Hasta el 15% de los niños experimentarán un episodio de desmayo antes del final de la adolescencia. En términos médicos se denomina síncope, y hace referencia a un episodio breve en el que el niño logra una recuperación espontánea rápida.
El Dr. Adrián García Ron es neurológo infantil en Bmum Neurodesarrollo. Con él hemos hablado para que nos aclare cuáles son las causas de estos desmayos, cómo actuar y en qué momento pueden suponer una señal de alarma.
¿Por qué se producen los desmayos en niños?
Lo primero que hay que subrayar es que, aunque pueden asustar mucho a los padres, el síncope suele ser benigno. En la mayoría de las ocasiones se produce por alteraciones del tono vasomotor, que es el responsable de mantener la presión arterial y el flujo de sangre a los órganos mediante el control del tamaño de los vasos sanguíneos, como detalla el especialista. Así, estas son las causas más frecuentes:
Síncope vasovagal (o síndrome neurocardiógeno)
Es la situación del desmayo común, que se da en más de la mitad de los casos. "De forma típica se produce tras un factor desencadenante como estar de pie mucho tiempo, el estrés (físico o emocional) o estímulos reflejos como la deglución, la micción o defecación, el cardado del cabello... etc., que desencadenan una reacción exagerada del reflejo vasomotor, disminuyendo la perfusión del cerebro de forma transitoria", comenta el neurólogo.
Antes de sufrir el síncope suele haber síntomas que lo anticipan, como "sensación de mareo, cambios visuales (disminución de la agudeza, visión de túnel o visión doble), sudoración, náuseas, palidez... que acaban si no lo cortamos en una pérdida de conciencia o desmayo".
Síncope por hiperventilación
Generalmente se produce en adolescentes que en un episodio de ansiedad comienzan a respirar de forma rápida y profunda.
Hipotensión ortostática
Se produce al cambiar de posición de forma brusca, por ejemplo, de estar sentado o tumbado a ponerse de pie. "Se relaciona con una caída abrupta de la presión arterial que conduce a la perdida de conciencia".
Espasmos del sollozo en lactantes
Se dan entre los seis meses y los tres años. El bebé, tras un episodio de rabieta, frustración o llanto, deja de respirar, se queda 'privado' y si no reacciona, debido a la baja cantidad de oxígeno que llega al cerebro, puede perder la conciencia.
¿Cuándo puede alertar de algo más grave?
Aunque la mayoría de los desmayos no revisten importancia, "el síncope también puede ocurrir como resultado de una enfermedad más grave (generalmente cardíaca) con potencial de muerte súbita", advierte el Dr. García Ron. Estos son los principales signos de alarma a tener en cuenta:
- Desmayos frecuentes que suceden sin causa aparente; es decir, sin un factor desencadenante previo.
- Desmayos de larga duración que se asocian a crisis convulsivas, dificultad para respirar, que tardan en recuperar. Estos episodios suelen relacionarse con problemas neurológicos como la epilepsia, los accidentes cerebrovasculares...
- Desmayos que suceden en posición tumbada, sentada o durante el ejercicio físico.
"Estos episodios suelen relacionarse con problemas cardiacos", señala. Para evaluar la gravedad del desmayo hay que valorar cuáles son los factores desencadenantes, tener en cuenta los antecedentes del paciente, analizar los anteriores signos de alarma y tener en cuenta la edad, la duración del episodio, la frecuencia...
¿Qué pruebas se hacen para descartar problemas más graves ante un desmayo?
"La mayoría de los sincopes pueden diagnosticarse solo por la historia clínica y no precisan exámenes complementarios. Solamente los realizamos si sospechamos otra patología o si pensamos que su origen es cardiaco o neurológico", destaca el neurólogo de bmum.es.
Las pruebas básicas que suelen realizarse son analíticas y electrocardiograma. "Si sospechamos epilepsia u ora condición neurológica, solemos solicitar electroencefalograma o pruebas de imagen cerebral, y valoración por el cardiólogo (ecocardiografía...) si sospechamos patología cardiaca", añade.
Cómo actuar cuando un niño se desmaya
A pesar del nerviosismo y la preocupación que pueden surgir cuando un niño se desmaya, hay que actuar siguiendo unos pasos concretos y manteniendo la calma, según recomienda el Dr. Adrián García Ron:
- Asegúrate de su seguridad: Coloca al niño en un lugar seguro y afloja su ropa.
- Levanta sus piernas: Esto ayuda a mejorar el flujo sanguíneo al cerebro.
- Gira su cabeza hacia un lado: Para evitar que la lengua bloquee el paso del aire (nunca meter algo en la boca).
- Monitoriza, si se puede, los signos vitales: Tomar el pulso, observar su respiración...
- A veces, animarle a toser o poner agua fresca en la cara puede ayudar a recuperar el tono vasomotor y cortar el episodio.
- No dar nada por boca hasta que esté completamente recuperado.