Bien porque aún sea pequeño o bien porque sea ya un adolescente al que a veces todo le parece mal, no siempre es fácil lograr que los hijos hagan lo que deben en cada momento. De hecho, en no pocas ocasiones implica un esfuerzo titánico por parte de los padres. ¿Hay manera de conseguirlo de modo más amable? ¿Sin rabietas ni discusiones?
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La clave está en alcanzar acuerdos con ellos, que “siempre va a ser más efectivo que imponer una visión”, según nos asegura Sonia Martínez, psicóloga y directora de Centros Crece Bien de Madrid y autora de Descubriendo emociones (ed. La esfera de los libros). “Desde nuestra experiencia en Crece Bien vemos que, cuando los niños se sienten parte de la decisión, es más probable que cooperen y se comprometan con el resultado”.
Si elegimos el camino opuesto y optamos por imponer nuestra voluntad sin tener en cuenta su visión, el resultado puede ser muy diferente y acabaremos generando en ellos resistencia, frustración,e incluso, resentimiento. “Al final, lo que buscamos no es solo que cumplan con algo en el momento, sino que desarrollen habilidades para tomar decisiones y negociar, algo que les será útil toda la vida”, apunta Sonia Martínez.
Y no, no se trata de dejar que decidan ellos o que sean los niños quienes impongan las normas o que, directamente, estas no existan en casa. “Las normas son esenciales, pero el cómo las transmitimos marca una gran diferencia”, subraya la psicóloga. Y esta es la clave para lograr con nuestros hijos acuerdos sin dramas y, en consecuencia, sin dañar nuestro vínculo con ellos.
“Si presentamos las reglas y límites de forma colaborativa, donde ellos tengan la oportunidad de participar en pequeñas decisiones, fomentamos un ambiente de respeto mutuo, asevera. Por ejemplo, en lugar de imponer un horario estricto para hacer la tarea, podemos decirles: ¿Prefieres hacer la tarea ahora y luego ver tu programa favorito o ver el programa primero y hacer la tarea después? De cualquier manera, la tarea debe hacerse hoy. Así, se sienten parte del proceso y entienden que, aunque haya un límite, pueden tomar algunas decisiones”.
Pautas sencillas y eficaces para lograr acuerdos con los niños
Muchos padres pensarán que está muy bien eso de intentar llegar a acuerdos con sus hijos para lograr que hagan lo que deben. La cuestión es cómo. Para ello, la especialista enumera una serie de técnicas que podemos emplear con ellos. Subraya, además, que empleemos la técnica que empleemos, es fundamental que cuidemos el tono y las palabras que usamos, pues “pueden marcar una gran diferencia”. Las estrategias que señala Martínez son las siguientes:
- La alternativa. Es la descrita en el apartado anterior y consiste precisamente en eso, en permitir que sean ellos quienes decidan entre varias opciones que nosotros les damos para que no puedan decantarse por alternativas que no nos interesan. Siguiendo el ejemplo anterior, pueden elegir entre hacer la tarea antes de ver un programa de la tele o cuando este haya finalizado, pero no cabe la posibilidad de elegir no hacer o de posponerla al día siguiente. Saben que hay una línea roja que no pueden pasar, pero que dentro de esa línea, son ellos quienes pueden organizase y decidir. Esto les proporciona cierta sensación de control.
- La técnica de resumen. Esta estrategia es, a juzgar por Sonia Martínez, muy útil, puesto que ayuda al niño a visualizar los beneficios inmediatos y futuros de tomar una decisión u otra, lo que hace que el acuerdo les resulte más atractivo, según nos dice. Pone como ejemplo la siguiente fórmula: “Si te acuestas temprano hoy, mañana estarás descansado para jugar con tus amigos, y también tendrás tiempo para desayunar tranquilamente. Además, podremos leer una historia antes de dormir”. Está, por tanto, en manos del niño poder jugar mejor con sus amigos y desayunar con calma y sin prisas.
- Asumir el acuerdo como si ya se hubiese decidido en equipo. Por ejemplo: : “Como ya hemos decidido que vamos a limpiar la habitación antes de la cena, voy a traer el aspirador y tú puedes empezar por recoger los libros. ¡Vamos a hacerlo juntos!. Esto les transmite la idea de que la tarea es algo compartido y que ya se ha asumido como parte del plan familiar”.
