Manu Sánchez Montero es maestro de Primaria en una localidad sevillana, formador desde hace más de dos décadas en distintos centros del profesorado y colaborador en varias universidades españolas. Acaba de publicar El gran libro de los juegos (Ed. Paidós), donde presenta más de 150 juegos educativos con números y letras, diseñados para casa y la escuela desde edades muy tempranas. Hemos hablado con él de la importancia del juego en el aprendizaje y en la vida.
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¿Qué beneficios tienen los juegos en el aprendizaje reglado?
Los juegos tienen infinidad de beneficios. Hay estudios muy actuales que demuestran desarrollos muy concretos a nivel neurológico, pero quizás me quede con los beneficios que ha demostrado tener el juego a través de los siglos que lleva con nosotros: jugar nos ayuda a desarrollar habilidades sociales, cognitivas y emocionales. En entornos escolares, de forma más concreta, nos ayuda a favorecer la resolución de problemas, el cálculo, la oralidad, la escucha activa, la orientación espacial y temporal, la creatividad, la empatía… aspectos esenciales para un aprendizaje integral.
El juego es una fantástica herramienta pedagógica que fomenta el aprendizaje activo, creativo y colaborativo. Los juegos, en general, y los de mesa en particular, permiten a los alumnos asimilar conceptos abstractos de manera práctica por medio de la experimentación y la resolución de problemas que proponen las reglas y desafíos del propio juego.
El aprendizaje basado en juegos (ABJ) promueve la motivación y el compromiso de los alumnos, aumentando el rendimiento académico. Al aprender de manera lúdica, pueden asociar la adquisición de conocimientos con emociones positivas, lo que facilita la retención de la información en el tiempo (lo que yo llamo un aprendizaje memorable).
La adquisición de conocimientos ahora parece que tiende más hacia el desarrollo de las competencias, que estaría más en el ámbito del juego, que a la memoria, ¿son incompatibles?
No, no son incompatibles, sino complementarias. La memoria es fundamental para almacenar y recuperar la información aprendida, pero las competencias permiten aplicar ese conocimiento de manera efectiva en diferentes contextos. El juego, como recurso pedagógico, favorece tanto la retención de información como el desarrollo de habilidades, ya que los alumnos interactúan con los conocimientos de una manera práctica y significativa. Los participantes deben recordar las mecánicas, distintas excepciones del juego, reconocer iconografía… para actuar de manera adecuada si quieren tener éxito.
También, a través de la repetición en los juegos, se refuerza la memoria a largo plazo, pero el valor añadido del juego es que las competencias adquiridas permiten aplicar el conocimiento memorizado de manera innovadora y adaptativa. A nuestros alumnos, los juegos les permiten la recepción de la información, su procesamiento y su selección. Escogen aspectos o datos relevantes que luego deberán ser utilizados a lo largo del juego. Nuestros alumnos quieren participar en el aprendizaje, no quieren ser meros consumidores. Jugando pasamos del “hacer” al “saber hacer” del “aprender” al “saber aprender".
El desplazamiento que ha hecho lo digital del juego físico, ¿tiene marcha atrás?
Seguramente sí, ya que la sociedad se dará cuenta de que el uso y el abuso de pantallas en medios escolares y hogares es perjudicial para la salud. Distintos estudios demuestran que el cerebro y los sentidos de los más pequeños no están lo suficientemente desarrollados para tolerar estos estímulos audiovisuales. Muchos países están tomando medidas modificando leyes con menos presencia en competencia digital y regulando el acceso a distintas plataformas y aplicaciones digitales a menores.
Observamos, por desgracia hoy día, que cada vez se juega menos en familia o en sociedad por la irrupción de la tecnología y las pantallas. También la imposible, en algunos casos, conciliación familiar ha ayudado a que las familias utilicen esta tecnología digital como “niñeras” sin pensar en el daño cognitivo, físico y social que les está produciendo a sus hijos.
Hay que volver al juego manipulativo y analógico para “conectar” con nuestro yo y con los demás. Con esto no quiero decir que la tecnología sea mala, lo que está mal es el uso que se le está dando en relación a nuestros menores.
En tu libro planteas juegos para aprender jugando con números y letras. ¿Pueden ayudar a niños con problemas de aprendizaje en las matemáticas y la lengua?
La neuroeducación ha demostrado que ninguna persona aprende igual que otra, ya que ningún cerebro es idéntico en morfología ni en conexiones neuronales. Cuanto más activo, flexible y manipulativo sea el método de enseñanza-aprendizaje mayor porcentaje de acierto tendremos a la hora de que cualquier alumno alcance los objetivos propuestos… y el juego nos da todo eso.
