Algunas mujeres ven cómo, tras someterse a un tratamiento tras otro de fecundación in vitro, no logran que se lleve a cabo la implantación del embrión, o bien quedan embrazadas (de forma natural o mediante un tratamiento de fertilidad), pero sufren varios abortos. Y eso ocurre también en casos en los que aparentemente todo está bien, los embriones son de buena calidad y no hay ningún problema identificado ni en la mujer ni en la pareja. ¿Cuál puede ser la causa?
En no pocas ocasiones la respuesta está en el sistema inmunológico. Si lo pensamos bien, tiene su lógica, puesto que el funcionamiento de este sistema es, precisamente, rechazar todo aquello que considera ajeno al propio organismo para protegerlo de virus, bacterias y sustancias dañinas y así evitar que enferme. El espermatozoide y, en su caso, el embrión fecundado, no dejan de ser unos extraños para el sistema inmune de la mujer y, aunque por regla general, no suele poner en marcha sus defensas del mismo modo en la gestación para favorecer el embarazo, a veces no interpreta que ese intruso es bienvenido y el sistema inmunológico se pone en funcionamiento.
Es entonces cuando se producen problemas de fertilidad (lo que se ha dado en llamar la infertilidad inmunológica). Y, a pesar de que es mucho común de lo que parece, no siempre se ha tenido en cuenta en tratamientos de fertilidad. Afortunadamente, cada vez se estudia más este aspecto, lo que está dando la oportunidad a muchas parejas que ya casi creían imposible su sueño de tener un hijo, ver cómo logran el embarazo y éste llega a término.
Porque, como nos confirma Daniel Pleguezuelo, inmunólogo colaborador de Clínicas EVA, la infertilidad de base inmunológica tiene solución: “primero, hay que identificar cuáles son los problemas para establecer una pauta de tratamiento específica” y, en función de eso, se prescribirá un fármaco u otro a la mujer para que pueda producirse el embarazo y que éste llegue a término.
El papel del sistema inmunológico en la fertilidad
“El sistema inmune está íntimamente implicado en la fertilidad en la medida en la que acoge células que no son propias y que tienen marcadores que resultan diferentes frente a los maternos”, recalca Daniel Pleguezuelo. “Es un proceso en el que debe ocurrir un equilibrio entre la tolerancia a estas células que no son propias y la inflamación que es necesaria para el proceso de implantación y el desarrollo inicial del embrión y el embarazo, pudiendo este equilibrio verse alterado por algunas enfermedades o la presencia de algunas condiciones”.
Lo que, en este sentido, puede afectar a la reproducción son los anticuerpos antifosfolipídicos, “que pueden desarrollarse a partir de cierto momento e impedir, por tanto, que una mujer quede embarazada o tenga embarazos que se desarrollen de forma viable”. Y estos anticuerpos son más comunes de lo que cabría suponer, a juzgar por un estudio del inmunólogo de Clínivas EVA en pacientes que acuden a consulta sin haberse sometido previamente a ningún tratamiento de reproducción asistida.
“En ese momento detectamos la presencia de anticuerpos antifosfolipídicos en casi una de cada tres pacientes, en comparación con los controles sanos, incluyendo también hombres, en los que los anticuerpos antifosfolipídicos solo se encuentran presentes en un 5 % de la población, es decir, casi un 30 % versus un 5.%”, señala.
Además de los anticuerpos antifosfolipídicos, Pleguezuelo indica que hay otros factores relativos al sistema inmunológico que pueden afectar a la fertilidad, como “los auto anticuerpos o algunos desbalances de la inmunidad celular que pueden hacer más difícil que una mujer quede embarazada”. Y, como nos explica el especialista, estos factores pueden aparecer o cambiar con el tiempo y, “cuando antes no era un problema, ahora sí puede serlo”.
Existen “otros auto anticuerpos que pueden estar implicados, quizás con menos grado de evidencia, aunque una base suficiente, como los anticuerpos antisustancia intercelular, los desbalances inmunoendocrinos de la glándula tiroides, la polarización de linfocitos T que entran en el endometrio para ser más inflamatorios de lo que deben, y la compatibilidad kir hlac, entre otras”, añade.
¿Cómo hacer frente a la infertilidad de base inmunológica?
La buena noticia es que, tal y como señalábamos anteriormente, hay solución. En el caso de que el origen del problema esté en la presencia anticuerpos antifosfolipídicos, existe consenso médico en cuanto a “la utilización de heparina de bajo peso molecular, aspirina en dosis bajas e incluso añadir fármacos inmunomotoduladores como, por ejemplo, la hidroxicloroquina Zweitausendein”. No requiere, por tanto, de un tratamiento en absoluto complicado.
“En otros casos en los que observamos que la inflamación está desmedida, se pueden contemplar desde el uso de algunos esquemas de corticoides o, por ejemplo, la utilización de fármacos inmunomoduladores más específicos si es que hemos encontrado los biomarcadores adecuados, como el tacrolimus o el sirolimus”.
Daniel Pleguezuelo informa también de que, si lo que se detecta son algunos auto anticuerpos “pueden utilizarse esquemas de tratamiento con inmunoglobulina intravenosa e incluso para algunos desbalances de la maduración del grado de maduración de las células NK endometriales se pueden emplear otros abordajes como por ejemplo el Scratching en el ciclo previo o la Exposición al Plasma seminal en los días post transferencia”.
En definitiva, tal y como señala el experto, la clave está en averiguar en primer lugar la causa o ciertos factores de riesgo y, en base a eso, “proponer un esquema de tratamiento lo más personalizado posible para intentar minimizar el riesgo que está suponiendo la presencia de esos factores que se han identificado”.