La celebración de Todos los Santos (1 de noviembre) en la que muchas familias recuerdan a sus seres fallecidos puede dar lugar a conversaciones sobre la muerte con los más pequeños. Son días en que, además, dependiendo de las culturas, se celebra el Día de Difuntos y Halloween, y en todas esas fechas está presente el hecho de la muerte, un concepto que resulta difícil para los niños.
¿Cómo la entienden? ¿De qué modo viven la desaparición de un ser querido? ¿Cómo ayudarles a integrar el hecho de la muerte entre las cosas que suceden en la vida? Silvia Plaza y María Cóndor, psicólogas infantiles de la Unidad de Salud Mental Infantil (USMIN-AT) del Hospital Vithas Málaga, nos cuentan todo a este respecto.
Sus preocupaciones sobre la muerte
“Los niños observan y buscan momentos determinados para hacer diferentes preguntas sobre lo que escuchan o ven, sin ser necesario que pasen por una pérdida en primera persona. Generalmente, la complejidad de la pregunta va a depender del nivel de desarrollo alcanzado”, comenta Silvia Plaza. Así lo detallan las especialistas:
Entre los 3 y los 6 años
- Hacen preguntas concretas acerca de cómo son las cosas en el lugar donde está la persona que ha fallecido: '¿qué va a comer?', '¿a qué hora se va a dormir?', '¿cómo va a leer si no tiene gafas?'.
- Cuestiones sobre el cuidado y bienestar del niño: '¿quién me va a celebrar mis cumpleaños?' o '¿quién me va a hacer la comida?'.
- Preocupación sobre si la muerte le puede afectar a otras personas: '¿tú también te vas a morir?', '¿quién me va a cuidar si os morís?'.
Entre los 6 y los 9 años
- Preguntas acerca de lo que le ocurre al cuerpo cuando uno muere: '¿cómo va a comer?', '¿cómo va a beber agua?', '¿cómo hace pis?'.
- Interrogantes acerca de su responsabilidad del tipo: '¿crees que estará enfadado porque me he portado mal?'.
- Preguntas sobre conceptos abstractos que no entienden: '¿va a bajar del cielo?', '¿me estará viendo?', '¿podrá venir a mi cumpleaños?'.
Entre los 9 y los 12 años
- Expresiones empáticas hacia los demás como, por ejemplo, '¿mamá, estás triste?', '¿cómo te puedo ayudar?' o '¿cuánto tiempo vas a estar así?'.
- Preguntas sobre la realidad que se van a encontrar tras el fallecimiento: '¿iremos al mismo colegio?', '¿podremos pagar la casa?', '¿seguiremos yendo a nuestras actividades?'.
Preadolescentes y adolescentes
Las cuestiones que plantean son ya muy parecidas a las que se hacen los adultos, del tipo: '¿cómo hemos podido tener tan mala suerte para que nos haya pasado esto a nosotros?', '¿ha sufrido?' o '¿cómo los médicos no han podido hacer nada por él?'.
Cómo comunicar a un niño un fallecimiento
El hecho de la muerte, a pesar de ser inevitable, es un gran tabú para pequeños y mayores, al menos en la cultura occidental. Se tiende a proteger a los más pequeños de esta realidad e incluso se intenta evitar la palabra en sí sustituyéndola por otras expresiones como 'se ha ido', 'ya está descansando' o 'ha viajado al más allá'.
Pero el hecho de no hablar de lo que sucede no evita el sufrimiento; al contrario, puede hacer que el menor sienta más confusión y tenga más problemas para afrontar el proceso emocional que lleva aparejado todo duelo. “Lo ideal es transmitir la noticia cuanto antes, sin esperar a que terminen los rituales de despedida, pues en la medida de lo posible, y según su edad, debemos hacer a los niños partícipes de ellos. Impedirles que se despidan de un ser querido, ocultarles la noticia o mantenerlos al margen puede dificultar con creces su proceso de duelo”, afirma María Cóndor.
Por su parte, Silvia Plaza insiste en que “la noticia debe ser comunicada por el familiar más cercano (generalmente uno de los progenitores, si es posible), lo que facilitará que se exprese emocionalmente, que su miedo disminuya y que realice preguntas cuando lo necesite”. Ahora bien, si el adulto de referencia se encuentra desbordado en ese momento, quizá haya que buscar a otra persona, pues aunque hay que naturalizar la expresión de emociones, los niños también necesitan que esto se lleve a cabo en un entorno equilibrado y calmado, que aporte seguridad y sensación de protección, como recomienda María Cóndor.
Ambas especialistas coinciden en que es mejor comunicar la noticia de día que de noche. A última hora están más cansados, es importante que no asocien la muerte a la noche y además necesitarán tener tiempo por delante para procesarlo. Ha de hacerse en un lugar íntimo y tranquilo donde se pueda llevar a cabo una conversación calmada y sin interrupciones, y donde el niño no se sienta ni observado ni presionado.
Acompañar a un niño en el duelo
A través del duelo se llega a la aceptación de la muerte. Este no es un proceso lineal, sino que pasa por varias etapas y altibajos donde hay algunas emociones que van a perdurar en el tiempo. También hay que tener en cuenta que las características personales de cada niño o adolescente harán que viva el duelo a su manera. No obstante, hay una serie de recomendaciones que las psicólogas de Vithas Málaga entienden como básicas para acompañar bien en ese duelo a un menor:
- Favorecer un entorno de expresión y comprensión, en el que pueda preguntar y obtener respuestas, ofreciéndole la información justa y necesaria.
- Validación emocional y acompañamiento. Mostrar comprensión hacia sus emociones y evitar frases como 'no llores', 'tienes que estar contenta/o', 'ya pasó'.
- Mantener actividades rutinarias que le permitan continuar con su vida.
- Garantizarles cuidado y seguridad.