niños? Pues bien, hay que tener en cuenta algunos aspectos, pues “aunque la cirugía sea similar, las características del cristalino en un niño hacen que sea una cirugía de mayor complejidad”, nos responde Javier Fernández.
Por otro lado, el doctor advierte que, en el caso de los niños puede no tratarse de una cirugía definitiva, como sí suele suceder con los adultos, puesto que en ocasiones es necesario llevar a cabo la intervención cuando el globo ocular aún no ha completado su crecimiento. “La catarata, una vez operada no vuelve a salir, pero va a ser necesario un seguimiento, ya que sí pueden aparecer cambios asociados a la propia intervención y al proceso de cicatrización de las estructuras intraoculares, que a veces pueden precisar de nuevos procedimientos”, advierte.
Nos dice que el cambio más habitual es la opacidad de la cápsula que soporta el implante o lente intraocular. Afortunadamente, “cuando aparece conseguimos mejorarlo mediante tratamiento con láser”.
¿Por qué algunos niños tienen cataratas?
Las causas por las que un niño puede desarrollar cataratas son diversas. Algunos nacen con ellas; se trataría entonces de cataratas congénitas. Este tipo de cataratas “pueden afectar a uno o a ambos ojos, asociarse con otras alteraciones oculares y, en la mayoría de los casos, van a ser hereditarias”, según nos explica Fernández. “También pueden ser debidas a infecciones intrauterinas, enfermedades metabólicas, renales, síndromes sistémicos…”.
Pero las cataratas pediátricas no solo son congénitas. Las cataratas también pueden aparecer cuando el niño es ya algo más mayor, pues a veces se desarrollan de manera “secundaria a un traumatismo o al uso de determinados medicamentos como los corticoides”. El oftalmólogo de Vila Parc Sa Colomina añade que, además, pueden ir asociadas a otras enfermedades oculares o sistémicas. Una de estas enfermedades que pueden provocar cataratas en al infancia o la adolescencia es la diabetes.
El tratamiento, en esta situación, suele ser también la cirugía, si bien se han descrito casos que han sido reversibles tras conseguir un buen control glucémico, según queda de manifiesto en el estudio Catarata: una complicación precoz olvidada de la diabetes en la infancia y adolescencia, elaborado por especialistas de la Unidad de Endocrinología Pediátrica y del Servicio de Oftalmología del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
¿Cómo se detectan las cataratas pediátricas?
En el caso de las cataratas congénitas, “la detección es directa en los recién nacidos durante los exámenes rutinarios dónde podemos observar una opacidad en el eje visual al iluminar con el oftalmoscopio ambos ojos y observar los reflejos pupilares”. Cuando se trata de niños más mayores que hayan podido desarrollarlas después, los oftalmólogos también las diagnostican “por visualización directa con la lámpara de hendidura”, que es la que les permite valorar las diferentes estructuras intraoculares.