Si intentar averiguar información sobre posibles síntomas de una determinada enfermedad en buscadores de Internet ya es un problema para muchas personas desde hace años, ahora hemos de sumarle las redes sociales e incluso, la inteligencia artificial. Son especialmente los jóvenes los que más recurren a ellas como fuente de información, lo que los hace mucho más vulnerables.
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Al escuchar a otras personas hablar sobre experiencias o síntomas asociados a una dolencia o problema, corren el riesgo de pensar que también padece esta “enfermedad” si comparte alguno de esos síntomas, sin siquiera haber acudido a un profesional. Es lo que se ha dado en llamar cibercondría y puede ocasionar problemas destacables en el adolescente desde el punto de vista físico y, sobre todo, mental, tal y como nos explica en esta entrevista la psicóloga experta de Qustodio Gloria R. Ben.
¿Qué es la cibercondría? ¿Se puede considerar un trastorno psicológico?
La cibercondría es un neologismo creado por la combinación de las palabras ciber (mundo digital) e hipercondría (preocupación excesiva por la salud). Se trata de un fenómeno caracterizado por la búsqueda desmesurada de información médica a través de internet, lo cual genera un alto nivel de ansiedad y una preocupación excesiva.
A pesar de que la cibercondría no está catalogada como un trastorno específico en el DSM-V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), sí que se encuentra la hipercondría, denominada como un trastorno de ansiedad hacia la enfermedad, y recogida dentro de los trastornos de síntomas somáticos.
¿Cómo se manifiesta en niños y adolescentes?
La manifestación de la cibercondría es común en ambas edades, por tratarse de una búsqueda compulsiva de información médica a través de internet, un canal de acceso fácil para los menores. Al encontrarse en una edad más influenciable y con menos información y experiencia, puede afectarles en mayor medida. En este sentido, lo que más preocupa es el autodiagnóstico erróneo, por la influencia de las redes sociales para generar una idea falsa sobre un tratamiento o remedio casero, así como desconfianza hacia los profesionales médicos.
¿Tenéis datos acerca de cibercondría en menores de edad?
No hay datos específicos acerca de la cibercondría en menores de edad, pero analizando varias investigaciones y artículos de prensa, se puede extraer ciertos datos preocupantes que indican que los jóvenes son más propensos a desarrollar cibercondría, debido a la influencia que ejercen sobre ellos las redes sociales y la falta de capacidad crítica.
¿Cómo podemos los padres darnos cuenta de que nuestro hijo estáconvencido de que tiene una enfermedad que no tiene y qué hacer para ayudarlo?
La observación activa es la mejor aliada de los padres cuando nuestros hijos entran en una dinámica preocupante. Muchas veces no se dan cuenta ni ellos mismos de que están en esa situación y otras, por miedo, vergüenza o incluso, protección, no son capaces de contarles a sus padres lo que les ocurre. Por eso mismo, tenemos que estar muy pendientes de varios síntomas.
Algunas señales de alerta pueden ser una actitud más reservada, observarle más calladoo callada, más encerrado en sí mismo, pasar más tiempo en internet, ansiedad… Lo mejor que podemos hacer es aplicar una buena prevención, mantener una comunicación abierta y sin juicios con nuestros hijos, desde pequeños, para que cuando sean mayores puedan confiar en nosotros antes de verse en este tipo de situaciones La clave está en educar en la búsqueda de información en fuentes confiables y, sobre todo, actuar como modelos, demostrar una actitud equilibrada y coherente en cuanto a la salud y el manejo de las preocupaciones médicas.
¿Cuándo debemos acudir a un psicólogo con nuestro hijo a causa de la cibercondría?
Esta es una cuestión muy importante en la que tenemos que trabajar todos. Deberemos solicitar ayuda cuando veamos que no somos capaces de gestionarlo nosotros mismos. Si nuestros hijos ven que no tenemos problema en aceptar que tenemos que pedir ayuda a un profesional cuando las cosas se complican, serán los primeros en pedirnos esa ayuda. Además, si vemos que nuestro hijo/a cambia su forma de comportarse, le vemos más nervioso, más encerrado en sí mismo, etc., no podemos dudar en pedir ayuda.