Para cualquier padre o madre, saber que su hijo va a pasar por quirófano es motivo evidente de preocupación aún cuando la intervención quirúrgica sea, a priori, sencilla y no implique riesgos. Si a eso le sumamos que el niño tiene un miedo atroz a la operación, la situación puede llegar a ser muy difícil de gestionar tanto para el pequeño como para los adultos.
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¿Cómo ayudar en esos casos al niño? Lo primero que hemos de hacer es entender cómo puede sentirse, que es normal que estén “asustados por no entender bien lo que va a suceder, o pueden estar ansiosos al ver que sus padres y el personal médico están preocupados”, como nos cuenta el Dr. Víctor Navalón, psiquiatra del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre. “A veces, el entorno desconocido y el ruido de los equipos médicos aumentan su nerviosismo”.
¿Cómo manifiestan los niños el miedo a entrar en quirófano?
Sentir miedo o no y, en caso de tenerlo, la manera en la que lo manifiestan depende mucho de la personalidad del niño y de cómo se haya afrontado con él la situación en casa. Unos se muestran más tranquilos, mientras que otros muestran su temor de forma más clara; en estos casos, lo habitual es que hagan preguntas constantemente sobre lo que va a suceder, que tengan cambios de humor y que busquen más el consuelo en sus padres. “Es como cuando tienen que ir al dentista o enfrentarse a una situación desconocida en el colegio, solo que esta experiencia puede ser mucho más intensa”.
En algunos casos, ese miedo que podemos describir como normal va mucho más allá: “podemos notar que la situación está superando al niño cuando muestra síntomas físicos como temblores, sudoración, taquicardia o dificultad para respirar. También es común que algunos niños lloren sin parar, se pongan muy rígidos o incluso intenten resistirse físicamente a ser llevados al quirófano”. El Dr. Navalón señala que todos ellos son signos de estrés agudo.
“En los casos más graves, pueden llegar a experimentar ataques de pánico, con síntomas de bloqueo total, incapacidad para hablar o reaccionar y mucha angustia”, nos cuenta. “Estos casos requieren atención inmediata para evitar que el miedo se intensifique o cause problemas adicionales de salud”.
¿Cómo ayudar a un niño que tiene miedo al quirófano?
“Los padres son una fuente importante de seguridad para los niños en momentos de estrés. Su presencia y apoyo pueden marcar la diferencia”, recalca el psiquiatra. Sin embargo, no siempre es fácil, teniendo en cuenta que la intervención médica puede causar ansiedad también a los progenitores (que pueden, por tanto, transmitir al hijo esa ansiedad sin darse cuenta).
“Es fundamental que los padres mantengan la calma y le transmitan al niño confianza en que todo saldrá bien”. El especialista en salud mental de Vithas 9 de Octubre nos indica que lo adecuado es que hablen a su hijo de forma honesta pero sencilla y que le sepan explican que los médicos están allí para ayudarlo. “También pueden usar palabras amables o comparaciones positivas: por ejemplo, decirle que la sala de operaciones es como una zona de superhéroes donde los médicos tienen poderes especiales para que se recupere”.
Una vez ya en el centro hospitalario, “el personal médico tiene un papel clave para tranquilizar al niño antes de la cirugía”. Por eso suelen hablarles en un tono dulce y cercano para transmitirles calma y seguridad, al tiempo que le dan cierta información acerca de lo que va a ocurrir, con el objetivo de normalizar el proceso y de que entiendan lo que va a suceder sin sentir miedo.
“Por ejemplo, pueden decirle que van a usar una máscara mágica en lugar de un anestésico. Algunos hospitales incluso tienen estrategias como mostrar al niño muñecos o juegos que imitan lo que se hace en una operación, para que sienta menos miedo”.
-Los casos más extremos de miedo al quirófano en niños
“Si el niño muestra estrés grave, el equipo médico puede llamar a un profesional de salud mental, como un psicólogo infantil, que esté especializado en este tipo de situaciones”, señala el Dr. Víctor Navalón. “Estos profesionales usan técnicas como la respiración profunda o juegos de distracción para ayudar al niño a calmarse y sentirse en control. En algunos casos, incluso pueden administrar un sedante suave para reducir la ansiedad y hacer la experiencia más llevadera”.