Todas las madres que dan el pecho a su hijo son conscientes de que es fundamental que cuiden su propia alimentación para transmitir al bebé, mediante la lactancia materna, todos aquellos nutrientes que este necesita. Pero ¿y si te dijera que hay un nutriente que es capaz de disminuir la depresión posparto y que además favorece el correcto desarrollo cerebral del bebé?
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Se trata del omega-3, presente en los frutos secos y en el pescado azul; de ahí la importancia de ingerir estos alimentos durante la lactancia materna. “El omega-3 es un nutriente esencial en nuestra alimentación que además tiene importantes efectos en la salud, como son la reducción del riesgo cardiovascular o su contribución al buen funcionamiento del sistema inmunitario y del cerebro’, según detalla Sara Rivas Pereira, nutricionista clínica y dietista especialista en el entorno materno-infantil con consulta en el Hospital Vithas Vigo.
A esto habría que añadir la “evidencia de la relación de la ingesta de omega-3 con la disminución de la depresión postparto y con el bienestar general” de la madre, tal y como Rivas ha podido constatar a partir de varios estudios y de su propia experiencia laboral, a pesar de que hay muy poca literatura científica en ciertos temas relacionados con la alimentación de la madre durante la lactancia.
Se trata, por tanto, de un nutriente muy necesario para la mujer que da el pecho a su bebé, especialmente para aquellas con una mayor tendencia a padecer depresión o que sientan más altibajos emocionales durante el posparto.
En cuanto al bebé lactante, si bien la composición de la leche materna prácticamente no varía con la alimentación de la madre, al igual que la cantidad (excepto en casos de desnutrición severa o patologías muy específicas), “un buen aporte de grasas en la leche materna es importante para su correcto desarrollo y crecimiento”, explica la nutricionista. “En concreto, los omega-3, están relacionados con el correcto desarrollo cerebral y función visual del bebé, además de contribuir a una reducción del riesgo de alergias y control de las enfermedades autoinmunes”.
Detalla que el omega-3 es un tipo de ácido graso del grupo de las grasas poliinsaturadas que está presente en muchos alimentos, tales como los pescados azules (salmón, sardinas, caballa…), frutos secos y semillas (nueces, semillas de chía, semillas de lino…) o aceites vegetales. “También podemos encontrar ácidos grasos omega-3 en otros alimentos como los huevos o la leche enriquecida y las legumbres, aunque en menor medida”.
La especialista informa que, para aquellas personas que, por un motivo u otro, no cumplan con las recomendaciones de ingesta de los alimentos señalados, “hay suplementos de omega-3 que también son una buena opción” en estos casos (aunque lo adecuado sea intentar ingerir este nutriente de manera natural, mediante la dieta alimenticia). “También hay que tener en cuenta que muchos suplementos aptos o indicados para la etapa del embarazo y la lactancia muestran en su composición dosis de omega-3 suficientes para cubrir las necesidades diarias recomendadas en estas etapas”.
¿Qué otros nutrientes debe ingerir la madre durante la lactancia materna?
“Durante la lactancia aumentan no solo las necesidades calóricas y generales de macronutrientes, sino también las de micronutrientes”. La nutricionista clínica se refiere a vitaminas y minerales, todos los cuales son relevantes en esta etapa, aunque algunos de ellos son, además del omega-3, “especialmente intenresantes”. Sara Rivas señala los siguientes:
- Fibra: el estreñimiento, común en el embarazo (especialmente en el tercer trimestre), se mantiene muchas veces después del parto. “Para hacer frente a él se recomienda una buena ingesta de frutas y verduras, además de cereales integrales, y un correcto aporte de agua”.
- Yodo: “las necesidades de este mineral deben estar cubiertas en la lactancia”, nos dice la especialista. Sin embargo, no se considera necesaria la suplementación; con el uso de sal yodada en vez de sal común sería suficiente.
- Vitamina D: “a pesar de que los requerimientos de esta vitamina no aumentan en la lactancia, y que tampoco se considera necesaria su suplementación, es importante tenerla presente, ya que tras el parto y, sobre todo, las primeras semanas de vida del bebé, se pasa mucho tiempo en casa”. Esto puede conducir a que bajen los niveles de vitamina D en la madre, puesto que el sol es una de las principales fuentes de esta vitamina, “así que siempre que se pueda, es recomendable salir y exponerse a él unos 15 minutos para permitir su síntesis”.
- Hierro: la mujer debe aumentar su ingesta de hierro en caso de que se haya perdido mucha sangre en el parto, puesto que puede relacionarse con anemia. Se lo indicará, en todo caso, su equipo médico.
“Hay vitaminas como la A, K, B1, B6 y B9 (ácido fólico) y B12, que se secretan en la leche materna y se sabe que hay deficiencias en la misma cuando hay deficiencias en la madre, es decir, dependen de la dieta materna”, subraya Rivas Pereira. “Independientemente, y tal y como se ha comentado antes, salvo casos concretos y con una alimentación variada y rica en vegetales, frutas, cereales y legumbres, se pueden suplir todos los requerimientos de la madre que amamanta”.