“Estas técnicas ayudan a que tanto niños como adolescentes sientan que se les respeta y se les escucha, lo cual reduce la probabilidad de conflictos y mejora la comunicación en general”.
¿Cuál de estas técnicas elegir en función de la edad de nuestro hijo?
¿Son esas tres estrategias aptas tanto para niños como para adolescentes o unas son más efectivas que otras según la edad de nuestro hijo? La directora de los Centros Crece Bien nos dice que las tres técnicas se pueden emplear con menores de cualquier edad, tanto con niños pequeños como con adolescentes, puesto que son flexibles. “Lo importante es ajustar el enfoque según la madurez del niño”, puntualiza.
- Con niños pequeños. Cuanto más pequeños son, más cuidado hemos de prestar al lenguaje que empleamos con ellos, que debe ser lo más sencillo posible. Hemos de asegurarnos también de que las opciones que les damos son fáciles de entender. “Por ejemplo, con un niño pequeño puedes decirle: Si terminas de recoger tus juguetes en los próximos 10 minutos, podremos ir al parque y comprar un helado. En esta etapa, es muy eficaz relacionar el acuerdo con un beneficio concreto e inmediato que él o ella pueda entender’.
- Con adolescentes. A medida que son más mayores, hemos de irles haciendo entender cómo las decisiones que tomen ahora pueden tener repercusiones en el futuro, para lo que la psicóloga recomienda darles un poco más de margen. “Aquí el enfoque puede ser menos sobre premios inmediatos y más sobre la autonomía y el respeto a los acuerdos, diciéndoles algo como: Sé que prefieres ver una película con tus amigos después de estudiar, pero primero vamos a acordar cuánto tiempo dedicarás a estudiar. Así luego puedes disfrutar sin estrés”.
¿Y si aún así no logramos alcanzar el acuerdo?
Si, una vez que hemos empleado las estrategias que recomienda la psicóloga, nuestro hijo sigue sin aceptar lo que le proponemos, llega la parte difícil. ¿Cómo convencerlo si no lo hemos hecho ya empleando las técnicas más eficaces? ¿Hemos de pasar a eso de porque lo digo yo y punto?
“Si no logramos llegar a un acuerdo, es natural que nos preguntemos si debemos ser más duros. En esos momentos, es importante recordar que la firmeza y el respeto pueden ir de la mano. No se trata de ceder en todo, pero tampoco de imponer sin más”, nos responde Martínez.
Pero… ¿cómo? “La firmeza implica dejar claro que hay decisiones que son necesarias y que, aunque no siempre nos gusten, todos debemos respetarlas”. La experta nos pone un ejemplo muy claro al respecto de frase o comentario que podemos dirigir a nuestros hijos en situaciones así: “Veo que no estamos de acuerdo, pero la tarea de hoy debe hacerse porque es parte de nuestras responsabilidades. Sé que es difícil, pero voy a estar aquí para ayudarte a que salga bien. Con esta postura, le damos a entender que no hay opción en cuanto a la necesidad de cumplir con ciertos deberes, pero ofrecemos apoyo y comprensión”. Es decir, nos mantenemos firmes en nuestra postura, pero sin perder el respeto y demostrándoles al mismo tiempo que, aún así, lo tenemos en cuenta a él.
En este punto suele ser recomendable recordarles las posibles consecuencias de no llevar a cabo la acción que se le propone, pero siendo cuidadosos, de nuevo, en el cómo: de una manera calmada, sin recurrir a amenazas ni castigos, advierte Sonia.
“Cuando un acuerdo no se logra, también es bueno reflexionar sobre el proceso. Puede ser que el niño esté cansado, estresado o pasando por algo que lo hace más resistente. En ese caso, darnos un respiro y abordar la conversación en otro momento puede ayudar. Sin embargo, si vemos que la resistencia es frecuente, es una buena oportunidad para hablar con calma y revisar juntos los acuerdos”, recomienda. “La paciencia y la consistencia, junto con un enfoque firme y respetuoso, ayudan a que los niños comprendan que aunque existen normas y límites, son por su bienestar y para ayudarlos a crecer”.