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Niña señalando un reloj© Adobe Stock

Pediatría

¿El cambio de hora afecta al sueño de los niños? Los expertos responden

El cambio de hora, aunque parezca un simple ajuste en el reloj, puede tener un impacto significativo en el bienestar de los niños. Sus delicados ritmos circadianos se ven alterados, lo que puede provocar trastornos del sueño, irritabilidad y dificultades de concentración.


24 de octubre de 2024 - 9:00 CEST

Dos veces al año cambiamos la hora. En el horario de invierno, el último domingo de octubre retrasamos la hora y, en el último domingo de marzo, la adelantamos. Esta estrategia se fundamenta en aprovechar mejor la luz solar y con ello ahorrar luz artificial y por tanto energía.

Este cambio de hora, una práctica adoptada en muchos países para aprovechar mejor la luz del día, puede tener efectos significativos en la salud y el bienestar de los niños. Aunque a menudo se considera una alteración menor, esta variación en el reloj biológico puede influir en el sueño, el comportamiento y el rendimiento escolar de los más pequeños. Los niños son especialmente vulnerables a estos cambios, ya que sus ritmos circadianos son más rígidos y pueden tardar más en adaptarse a la nueva rutina.

¿Por qué se realiza el cambio de hora?

Desde 1974, coincidiendo con la primera crisis del petróleo, diversos países europeos, entre ellos España, decidieron adelantar sus relojes para así aprovechar mejor la luz del sol y gastar menos energía y electricidad en iluminación artificial.

Esta situación persiste hasta nuestros días y ha sido puesta en duda  y, actualmente, se sigue discutiendo de su bondad y sus beneficios. Los partidarios aducen un ahorro evidente pudiendo llegar a representar un 5% en el consumo eléctrico de iluminación y del gasto en los hogares, lo que superaría los 300 millones de euros. Los contrarios a la idea aducen que lo que se ahorra por las mañanas se pierde por las tardes y, además, avisan de las alteraciones de salud que sobre todo en niños y mayores puede a dar lugar esta costumbre.

Bebé bostezando© Adobe Stock

Cómo puede afectar a la salud de los niños el cambio horario

El ritmo circadiano es un ritmo biológico condicionado por la adaptación del organismo a la oscuridad y a la luz,  lo que daría lugar  al  tiempo de sueño y a la vigilia. Este ritmo circadiano regula también, entre otras funciones, las secreciones hormonales, la temperatura corporal y otras funciones biológicas y fisiológicas. 

En los adultos este ritmo puede ser alterado por el cambio de hora, creando algún desequilibrio, pero este puede ser recuperado en pocos días. Sin embargo  algunos niños, muy apegados a las rutinas cotidianas, les resulta más complicado adaptarse o tardan más en hacerlo y se encuentran desorientados, con más dificultades para conciliar el sueño con aumento de  la irritabilidad, inquietud y llanto inexplicado.

¿Por qué afecta más a los niños?

Los niños son más vulnerables ante los cambios del entorno, los cambios ambientales o las cambios horarios. Las rutinas de alimentación y de sueño son más ajustadas que en adulto y cualquier alteración les puede afectar en su bienestar, notándolo y trasmitiéndolo durante días o semanas hasta que se adaptan a la nueva situación.

Principales efectos del cambio de hora

En general, los efectos nocivos que el cambio de hora ejerce sobre los niños suele ser inversamente proporcional a su edad. Las edades en las que se ven más afectados son entre el año y los cuatro años de vida. El lactante antes del año de vida puede que también lo note, pero aparentemente lo manifiesta menos, y suelen ser los niños con hábitos bien establecidos y rutinas aceptadas los que más lo padecen.

Los síntomas clínicos son muy variables pero casi siempre afectan al sueño, la irritabilidad aumentada, problemas de atención, cansancio, actitudes negativas y llantos injustificados.

Niño sentado en su pupitre bostezando en clase© Adobe Stock

Consejos para la adaptación

Tradicionalmente se aconseja, para evitar o prevenir la aparición de síntomas debido a la adaptación al cambio de hora, adelantarse a la fecha en que se va a realizar y cambiar los hábitos de alimentación y sueño de forma paulatina.

Si el cambio consiste en retrasar una hora, cuatro días antes adelantamos 15 minutos por día el momento de  cenar y de acostarse, de forma que después de esos cuatro días el niño notará mucho menos el cambio de la hora.

Si el cambio es de adelantar una hora, haremos lo mismo pero a la inversa, retrasaremos 15 minutos por día y a los cuatro días el cambio se notará con menor intensidad.

Finalmente, recomendaros que si el niño es ya mayorcito puede ser partícipe del cambio horario y explicarle por qué se realiza y de qué se trata, aprovechando para hablarle del día, la noche, la luz solar, las estaciones, y de los beneficios del sueño para disfrutar de una sana vida diurna.