En la Educación Primaria se ponen gran parte de las bases del conocimiento. Tener una buena experiencia escolar en esta etapa es importante, pero no siempre sucede así. Por eso, en su libro, Cristina Álvarez Millán comparte recomendaciones, recursos y estrategias para salvar todas las dificultades que puedan surgir. ¿El objetivo? Ser un buen aliado de tu hijo en este momento de su vida educativa. Hemos charlado con ella.
Llevas casi dos décadas en las aulas, ¿cómo han cambiado los niños en este tiempo?¿Son realmente diferentes a otras generaciones?
La sociedad ha cambiado y, por tanto, los niños de ahora no son los mismos que hace 20 años cuando empecé en las aulas. Estamos ante la generación alfa, la primera generación nativa digital. La tecnología les ha llevado a tener un acceso instantáneo a la información, están hiperconectados y tienen un estilo de vida mucho más sedentario. Por otro lado, son niños con mayor conciencia social y más abiertos a la diversidad.
¿Qué puede haber detrás de un niño que no quiere ir al colegio?
Cuando un niño no quiere ir al cole hay que observarlo cuidadosamente. Podría ser desde el miedo a la separación de sus padres hasta problemas relacionales en el colegio o dificultades de aprendizaje. Hablemos con el niño y con sus maestros para averiguar de dónde puede venir el problema.
Hay muchos niños a los que no les atrae nada la lectura, ¿qué se puede hacer desde la familia y desde el centro escolar para cambiar esto?
En casa tendríamos que propiciar un buen ambiente lector desde que son pequeños: leyéndoles historias o cuentos antes de irse a dormir, dándoles ejemplo, teniendo un lugar destinado a los libros que esté a su alcance o regalándoles libros en ocasiones especiales. Por otro lado, en el colegio se les podría leer libros adecuados a su edad en voz alta o presentándoles actividades motivadoras como cambiar el final de una historia y escribirlo.
Las matemáticas son una de las asignaturas que suelen atascarse. ¿Cómo podemos descubrir si nuestro hijo tiene un problema real con ellas, como la discalculia, o es que no le gustan?
Primero de todo, tendremos que transformar los comentarios negativos que sin querer les hacemos sobre esta materia por otros positivos. En lugar de decirles: “Es que las matemáticas son difíciles” o “a mí tampoco se me daban bien”, explicarles y demostrarles la utilidad real de estas para su vida.
En Educación Infantil ya hay una serie de signos que nos podrían indicar una discalculia, como la dificultad en la comprensión de los conceptos “más” y “menos” o a la hora de clasificar objetos. Pero a veces, esto solo será un tema madurativo que se solventará por sí solo. Ya en Primaria, los niños con discalculia se pueden confundir con los signos matemáticos, tienen dificultades para memorizar la posición de los números, para aprender la hora, contar dinero... De todos modos, si tenemos dudas, mejor hablar con sus maestros y ver si es necesaria una evaluación externa.
En tu libro aconsejas incluir las matemáticas en la vida cotidiana, ¿de qué forma hacerlo?
¡De muchas formas! Contando las pinzas de la ropa, dejándoles pagar en el supermercado, haciendo reparticiones con la comida o utilizando la cinta métrica. ¡Las matemáticas están en muchos lugares a nuestro alrededor!
Con los grupos de WhatsApp, muchos progenitores se han convertido en la agenda escolar de sus hijos, ¿cómo impacta esto en su autonomía?
Impacta muy negativamente en su autonomía porque muchas veces somos los padres quiénes solucionamos sus problemas en su lugar. Los niños son los que se deberían responsabilizar de su agenda y de sus tareas y si se olvidan de alguna cosa deberían atenerse a las consecuencias. Solo así aprenderán a responsabilizarse de sus cosas.
En uno de los apartados de tu manual desarrollas cómo hacer un buen uso de las pantallas, ¿cuáles serían las pautas básicas?
La pauta principal, en mi opinión, sería utilizar las pantallas como una herramienta más y para objetivos concretos como promover algún aprendizaje. Y, sobre todo, no dejarlos abandonados en su habitación durante horas con una pantalla sin saber qué están haciendo. ¡A veces hay más peligros con ellas que cuando están en la calle!
Hablas también de emociones y de la importancia del tiempo libre, ¿están los menores saturados de tareas, extraescolares y exigencias?
Cada familia debería analizar este aspecto observando a sus hijos. Hay niños que con extraescolares cada día siguen activos y no se cansan. Otros, por el contrario, solo con el colegio ya están exhaustos. Sea como sea, veo importante dejar alguna tarde libre a la semana para que jueguen, descansen o se aburran. ¡Del aburrimiento salen las ideas más creativas!