En el libro hablo sobre todo de juegos en los que utilizamos y desarrollamos las habilidades lingüísticas y la lógica matemática, ya que han sido dos de los pilares del conocimiento a lo largo de la historia. Con estos sencillos juegos ayudamos a los participantes a crear su propio conocimiento basándose en conceptos que ya tienen adquiridos de base. Les proponemos desafíos para que, poco a poco y a su propio ritmo, vayan mejorando no sólo en estos dos ámbitos sino también en las llamadas funciones ejecutivas.
Estas funciones ejecutivas son las causantes de las dificultades que presentan a nivel curricular la mayoría de los niños. Sin un buen desarrollo de la atención, la memoria de trabajo, el control inhibitorio, la toma de decisiones o la planificación es lógico y normal que en las aulas encontremos esos “problemas de aprendizaje”. En todos los juegos que trato en el libro están reflejadas las funciones más destacadas que ponemos en marcha al jugarlos.
Haces también una defensa de los juegos de rol, por ser muy completos en el aprendizaje. Sin embargo, no siempre tienen buena prensa...
Bueno, habría mucho que discutir en este caso. Hace muchísimos años la prensa se cebó con un caso en particular, pero posteriormente se demostró que nada tenía que ver con los juegos de rol. Pero el daño ya estaba hecho y, por desgracia, en este país cuesta mucho reconocer los errores.
El juego de rol nos ha acompañado desde nuestra primera infancia, ¿quién no ha jugado a policía y ladrones, a las casitas o a los médicos? Niños y niñas imitan lo que ven a su alrededor, ya que se sienten de esta manera seguros y aceptados por los otros. Somos seres sociales que necesitamos tener la confianza y la reafirmación de nosotros mismos. Como podéis ver, los juegos de rol son prácticamente los primeros juegos con los que nos divertimos junto al juego libre.
Los juegos de rol de los que hablo son más complejos en cuanto a mecánicas, pero no en lo referente a las dinámicas, ya que tienen la misma esencia de esos juegos primerizos: los participantes nos convertimos por unos minutos en otra persona. Y aquí es donde posiblemente se encuentre el error de la mala prensa, todos los participantes que juegan a un juego de rol son conscientes de ello.
El mundo del juego de rol (de mesa y en vivo) cada vez está más presente en la sociedad y por ende en el mundo educativo. Ya hay muchas experiencias con resultados positivos en el uso de este tipo de juego como recurso/metodología (e incluso recomendados por el Ministerio de Educación desde hace años), por lo que los docentes y familias ya no son reacias a la incorporación del juego al aula. Los resultados positivos y la diversión que proporciona son los dos factores clave para que este tipo de juegos triunfen cada vez más en los entornos educativos. Desde estas líneas me gustaría recomendaros el trabajo que hace mi compañero, y hermano lúdico, Oscar Recio (@mrwolf en la red X) para que podáis comprobar cómo podemos transformar un curso entero en un juego de rol. En el libro también tenéis muchos ejemplos prácticos de cómo adaptar los juegos de rol a las distintas áreas del currículo ya sea en infantil, primaria o secundaria.
También hablas de magia. ¿Qué aportan estos juegos en la educación escolar?
La magia en entornos educativos está cada vez más presente, debido a su potencial didáctico. Utilizar o aprender un truco se asemeja mucho a jugar a un juego. Es un juego, pero de forma dirigida donde hay “un máster/mag@” que dirige el transcurso de la partida para que uno o cientos de participantes a la vez lo disfruten.
Además de aportarnos todos los beneficios de los juegos de mesa que he comentado anteriormente, la magia educativa también ha llegado de manera formal y planificada a nuestro sistema escolar para aprovechar todo su potencial. Prueba de ello la tenemos en la normativa educativa de algunas comunidades (como la andaluza), que nos insta a utilizarlas.
¿Qué tipos de juegos aconsejas pedir en la carta a los Reyes Magos de cara a Navidades?
Diría que cualquier opción sería buena, ya que lo que deberíamos potenciar en casa es el tiempo de calidad en familia. Jugar a juegos de mesa nos ayuda a trazar vínculos de confianza y apego, nos ayuda a transmitir valores y facilita conocernos a nosotros mismos y a los demás.
Al igual que otros medios culturales (porque el juego es un acto y producto cultural) tienen distintas categorías y temáticas, los juegos de mesa son muy variados en cuanto ambientaciones, complejidad, componentes, mecánicas, edades para jugarlos, etc. Seguro que existe un juego ideal para cada participante o grupo de participantes, pero si tengo que quedarme con alguno sería recomendaros juegos familiares donde todos tengamos las mismas oportunidades de ganar y disfrutar a partes iguales. En la actualidad existen innumerables opciones que hacen que sentarnos, o movernos, en familia alrededor de un juego sea una experiencia memorable que incite a volver a repetir durante muchos años, ya que, si nuestros hijos se divierten jugando con sus padres, ellos jugarán como padres con sus hijos en un futuro. ¿Qué mejor forma de perpetuar nuestra sociedad que jugando?